El laberinto del PSOE
La ruptura de los socialistas con su electorado ha sido por su declarada sumisi¨®n a los poderes econ¨®micos y su pertenencia a la vieja pol¨ªtica
No conozco al PSOE por dentro. En realidad, es muy dif¨ªcil conocer a una organizaci¨®n pol¨ªtica. Incluso muchas personas que pertenecen a un partido desconocen los mecanismos de poder, las alianzas insospechadas, las t¨¢cticas inmediatas que los aparatos de poder emplean.
El PSOE hab¨ªa sido siempre un partido ganador o con vocaci¨®n de victoria. Cuando un candidato o equipo fracasaba en sus objetivos era sustituido, con relativamente poco ruido, a las pocas semanas. Esa tendencia se rompi¨® en el congreso de Sevilla cuando Rubalcaba, tras cosechar una tremenda derrota electoral ¡ªno directamente imputada a ¨¦l pero s¨ª simbolizada en su figura¡ª, fue elegido por escasa diferencia como secretario general frente a Carme Chac¨®n. La federaci¨®n andaluza, que siempre ha mantenido el olfato del ganador, apost¨® por el cambio pero no consigui¨® sus objetivos. A partir de ah¨ª, Rubalcaba impuso un equipo y margin¨® sin contemplaciones a todo aquel que no le hubiese apoyado. Una marginaci¨®n que la federaci¨®n andaluza ha sobrellevado con incomodidad pero en silencio.
Esos son errores del pasado pero la historia ha seguido caminando sin esperar al PSOE. El PP los acogot¨® con ¡°la herencia recibida¡± y los inutiliz¨® para ser oposici¨®n en esta nueva fase. Sus dirigentes interiorizaron el discurso de la derecha sin darse cuenta de que, para una buena parte de su electorado, lo peor de Zapatero no fueron sus tibias medidas frente a la crisis sino el rodillazo que en el tramo ¨²ltimo de su gobierno dio a los poderes econ¨®micos. La modificaci¨®n del art¨ªculo 135 de la Constituci¨®n fue el s¨ªmbolo de esta humillaci¨®n y el pase de gran parte de su gobierno a jugosos puestos de la empresa privada a trav¨¦s de la dorada puerta giratoria pusieron el cartel de ¡°abandonad toda esperanza¡± a su electorado. Hasta tal punto el PSOE se ha aislado de la sociedad que ha sido incapaz de sumarse, no digamos ya de protagonizar pol¨ªticamente, a la contestaci¨®n contra los recortes sociales de derechos que ellos mismos pusieron en marcha.
Ahora hay un miedo esc¨¦nico que los agarrota. Temen al fracaso y las viejas voces, tan poderosas y da?inas en esta ¨²ltima fase, les advierten de que no pueden perder el espacio de centro-izquierda, que nada de jugadas atrevidas, que nada de discursos rupturistas con el pasado reciente. No se dan cuenta, en absoluto, del gran cambio social que se ha producido y de que las viejas palabras no designan necesariamente las nuevas realidades. Despu¨¦s de tantos a?os de crisis econ¨®mica una gran parte de la sociedad, incluida aquella que se califica como centro-izquierda, consideren de ¡°sentido com¨²n¡± poner coto a los poderes econ¨®micos, sanear de arriba abajo la pol¨ªtica y acabar con esta salida tremendamente desigualitaria de la crisis econ¨®mica que empieza a parecerse a una jungla infernal. Seguir agarrados al viejo sistema no es ¡°de centro¡± sino suicida.
La ruptura del PSOE con su electorado no es de liderazgo, ni de confianza en su capacidad institucional; la ruptura fundamental ha sido su declarada sumisi¨®n a los poderes econ¨®micos y su pertenencia a la vieja pol¨ªtica. No es, en mi opini¨®n, con viejos pactos de Estado, ni con discursos sectoriales como volver¨¢ a ganar la confianza de la sociedad. Si repasan su propia historia, encontrar¨¢n las claves. Felipe Gonz¨¢lez gan¨® con la promesa de cambio, que hoy tanto le asusta, y Zapatero reconquist¨® el poder al calor de las movilizaciones contra la guerra y la reforma laboral. El viejo centro sociol¨®gico de la transici¨®n ya no existe. La gente es ahora mucho m¨¢s radical en su forma de pensar que hace cinco a?os porque su realidad se ha hecho mucho m¨¢s dif¨ªcil. La necesidad de cambios abarca a casi toda la sociedad y ponerse de perfil ante estas demandas puede suponer la desaparici¨®n pol¨ªtica. Por eso no puedo entender un debate tan light, tan melifluo e interiorizado como el que se est¨¢ produciendo en este tiempo tan crucial. De los laberintos se sale pens¨¢ndolos desde fuera, a no ser que, como advert¨ªa Nietzsche, el laberinto seas t¨² mismo.
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