El gato de Jamboree tambi¨¦n est¨¢ tuerto
Juana Bacallao, una gloria cubana de casi 90 a?os, arrasa all¨ª donde va
Es un t¨®pico pero hay veces que las solas palabras no sirven para describir algo que se ha vivido con una intensidad m¨¢s all¨¢ de la l¨®gica, de cualquier l¨®gica.
En la sala Jamboree, templo del jazz por excelencia, se celebra estos d¨ªas un festival de boleros. Hasta ah¨ª magn¨ªfico, ?ojal¨¢ se celebraran m¨¢s festivales as¨ª por estos pagos! Para la inauguraci¨®n del certamen han tra¨ªdo a toda una gloria cubana, poco a nada conocida por aqu¨ª: Juana Bacallao. El ¨²nico detalle que chirriaba en la propuesta es que la se?ora en cuesti¨®n atesora la friolera de casi noventa primaveras y tampoco es que sea o fuera cantante sino cabaretera aunque, eso s¨ª, condecorada por Fidel y admirada por Michael Jackson. Miedo daba porque la frontera entre lo pat¨¦tico y lo enternecedor es excesivamente sutil y se suele traspasar con excesiva facilidad. Esta vez no hubo ni de lo uno ni de lo otro, solo fuego, pasi¨®n y ritmo.
FESTIVAL DEL BOLERO
Juana Bacallao.
Jamboree, 6 de junio.
Menuda, algo encorbada, con peluca rubia, lentejuelas y sombrerito tr¨¨s chic, la Bacallao irrumpi¨® desde la parte posterior de Jamboree y con solo ese paseo entre el p¨²blico puesto en pie ya le qued¨® claro a todos y cada uno de los presentes que esa noche iba a ser distinta. Juana Bacallao cant¨® sin cantar, farfull¨® un ingl¨¦s indescifrable, bail¨® solo insinuando los movimientos y habl¨® con la lengua afilada de lustros sobre la tarima. Su sola presencia era como una fuerza de la naturaleza que lo arrasa todo a su paso. Y Jamboree tembl¨® con la guaracha, ri¨® con sus ocurrencias y nadie repar¨® en los achaques de su voz (cualquiera la firmar¨ªa para los noventa y ?hasta para los setenta!). La fuerza portentosa de esa se?ora (?magia blanca??magia negra?) que cada viernes sigue poniendo patas arriba El Gato Tuerto habanero se contagi¨® de inmediato y en Jamboree no hab¨ªa quien no riera, bailara y exteriorizara su felicidad. La Bacallao lo hab¨ªa conseguido insinuando tres o cuatro canciones populares y una manera de decir y no decir las cosas que ser¨¢ muy cubana pero que por aqu¨ª entend¨ªamos a la perfecci¨®n.
Sobre el escenario una r¨ªtmica de hierro, cubanos locales, dirigida con suma inteligencia por el gran Jos¨¦ Luis Cort¨¦s El Tosco (hist¨®rico flautista de la no menos hist¨®rica NG La Banda), lo llen¨® todo de ritmo sabroso, persigui¨® a la Bacallao all¨ª a d¨®nde fue y la recondujo a su lugar cuando fue necesario. Solo por o¨ªr los solos de El Tosco, la velada ya hubiera sido interesante pero, la verdad, esa noche, todos los focos apuntaban en otra direcci¨®n.
Al final ni la Bacallao quer¨ªa dejar el escenario, Juana se va, se va repet¨ªa el coro pero ella no hac¨ªa caso porque estaba en otro mundo y hasta se quit¨® la peluca para mostrase tal como era y enfilar el camino de los camerinos entre el griter¨ªo de la gente y docenas de tel¨¦fonos m¨®viles inmortalizado el momento.
Juana Bacallao regresa ya a su Gato Tuerto pero, la verdad, es que desde el pasado viernes el gato del Jamboree tambi¨¦n est¨¢ tuerto. Como gritaba una buena amiga de la Bacallao: ?Az¨²car!
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