Preguntando, que es gerundio
La aut¨¦ntica naturaleza del proceso es no llamar a las cosas por su nombre y camuflar la realidad bajo mil eufemismos
La semana transcurr¨ªa apaciblemente entre la preocupaci¨®n por la lesi¨®n muscular de Messi y las lecciones del President en Jerusal¨¦n sobre el derecho a decidir de los palestinos. En esas alguien decidi¨® que hac¨ªa falta un poco de ¨¦pica y anim¨® a prepararse no qued¨® claro si para una reedici¨®n de la huelga general revolucionaria de 1917 o para un remedo del lock outque dos a?os m¨¢s tarde protagoniz¨® la oprimid¨ªsima burgues¨ªa catalana para quebrar al levantisco sindicalismo de la ¨¦poca. No nos hab¨ªamos recuperado a¨²n del vah¨ªdo cuando Quico Homs nos anunci¨® un camino de redenci¨®n para los pr¨®ximos tiempos. Y aunque no explicit¨® qu¨¦ culpa o pecado tendr¨ªamos que redimir, el conseller volvi¨® a dar buena muestra de su vena imaginativa al proponer la banda sonora del tricentenario; y es que no hay mejor ficci¨®n que la que explica una historia de redenci¨®n que acaba bien, como sin duda ser¨¢ el caso.
Me da que todo esto no es sino una muestra m¨¢s de la confusi¨®n que reina por aqu¨ª, resultado de una voluntad deliberada de enredarlo todo. Enredarlo, por ejemplo, tapando la potencia del derecho de autodeterminaci¨®n con la cursiler¨ªa del derecho a decidir; llamando proceso de transici¨®n nacional a lo que es abiertamente una apuesta por la independencia; camuflando ese mismo independentismo con un t¨¦rmino como soberanismo, que s¨®lo puede provocar la carcajada en una Uni¨®n Europea como la que habitamos; o, por no alargarlo, identificando como unionistas, as¨ª, sin matices, a todos los que no comulgan con determinadas ruedas de molino, sin que preocupe lo m¨¢s m¨ªnimo que el t¨¦rmino tenga siniestras resonancias irlandesas que en nada cuadran con lo que piensa y est¨¢ dispuesta a hacer la inmensa mayor¨ªa de quienes as¨ª son etiquetados.
En las pr¨®ximas semanas asistiremos a un simulacro de debate sobre la pregunta que se formular¨¢ en una consulta que todo el mundo sabe y asume que no se va a celebrar
Un enredo que alcanza la perfecci¨®n en la interpretaci¨®n que se da al porcentaje de partidarios del derecho a decidir. El 80%. ?Y qu¨¦ esper¨¢bamos? Lo sorprendente es que no sea el cien por cien de los encuestados quienes respondan que claro que s¨ª, que c¨®mo no van a querer decidir sobre su futuro. ?Ser¨ªa muy diferente el resultado si a alguien se le ocurriese preguntar por el derecho a decidir sobre las medidas con que los gobiernos espa?ol y catal¨¢n est¨¢n masacrando a la gente? Por supuesto que queremos decidir. Ya estamos tardando.
De acuerdo, aceptemos que aqu¨ª s¨®lo se puede decidir sobre cuestiones nacionales. La cosa entonces es decidir qu¨¦; pero ah¨ª volvemos a la aut¨¦ntica naturaleza del proceso: no llamar a las cosas por su nombre y dejar a la vista una apariencia, pero solo eso, de realidad, ocultando lo esencial. En las pr¨®ximas semanas asistiremos a un simulacro de debate sobre la pregunta que se formular¨¢ en una consulta que todo el mundo sabe y asume que, con alt¨ªsima probabilidad, no se va a celebrar; algo que, sin embargo, todos se cuidan mucho de no trasladar a la ciudadan¨ªa no vaya a ser que la ola que cabalgan con mayor o menor fortuna se los trague sin remedio.
?ltimamente han proliferado las propuestas de posible pregunta para ese improbable refer¨¦ndum. Desde el secesionismo se exige claridad, preguntar por la independencia y que haya respuesta binaria. Parece razonable salvo por el peque?o detalle de que algo as¨ª ignorar¨ªa que, como se?alan algunas encuestas, la minor¨ªa mayoritaria de los ciudadanos de Catalu?a estar¨ªa m¨¢s bien por una f¨®rmula de mayor autogobierno sin romper el v¨ªnculo con el estado espa?ol. ?La democracia consiste en plantear una disyuntiva en la que no pueda sentirse identificada esa mayor¨ªa? Y en el caso de que pudiera celebrarse ?no deber¨ªa integrar la hipot¨¦tica consulta la opci¨®n que parece capaz de reunir el mayor apoyo posible en una sociedad donde los grandes consensos sobre la cuesti¨®n territorial y nacional parecen ya imposibles?
El proceso, de momento, amenaza con llevarse por delante al PSC, incapaz de superar las contradicciones internas que aquel le genera. Si se impusiese una pregunta directamente sobre la independencia y con respuesta binaria, probablemente se romper¨ªa la actual coalici¨®n gobernante, mientras que ICV iniciar¨ªa el v¨ªa crucis por el que est¨¢n transitando los socialistas. Si, por el contrario, llegase a concretarse una pregunta que fuese respetuosa con la pluralidad de la sociedad catalana, se romper¨ªa la unanimidad del frente del derecho a decidir.
Cualquiera de las dos opciones puede hacer descarrilar el proceso, as¨ª que, para evitarlo, asistiremos al pacto de una pregunta que contente a todos y permita mantener la ficci¨®n de un pueblo unido y en marcha, aunque resulte in¨²til para aclarar nada puesto que el resultado de una consulta sobre una pregunta ambigua admitir¨ªa tantas lecturas que al final acabar¨ªamos poco menos que como estamos. ?Pero a qui¨¦n le importa eso si, como todos barruntan, al final la pregunta no ser¨¢ sometida a escrutinio?
Vivimos, efectivamente, en el l¨ªo. ?C¨®mo salimos de ¨¦l? se interrogan sus principales promotores. Pues c¨®mo vamos a salir, hombre de Dios, con una consulta que haremos como que nos creemos que vamos a celebrar y con una pregunta que haremos como que nos creemos que es el b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s. Pues nada, amigos, preguntando, que es gerundio.
Francisco Morente, profesor de Historia Contempor¨¢nea (UAB)
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