El chisc¨®n de Raquel
Una mujer sube cada d¨ªa en brazos a su hija minusv¨¢lida a un segundo piso y porta una silla ortop¨¦dica de 20 kilos porque los vecinos no le dejan guardarla en un cuarto inutilizado del portal
El embarazo se complic¨® en el s¨¦ptimo mes, cuando los m¨¦dicos le dijeron que estaba perdiendo l¨ªquido. No qued¨® otra que provocarle el parto, pero el da?o era ya irreparable. Raquel sufri¨® un infarto cerebral nada m¨¢s nacer y su esperanza de vida qued¨® reducida a 48 horas. ¡°Nos dijeron que nos olvid¨¢semos, que no iba a salir adelante¡±, recuerda Pilar de Domingo desde el sal¨®n de su casa. Raquel, que ya tiene 9 a?os, juega con una pelota de goma. Sufre una discapacidad del 83%. Como no puede andar, su madre la lleva y la trae a todas partes con una silla ortop¨¦dica, una especie de cochecito de beb¨¦ gigante que pesa cerca de 20 kilos. Al no haber ascensor, durante a?os Pilar estuvo metiendo el mamotreto en un cuarto vac¨ªo que hay en el portal. Pero desde octubre del a?o pasado eso es imposible: sus vecinos han cambiado la cerradura y le han prohibido meter ah¨ª el carro. Ahora el chisc¨®n est¨¢ vac¨ªo y ella tarda cerca de 15 minutos en subir dos pisos.
Famma-Cocemfe Madrid sostiene que la mayor¨ªa de las denuncias por problemas de accesibilidad se dan en comunidades de propietarios
Pilar decidi¨® regresar al domicilio familiar, un bloque antiguo de tres alturas ubicado en el barrio de Tetu¨¢n, cuando se separ¨® de su marido hace siete a?os. Con ella se llev¨® a sus hijas: Sara, de cuatro, y Raquel, un beb¨¦ que pasaba m¨¢s tiempo ingresada en el hospital que en casa. Esta vivienda la compart¨ªa con su madre, recientemente fallecida, y su padre, un anciano al que la diabetes ha dejado medio ciego. ¡°Los inicios fueron muy duros. Menos mal que los ten¨ªa a ellos, sobre todo a mi madre; era activa, vital y me ayud¨® much¨ªsimo¡±. Fue precisamente ella la que, en una reuni¨®n de vecinos, solicit¨® que les dejaran guardar la silla ortop¨¦dica de su nieta en un cuarto que conecta el portal con el patio interior del edificio. El t¨ªpico espacio inutilizado donde como mucho hay una bicicleta. Ninguno de los siete propietarios puso objeci¨®n.
Elementos comunes, usos privativos
El cuarto donde Pilar estuvo guardando la silla ortop¨¦dica de su hija durante a?os es un elemento com¨²n del edificio. Eso no impide, sin embargo, que un residente pueda utilizarlo de forma exclusiva. ?Pero en qu¨¦ casos? Seg¨²n la Ley de Propiedad Horizontal, cuando esta posibilidad la recojan los estatutos o, en su defecto, siempre que haya sido autorizado por acuerdo un¨¢nime de la comunidad de propietarios. El elemento no pierde su car¨¢cter com¨²n y la propiedad sigue siendo de todos los vecinos, que tambi¨¦n pueden usarlo.
Ahora bien, ?pueden unos cuantos decidir lo contrario, en este caso, desposeer a Pilar del uso exclusivo del cuarto? Para poder hacerlo tendr¨ªan que convocar una junta de propietarios donde alguno de los puntos del orden del d¨ªa tratase esa cuesti¨®n. Si no fuera as¨ª, el acuerdo tomado ser¨ªa nulo. En cualquier caso, habr¨ªa que trasladar el acta a los no asistentes, que tendr¨ªan 30 d¨ªas para mostrar su disconformidad. ¡°No nos ha llegado nada¡±, sostiene la mujer, que ya ha interpuesto la demanda.
La Ley establece tambi¨¦n que la comunidad est¨¢ obligada a realizar las obras de reforma necesarias para salvar barreras arquitect¨®nicas, siempre que el precio no exceda de 12 mensualidades, como en el caso de un ascensor o una silla salvaescaleras. Pero esa ya es otra contienda.
