El furor desatado
El prol¨ªfico autor de Ohio perge?a un concierto sudoroso, urgente y fascinante con la ayuda de Mike Mills, el que fuera bajista de REM
Joseph Arthur es un c¨²mulo de singularidades, un rasgo m¨¢s interesante desde el punto de vista art¨ªstico que organizativo: media hora larga nos hizo esperar anoche en la Boite hasta que se aposent¨® en un extremo con ese porte suyo de tierno camorrista, de tipo capaz de cerrar los bares m¨¢s turbulentos de la ciudad. El cantautor rockero al que Peter Gabriel adopt¨® para su sello de m¨²sicas ¨¦tnicas, el creador incontinente que acumula una docena de ¨¢lbumes, el dibujante que perge?a l¨¢minas con grandes manchurrones de color mientras recita letras kilom¨¦tricas se invent¨® anoche un concierto furibundo, magn¨¦tico y prodigioso. Como si en una hora tuviera que exorcizar ante dos centenares de testigos todos los demonios acumulados durante la semana.
Empez¨® Arthur con un par de temas en solitario, exhibiendo ya esa voz rota y poderosa que suena rotunda incluso cuando enfila los territorios de la ternura. Pero las verdaderas emociones se desatan con la incorporaci¨®n del bater¨ªa Bill Dobrow y el ilustr¨ªsimo Mike Mills, bajista de REM que conserva esa pose suya tan caracter¨ªstica -la media sonrisa, las piernas muy abiertas- e imparti¨® varias lecciones magistrales por la parte aguda del m¨¢stil.
The ballad of Boogie Christ, el tema que titula el enciclop¨¦dico doble ¨¢lbum del chuleta de Ohio (camiseta de Coca-Cola, brazos pintarrajeados, colgantes varios), son¨® urgente, despiadado y enfurecido, como si The Band hubieran terminado la noche en el local de ensayo de la Velvet Underground. El Heroin de Lou Reed supuraba ese dolor punzante que Neil Halstead no logr¨® imprimir hace un par de meses en su homenaje al neoyorquino. Los contagiosos contratiempos de Saint of impossible causes parec¨ªan una acepci¨®n lis¨¦rgica de Shiny happy people, la canci¨®n que REM terminaron aborreciendo. Y Blue lights in the rear view¡¯ es monumental americana, con Mills puliendo sus magn¨ªficas segundas voces. Joseph cre¨® su retrato picassiano¡¯con I miss the zoo: desafiante, sudoroso, con el furor desatado. Definitivamente, a los tipos grandes hay que disculparles la impuntualidad.
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