Las deidades del balompi¨¦
Las dos fuentes, ideadas por Ventura Rodr¨ªguez, embellecen el paseo del Prado desde hace m¨¢s de dos siglos e inspiran a los aficionados de Atl¨¦tico y Real Madrid
El agua es la sangre fresca de Madrid. Brota por doquier, cristalina y pura, desde las 593 fuentes ornamentales que jalonan otros tantos enclaves de la ciudad. Dos de ellas, las m¨¢s afamadas y art¨ªsticas, han sido elegidas para celebrar los desenlaces festivos de una nueva ¨¦pica, surgida de los principales estadios madrile?os de f¨²tbol. Son dos las enormes fontanas, consagradas a sendos mitos del mundo cl¨¢sico: la diosa Cibeles (donde el Real Madrid celebra ya su d¨¦cima Copa de Europa) y el oce¨¢nico rey Neptuno (donde hace una semana hizo lo propio el Atl¨¦tico con la Liga).
La primera fuente es la dedicada en la plaza de su nombre a la diosa frigia Cibeles, llamada tambi¨¦n Dindimena, Berecinthia, Ops, Ida, Rhea y Vesta. Tocada por una corona en castillete, cabalga sobre una carroza de piedra guiada por dos leones ¡ªun gui?o hisp¨¢nico al binomio de Castilla y Le¨®n¡ª. Las fieras representan a los dos amantes, la virgen cazadora Atalanta e Hip¨®menes, el astuto atleta sembrador de manzanas de oro, castigados y convertidos ambos en melenudos f¨¦lidos por desobedecer a Zeus con su amor prohibido, y por cohabitar en el santuario de la airada diosa frigia.
El dios marino del tridente, divinidad romana, cuyos tres garfios marcan su poder de mantener, soliviantar y apaciguar las aguas, navega en pie, encaramado y orgulloso, sobre una caracola gigante ¡ªmovida por dos aspas de 16 palas¡ª tirada por dos caballos sonrientes con colas de pez, los legendarios hipocampos. Cuelgan de sus cuellos, al modo de medallas, sendas vieiras.
Ocho colores para Cibeles
- Tiene una capacidad de 278 metros c¨²bicos de agua.
- Ocupa una extensi¨®n de 549 metros cuadrados.
- Recib¨ªa su fluido del viaje de agua del Bajo Abro?igal.
- Su estatuaria cost¨® 138.000 reales de vell¨®n.
- Su iluminaci¨®n es a base de leds. Admite ocho coloraciones de sus aguas.
- En 1994 perdi¨® su mano izquierda en un acto vand¨¢lico tras una victoria de la selecci¨®n espa?ola.
La diosa cerealera y gobernadora ¡ªseg¨²n algunos su nombre procede del griego kibern¨®s (gobernar)¡ª y su reto?o y rival, el monarca de los mares, desaf¨ªan retadoramente la erosi¨®n del tiempo sobre sendos enclaves del paseo del Prado, donde se yerguen a partir del a?o de 1782. A finales del siglo XIX, fueron reubicadas en el centro de dos plazas, Neptuno en la de C¨¢novas del Castillo y Cibeles en la plaza llamada de Madrid y de Castelar hasta obtener de ella su actual denominaci¨®n.
Solo durante la ¨²ltima Guerra Civil fueron cubiertas por poco m¨¢s de dos a?os, entre 1936 y 1939, para impedir que se abatiesen sobre ellas las bombas incendiarias de la aviaci¨®n nazi, que alcanzaron el tejado del cercano Museo del Prado y de la Biblioteca Nacional. Por fortuna, sobrevivieron. Y hoy su belleza restalla entre c¨ªrculos de flores y ¨¢rboles de copa ovalada.
Las fuentes se alzan sobre islotes curvos de piedra toledana de Montesclaros, si bien la localidad madrile?a de Redue?a, desde tiempo inmemorial, reivindica que fue de sus canteras de donde parti¨® la piedra, gracias a canteros procedente de la vizca¨ªna Berritz, los Gorrochategui.
Los dioses representados fueron tallados por maestros del cincel como Francisco Guti¨¦rrez, Roberto Michel y Juan Pascual de Mena. Labraron sus majestuosos cuerpos ¡ªhier¨¢tico el de la diosa, altivo el de Neptuno¡ª seg¨²n concepto y dise?o de Ventura Rodr¨ªguez (1717-1785), arquitecto nacido en Ciempozuelos, de gusto exquisito y afecto a Madrid. Bajo las dos fuentes discurre el arroyo que manaba desde de la llamada fuente Castellana, que estuvo a la altura de la hoy plaza de Emilio Castelar.
El mismo torrente, hoy soterrado, form¨® parte del sistema de seguridad del contiguo Banco de Espa?a, cuya c¨¢mara acorazada ¡ªsiete plantas hacia abajo y provista de un trenecillo con sus propios ra¨ªles¡ª en caso de asalto quedaba inundada por el agua para impedir su atraco.
300 l¨¢mparas para Neptuno
- Ocupa una superficie de 596 metros cuadrados.
- Posee una capacidad de 305 metros c¨²bicos de agua.
- Sus estatuas costaron 110.000 reales de vell¨®n.
- Recib¨ªa su agua del viaje de agua del P¨®sito.
- Cuenta con 300 l¨¢mparas, algunas de ellas de hasta 300 vatios, y con tres?motores de bombeo.
- El dios oce¨¢nico, con tridente, cabalga sobre una caracola guiada por hipocampos.
Las dos fuentes madrile?as ¡ªCibeles elegida por los seguidores del Real Madrid, Neptuno por los del Atl¨¦tico, para celebrar sus fastos¡ª brindaban otrora su fresco n¨¦ctar a los aguadores ¡ª50 de ellos oficialmente registrados en el a?o de 1842¡ª, que acud¨ªan a sus tazones para abrevar las caballer¨ªas y aplacar luego ¡°a perra gorda¡± la sed de cuantos lugare?os quisieran entre los que acud¨ªan a alternar al Sal¨®n del Prado, tal y como lo retrat¨® el gal¨¦s Charles Clifford (1820-1863), uno de los primeros fot¨®grafos del Madrid monumental. Por cierto, era costumbre enraizada de todos los paseantes del Sal¨®n del Prado, configurado en torno al eje Cibeles-Neptuno, ponerse en pie y descubrirse al paso de cualquier miembro de la Familia Real, lo cual hizo desertar del paseo, por fastidio, a m¨¢s de un visitante extranjero.
Las dos fontanas tienen contornos singulares. Cibeles se ve circundada al este por el Palacio de Correos, popularmente apodado Nuestra Se?ora de las Comunicaciones dado su aspecto catedralicio, versado hacia ella y que parece abrazarla; al oeste, por un esquivo Banco de Espa?a, que le ofrece tan solo un historiado chafl¨¢n con ventanal acristalado y tulipas blancas de redecilla; y al norte, por dos palacios: el de Linares, recept¨¢culo de nocturnos lamentos y alarmantes psicofon¨ªas, y el palacio que fuera del 12? duque de Alba, levantado en 1769 sobre el Altillo de Buenavista, y hoy Cuartel General del Ej¨¦rcito.
Neptuno, en cambio, se halla entre dos grandes hoteles a oriente y poniente; al sur, el palacio del Conde de Bugallal, rematado por un reloj fosforescente de fondo negro; y al sureste, la fuente parece dialogar con el Museo del Prado, que marca su diagonal con el palacio de Vistahermosa, lujosa pinacoteca que encuadra la fontana al noroeste.
Junto con la Puerta de Alcal¨¢, Cibeles y Neptuno son ya s¨ªmbolos inequ¨ªvocos de una urbe que dice apreciarles tan exaltadamente como para haber permitido su asalto, durante d¨¦cadas, por desbocada causa del deporte. ¡°Cuando hace m¨¢s de 10 a?os no estaba a¨²n prohibido escalarlas¡±, cuenta un operario de la compa?¨ªa Luz Madrid-Oeste que cuida de las fuentes, ¡°un compa?ero encontr¨® un reloj de oro de una marca alemana en el fondo de la taza de Neptuno¡±, relata a¨²n con la sorpresa de un adolescente. ¡°A d¨ªa de hoy valdr¨ªa m¨¢s de tres mil euros la joya¡±, a?ade con gesto a?orante.
