Una mirada de puertas adentro
Jos¨¦ Carlos Plaza nos redescubre la genialidad, la melancol¨ªa y la profundidad del g¨¦nero chico La inauguraci¨®n de la temporada en el Teatro de La Zarzuela no ha podido ser m¨¢s afortunada
Se deshac¨ªa en elogios el escritor cubano Alejo Carpentier en el peri¨®dico El Nacional de Caracas al referirse a La verbena de la paloma, de Bret¨®n. ¡°Esa peque?a maravilla¡±, dec¨ªa, o ¡°esta zarzuela ejemplar, no solamente por la calidad de una m¨²sica ligera que ofrece primores de melod¨ªa, de gracia, de garbo, sino por su sorprendente visi¨®n de algunos problemas que ser¨ªan resueltos de forma definitiva mucho m¨¢s tarde¡±.
Esta obra maestra del g¨¦nero chico, estrenada en 1894, se ve catapultada en las representaciones del teatro de La Zarzuela por el trabajo teatral de Jos¨¦ Carlos Plaza, ese director sabio que nos ha hecho ver de otra manera muy diferente a la habitual a autores como Monteverdi, Gluck, Penderecki o Granados y, en esta ocasi¨®n, nos redescubre la genialidad, la melancol¨ªa y la profundidad de una obra que en muchas ocasiones se contempla con una ligereza que limita su alcance intelectual y art¨ªstico.
La mirada de Plaza es ¡°de puertas adentro¡±, expresi¨®n con la que titul¨® sus memorias la pintora Amalia Avia, en cuyas pinturas se apoya la escenograf¨ªa, como se comprueba en una oportuna exposici¨®n en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. La direcci¨®n de actores es incisiva a la par que sutil, el movimiento coral tan preciso como pl¨¢stico, la iluminaci¨®n es sugerente en su sobriedad teatral y la belleza de los figurines de Pedro Moreno contribuye a una armon¨ªa visual muy en consonancia con la m¨²sica.
Plaza nos lleva de la mano para penetrar en un mundo no por familiar menos sorprendente. Es algo parecido a lo que consegu¨ªa Patrice Ch¨¦reau con sus propuestas esc¨¦nicas. Sus aproximaciones a Jan¨¢cek, Berg o Wagner daban claves de conocimiento que hasta ese momento nos hab¨ªan pasado desapercibidas. Con Jos¨¦ Carlos Plaza sucede lo mismo y este programa doble de la zarzuela m¨¢s emblem¨¢tica de Bret¨®n con Los amores de la In¨¦s de Falla, de 1902, es una prueba de ello. No solamente se intuye con claridad la relaci¨®n entre los dos compositores, sino que en el planteamiento de La verbena de la paloma se dejan a un lado los t¨®picos, y la zarzuela se vive desde hoy, con una visi¨®n de Madrid no por m¨¢s triste menos entra?able. Escenas como la de la sole¨¢, por ejemplo, resultan sencillamente antol¨®gicas.
Los cantantes son, pues, cantantes-actores, y se funden en un equilibrio coherente con los actores propiamente dichos. Destacan por razones diversas Dami¨¢n del Castillo, Mar¨ªa Rodr¨ªguez, Susana Cord¨®n, Mar¨ªa Rey-Joly y varios m¨¢s. Todo el reparto sigue las pautas marcadas por el director de escena, lo que contribuye a la sensaci¨®n teatral compacta.
En esta labor de equipo es sobresaliente, asimismo, la direcci¨®n musical de Crist¨®bal Soler al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Se encuentra a gusto el director valenciano, en un conseguido ajuste estil¨ªstico entre teatralidad y creatividad. El coro, a las ¨®rdenes de Antonio Faur¨®, tambi¨¦n se integra en el trabajo colectivo, y as¨ª el espect¨¢culo funciona globalmente sin fisuras. Si a ello a?adimos el m¨¦rito de la recuperaci¨®n de una zarzuela de Falla pr¨¢cticamente en el olvido, la inauguraci¨®n de la temporada del teatro de La Zarzuela no ha podido ser m¨¢s afortunada.
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