La situaci¨®n cambi¨® a primeros de 2013, cuando la ni?a empez¨® a utilizar un taburete adaptado con ruedines para desplazarse por la casa. Hasta entonces lo hab¨ªa hecho reptando, apoy¨¢ndose en la mano derecha porque la izquierda la tiene paralizada, pero el fisioterapeuta les advirti¨® que as¨ª se le pod¨ªan deformar las caderas. ¡°A los pocos d¨ªas vino la polic¨ªa. El vecino de abajo dec¨ªa que le molestaba o¨ªr rodar el taburete. ?l, que ha tenido cuatro ni?os; imagina ese esc¨¢ndalo¡± comenta Pilar, funcionaria en el Ministerio de Justicia, mientras deja que su peque?a le pase un cepillo por el pelo. ¡°?Me vas a peinar? ?Me vas a poner guapa?¡± Raquel suelta una carcajada nerviosa.
La mujer cambi¨® los ruedines de metal por otros de goma. El sonido es casi imperceptible, pero eso no aplac¨® las quejas del vecino. ¡°Despu¨¦s se sum¨® el de arriba, que es amigo suyo. Dec¨ªa que o¨ªa a mi padre arrastrar los pies cuando se levanta al ba?o por la noche. La ceguera le ha dejado muy torpe y no sabe moverse de otra manera¡±. Aprovechando una reuni¨®n a la que solo asistieron tres residentes, los supuestos afectados por los ruidos propusieron que el cuarto del portal se utilizara exclusivamente para que el chico de la limpieza guardase el cubo y la fregona. Pilar intent¨® en vano restablecer el orden de las cosas. ¡°Convoqu¨¦ otra reuni¨®n y ped¨ª que me dejaran seguir metiendo ah¨ª la silla. Todos me dijeron que s¨ª, menos ellos. Al parecer estas cosas tienen que ser aprobadas por unanimidad¡±. La mujer, indolente ante las trabas, sigui¨® metiendo el armatoste en el tabuco, hasta que en octubre se lo encontr¨® cerrado con llave.
¡°Dijeron que era para darme un escarmiento¡±. Ana, la vecina de arriba, no lo desmiente: ¡°Fue una manera de presionarla, se cree que tener una hija minusv¨¢lida le da derecho a todo. Le dijimos que si se comportaba la dejar¨ªamos meter el carrito ah¨ª de por vida¡±. Ubaldo, el de abajo, es algo m¨¢s ¨¢cido en sus declaraciones: ¡°Si me haces la pu?eta 100 veces y yo te la hago una, todav¨ªa me faltan 99¡±. De profesi¨®n, polic¨ªa municipal.
Si me haces la pu?eta 100 veces y yo una, todav¨ªa me faltan 99
Un vecino
La Federaci¨®n de Asociaciones de Personas con Discapacidad de la Comunidad ha tomado parte en el asunto y estudia si es viable instalar un ascensor o una silla salvaescaleras en el edificio. ¡°La mayor¨ªa de las denuncias por problemas de accesibilidad se dan en comunidades de propietarios. Todo lo que implique una obra y suponga un desembolso econ¨®mico es motivo de rechazo, cuando en realidad es en beneficio de todos: desde gente mayor hasta personas que suben con peso o se rompen una pierna. El caso de Pilar es distinto. Denota una falta de sensibilidad tremenda, por no decir infrahumana¡±, critica Javier Font, el presidente de la organizaci¨®n.
Raquel sigue a lo suyo con el peine, ajena al tira y afloja que su madre se trae con los vecinos. De haber sabido lo que la esperaba, tal vez Pilar hubiese aceptado el piso adaptado que le ofrecieron en M¨®stoles hace a?os. ¡°Estaba demasiado lejos del hospital donde la tratan, del colegio especial al que asiste. El padre no me pasa la pensi¨®n y mi sueldo es el que es. Consider¨¦ que lo mejor era quedarme¡±, se justifica. En ese momento la peque?a se levanta la camiseta, deja ver la sonda g¨¢strica por la que se alimenta y pega una risotada. ¡°Con todo, es una ni?a alegre y con picard¨ªa. Y a veces un poco pu?etera, ?verdad que s¨ª?¡±. Raquel suelta otra carcajada nerviosa y desliza el taburete hasta su madre. Los ruedines pr¨¢cticamente ni se oyen.
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