Reyes tengas, y gobiernen

Ricardo III, rey cainita y malevolente, padre de todas las discordias, coraz¨®n yermo: dichoso quien pase por la vida sin toparse con alguien como ