La Filharmon¨ªa pisa fuerte en el Palacio de la ?pera de A Coru?a
La excelente acogida que las dos grandes orquestas reciben fuera de sus sedes reclama un intercambio m¨¢s numeroso y menos asim¨¦trico.
La Real Filharmon¨ªa de Galicia (RFG), dirigida por Clemens Schuldt? acompa?ando a Maximiliano Mart¨ªn en el Concierto de clarinete n? 1 de Carl Maria von Webern, celebr¨® en la noche del viernes con notable ¨¦xito su ¨²nico concierto programado esta temporada en el ciclo de abono de la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia. El programa lo conformaban el Concierto rumano de Gy?rgy Ligeti, el Scherzo del Octeto para cuerdas de Mendelssohn, en versi¨®n orquestal, y la Sinfon¨ªa n? 29 de Mozart. La obra de Ligeti, que abr¨ªa programa, tuvo una lectura plena del color y el ritmo presentes en la partitura del maestro h¨²ngaro
Mart¨ªn hizo una solid¨ªsima versi¨®n del concierto de Webern, en la que la RFG y Schultd fueron necesaria y firme compa?¨ªa. El virtuosismo y las melod¨ªas de sus movimientos extremos tuvieron el mecanismo y sonido adecuados y su correspondiente dosis de apasionamiento. Pero fue el Adagio non troppo central el que permiti¨® al m¨²sico canario alcanzar su mejor expresi¨®n. Y all¨ª brill¨® su fraseo como suspendido sobre las cuerdas y sobre el gran tr¨ªo de trompas de la RFG, con una hondura que descoll¨® sobre el t¨®pico de un concierto paradigm¨¢tico de su ¨¦poca, que en otros int¨¦rpretes ser¨ªa pura pirotecnia.
En el Scherzo de Mendelssohn fue de nuevo protagonista el color, aqu¨ª como fondo sonoro del ambiente entre on¨ªrico y m¨¢gico que Schultd recre¨® con la Filharmon¨ªa. La Sinfon¨ªa n? 29 de Mozart es puente entre el estilo galante y sus ¨²ltimas grandes sinfon¨ªas, al tiempo que s¨®lido pilar de estas. Ambas caracter¨ªsticas brillaron el viernes en la versi¨®n coru?esa de Schultd con la RFG, en la ligereza y profundidad de su Allegro moderato inicial y la espl¨¦ndida disposici¨®n de planos sonoros del Andante. El sentimiento que emana del Trio de su Minueto y el car¨¢cter juguet¨®n con que este son¨® fueron como premonitorios de los scherzos de las sinfon¨ªas beethovenianas, al igual que la brillantez de la sucesi¨®n de estribillo y estrofas de contraste de su Rond¨®.
Al final, una larga y fuerte ovaci¨®n despidi¨® la visita de la Real Filharmon¨ªa al Palacio de la ?pera coru?¨¦s. Una vez m¨¢s, la excelente acogida que las dos grandes orquestas reciben fuera de sus sedes reclama un intercambio m¨¢s numeroso.
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