Sin embargo, no siempre fue as¨ª. Hasta mediados los a?os 50 del siglo XX, para impedir su acceso, la fuente de Cibeles estuvo cercada por una verja de hierro forjado, hoy trasladada hasta un cuartel de la Polic¨ªa Municipal junto al puente de los Franceses.
De las fontanas encomendadas por el rey Carlos III al gran fontanero y alarife Ventura Rodr¨ªguez, la de mayor capacidad es la de Neptuno: su estatuaria cost¨® 110.000 reales de vell¨®n, ocupa una superficie de 596 metros cuadrados y puede contener, una vez llena, hasta 305 metros c¨²bicos de agua, equivalentes a otras tantas toneladas de l¨ªquido, que permanecen en circulaci¨®n incesante activadas por tres motores, dos de 25 caballos de potencia y uno de 7,5.
Cuenta con m¨¢s de 300 l¨¢mparas, de hasta 300 vatios las instaladas en el vaso m¨¢s cercano a la estatua. Tres niveles de tazas marcan la cascada en escala por donde al agua se desborda y, a su regreso, impulsada por potentes bombas, puede proyectarse m¨¢s de diez metros hacia el cielo desde los surtidores que, entre ranas enormes y gruesos pescados, acompa?an el dios oce¨¢nico en su periplo naval. La fuente recib¨ªa su agua del viaje subterr¨¢neo del P¨®sito.
Por su parte, en la de Cibeles, que se nutr¨ªa del viaje de agua del Bajo Abro?igal, la estatuaria que exhibe en su d¨ªa cost¨® 138.000 reales de vell¨®n; tiene hoy una superficie de 549 metros cuadrados y puede alojar hasta 278 metros c¨²bicos de agua.
Su instalaci¨®n el¨¦ctrica emplea cuatro veces menos electricidad que su fuente rival, gracias a la instalaci¨®n de leds, que reducen ampliamente el consumo. El agua puede ser iluminada en ocho colores distintos, que cabe arrendar por instituciones y particulares. Las dos fuentes se limpian con frecuencia mensual, m¨¢s acentuada cuando hay encuentros futbol¨ªsticos.
Si bien la pr¨¢ctica totalidad de las casi 600 fuentes capitalinas recibe tratamientos sanitarios a base de cloro, las que jalonan el paseo del Prado ¡ªNeptuno y Cibeles incluidas¡ª no son as¨ª tratadas para evitar su efecto abrasivo sobre la delicada, por hist¨®rica, piedra.
Es sabido que las part¨ªculas microsc¨®picas que expanden las fuentes pueden ser veh¨ªculos de enfermedades como la legionelosis, que las autoridades municipales fiscalizan rigurosamente en los principales surtidores p¨²blicos.
Estas dos fuentes brindan un deleite a la vista que llev¨®, incluso, a algunos nost¨¢lgicos a reproducirlas en parajes tan distantes como M¨¦xico, donde se yergue una r¨¦plica de Cibeles. Pese a la adoraci¨®n madrile?a por sus fuentes, el vandalismo se ha cebado en numerosas ocasiones contra la piedra de sus magn¨ªficas estatuas. Ya en 1814, Neptuno perdi¨® su tridente sobre el que, siglo y medio despu¨¦s, alguien coloc¨® el cartel con el lema: ¡°Dadme de comer o quitadme el tenedor¡±.
Gracias al arquitecto municipal Joaqu¨ªn Rold¨¢n, entre otros profesionales, la estatua de Cibeles pudo verse recobrada mediados los a?os 90 con una actuaci¨®n que repuso su mano izquierda, su cetro y su carruaje da?ados por v¨¢ndalos que festejaban una victoria de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol.
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