¡°Esta oficina de servicios sociales nunca ofrece ninguna ayuda¡±
La Guardia Urbana protege la instalaci¨®n asaltada por vecinos de Ciutat Meridiana
¡°Lo siento, pero no hay nada¡±. Esta es una de las frases que m¨¢s pronuncian los trabajadores sociales cuando los vecinos de los diferentes barrios los visitan para pedirles ayudas econ¨®micas o puestos de trabajo. En algunos barrios, con una tasa de parados que desde hace demasiados a?os est¨¢ por las nubes, esta disculpa pesa como una losa. ¡°Desde esta oficina de servicios sociales es imposible que te ofrezcan ninguna ayuda¡±, asegura Khalid, un joven de Ciutat Meridiana, mientras se?ala el centro de servicios sociales con dos motos de la Guardia Urbana aparcadas en la puerta. Los agentes custodian esta instalaci¨®n desde el mi¨¦rcoles, cuando un grupo de 40 vecinos, irritados, asaltaron la oficina destrozando una parte del mobiliario y atemorizando a los trabajadores. Los vecinos acababan de frenar dos desahucios en el barrio.
¡°Los espect¨¢culos de rabia son habituales y comprensibles pero, hasta ahora eran individuales¡±, explica un educador social de otro barrio, que re¨²ne unas condiciones similares a las de Ciutat Meridiana. ¡°Ahora tenemos miedo de que estas protestas se extiendan a otros barrios¡±, explica la misma fuente que a?ade molesta: ¡°Nosotros, los empleados, no somos los culpables¡±. Los trabajadores sociales deben gestionar lo mejor que pueden los pocos recursos de que disponen pero, cada vez m¨¢s, se ven obligados a recurrir a la misma canci¨®n: ¡°Lo siento, pero no hay nada¡±.
La cantinela se ha hecho tan mon¨®tona en barrios como Ciutat Meridiana, en el que el nivel de paro es el m¨¢s alto de la ciudad, que la paciencia de los vecinos parece haberse agotado. ¡°Ya les dijimos a los del Ayuntamiento que este centro no funcionaba, que no serv¨ªa para nada¡±, recuerda Chelo, una mujer de 55 a?os que con los 400 euros mensuales que cobra m¨¢s los 400 de ayuda que recibe su marido tiene que sacar adelante una familia de cinco adultos y un beb¨¦. ¡°Todos los vecinos estamos indignados con esta gente¡±, denuncia Santiago, un joven que se dedica a recoger chatarra. Algunos vecinos incluso han llegado al punto de sentirse molestos por el solo hecho de ver a los trabajadores sociales c¨®mo comen en un bar de men¨² del barrio mientras ellos pasan hambre.
Ante este conflicto, el centro de servicios sociales de Ciutat Meridiana ha cerrado estos d¨ªas sus puertas y est¨¢ previsto que reabra el lunes, pero a partir de ahora con vigilancia policial.
El peligro de esta tensa situaci¨®n, m¨¢s all¨¢ del riesgo que pueden correr los trabajadores, es que los servicios sociales son una de las m¨¢s importantes antenas que los Ayuntamientos tienen en sus calles y su trabajo es de vital importancia para hacer llegar recursos a los m¨¢s necesitados y tambi¨¦n para mantener la cohesi¨®n social, que parece colgar de un hilo en determinadas zonas castigadas por la dura y larga crisis.
¡°Los espect¨¢culos de rabia son comprensibles¡±, dice un trabajador social
Esta semana se ha celebrado en Barcelona el Congreso de Servicios Sociales B¨¢sico. Uno de sus objetivos era precisamente el de dar herramientas a los profesionales para poder gestionar las dif¨ªciles situaciones que deben afrontar a diario. Tras el asalto de Ciutat Meridiana, los colegios profesionales que participaban en el congreso, el de Trabajo Social, el de Educadores y Educadoras Sociales y el de Psicolog¨ªa de Catalu?a, han elaborado un manifiesto para condenar el ataque y dar apoyo a los trabajadores afectados. Pero el escrito tambi¨¦n pone sobre la mesa las carencias de los servicios sociales: ¡°Lo primero que hay que hacer es denunciar la incapacidad de respuesta de los sistemas y circuitos institucionales para cumplir con su obligaci¨®n de garantizar los derechos de las personas y los m¨ªnimos para una vida digna de toda la poblaci¨®n¡±. El manifiesto reconoce tambi¨¦n la labor de las ¡°asociaciones de vecinos y movimientos sociales para dar respuesta a las demandas de la gente¡±, pero advierte que ¡°en ning¨²n caso la v¨ªa es la expresi¨®n de la violencia¡±. Finalmente, reconoce que se ven ¡°sobrepasados y desbordados¡±, ya que ¡°el incremento de la demanda de atenci¨®n no ha ido acompa?ado de la dotaci¨®n de recursos¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.