La historia de una pata de jam¨®n
El corresponsal del diario 'The Guardian' cuenta sus impresiones de la huelga de limpieza
Puede resultar un clich¨¦, viniendo de un extranjero, hablar de jam¨®n. Pero lo cierto es que se trata de uno de las grandes manjares de Espa?a, y ocupa un lugar especial en el coraz¨®n de muchos que? visitan Madrid. Lo que yo ignoraba es que ese lugar especial ser¨ªa mi puerta. Acabo de llegar a Madrid como corresponsal del Guardian, y en el segundo d¨ªa de esta huelga de limpieza que est¨¢ empezando a empa?ar la belleza de esta ciudad, descubr¨ª una pata de jam¨®n bien ro¨ªdo en mi portal.
Me pregunt¨¦ entonces si no habr¨ªa alg¨²n tipo de mensaje en ese gesto, como cuando un mafioso introduce una cabeza de caballo muerto en la cama de su enemigo. Pero no, no era sino otra de las muchas cosas que los madrile?os acostumbran a tirar a la basura. Ahora bien, no me malinterpreten: estoy totalmente a favor del derecho de los trabajadores a la huelga, pero todo esto es un poco exagerado. ?Una pata de jam¨®n delante de mi puerta! Me pregunt¨¦ si deb¨ªa deshacerme de ella yo mismo. Pero entonces, pens¨¦: ?me convertir¨ªa eso en un 'rompehuelgas'? ?Estar¨ªa cruz¨¢ndome en el camino de los piquetes si hiciese desaparecer la pierna por m¨ª mismo? Lo habl¨¦ con algunos amigos, y estuvimos de acuerdo en que deb¨ªa quedarse donde estaba. Cada d¨ªa pasaba cerca del jam¨®n, d¨¢ndome cuenta de que estaba cada vez un poco m¨¢s gris y un poco m¨¢s viejo. "Debe de pasar fr¨ªo ah¨ª fuera, por la noche, pobrecito," pens¨¦. Pero una ma?ana, vi que hab¨ªa caminado algo. La pierna se hab¨ªa juntado con un sost¨¦n que estaba tirado en el suelo. Para pasar un buen rato, supongo.
Se les ve¨ªa felices bajo el sol de invierno. Saqu¨¦ algunas fotos de ellos y las colgu¨¦ en Twitter. Me sent¨ªa como un paparazzi meti¨¦ndose en un momento privado, y sent¨ª una ligera punzada de remordimiento.
El martes, sin embargo, cuando baj¨¦ al portal, la pata hab¨ªa desaparecido, dejando a su amado sost¨¦n solo en la calle. Tal vez el jam¨®n hab¨ªa escapado con otro sost¨¦n. Todos sabemos c¨®mo somos los hombres.
Algo sobre el inefable clich¨¦ que representa una pata de jam¨®n me hizo pensar en la pol¨ªtica espa?ola, llena de sus propios clich¨¦s. Est¨¢ claro que las formas antiguas ya no funcionan en Espa?a. El ayuntamiento ha mostrado la huelga como la ¨²ltima ronda de la batalla contra los trabajadores. Como suele ser el caso en Espa?a, de nuevo tenemos que escuchar eso de "nosotros contra ellos". La derecha frente a la izquierda. La izquierda contra la derecha. Es lo de siempre y est¨¢ acabado. Ahora no recuerdo qui¨¦n, pero alguien me coment¨® que la ¨²nica cosa peor que la izquierda aqu¨ª es la derecha, y creo que tiene raz¨®n.
Esta es una forma de debatir demasiado f¨¢cil, y conduce a la conversaci¨®n pol¨ªtica a su nivel m¨¢s bajo. No obstante, los barrenderos trabajan, como parte de una empresa privada, para todos nosotros, no contra nosotros. Son los hombres y mujeres mal pagados que hacen que nuestra ciudad sea habitable. Recuerden que fue, despu¨¦s de todo, Ana Botella quien nos dijo que en Madrid est¨¢bamos acostumbrados a un nivel de limpieza muy alto. ?Qui¨¦nes consideran ellos que son los responsables de esto? El Ayuntamiento tambi¨¦n trabaja para Madrid. No lo posee. En lugar de perder lo poco que quedaba en sus arcas en tres ofertas para acoger los Juegos Ol¨ªmpicos, podr¨ªa (y deber¨ªa) haber gastado ese dinero en los servicios b¨¢sicos.
Viv¨ª en Madrid hace seis a?os, justo antes de la crisis, y me ha impactado mucho regresar. Incluso en las semanas antes de la huelga, la ciudad estaba notablemente m¨¢s sucia. Adem¨¢s, es terrible el n¨²mero de personas que viven sin techo y en la indigencia. Te das cuenta de esto cada vez que te detienes por un momento a tomar uno de esos ya famosos relaxing cups of caf¨¦ con leche y alguien te pide dinero. Pero el n¨²mero de millonarios creci¨® en un 13% en 2012, seg¨²n Credit Suisse. Est¨¢ pasando en todas partes del mundo, pero se nota mucho m¨¢s en las ciudades grandes.
?Queremos crear una brecha a¨²n mayor entre los ricos y los pobres, con los primeros encerrados en sus propiedades privadas y la otra parte luchando por las sobras en las calles? Madrid parece alejarse de sus ra¨ªces europeas. Si hace una d¨¦cada le preguntabas a los dem¨¢s extranjeros lo que pensaban sobre Espa?a, podr¨ªan haber mencionado el f¨²tbol, las pel¨ªculas de Almod¨®var, la comida, las playas, el Museo del Prado, la gente, los propios espa?oles, con su buen car¨¢cter. Ahora no saldr¨ªan de la corrupci¨®n y de la basura, tambi¨¦n en las calles. El martes Bruselas dijo que el ministro Wert hab¨ªa hablado "basura" sobre el caso de los Erasmus. Por un momento, realmente cre¨ª que hab¨ªan confundido las dos historias.
As¨ª que, propongo un trato: Necesitamos que Madrid vuelva a ser la hermosa ciudad que de hecho es. Sin estos barrenderos, nuestra ciudad estar¨ªa llena de patas de jam¨®n, descartadas por todas partes. Y puedo decir que, por experiencia personal, y a pesar de mi afici¨®n por el jam¨®n, nadie quiere eso. Entre otras razones, porque dos amigos vienen de visita este fin de semana desde Londres, y no quiero que piensen que vivimos as¨ª.
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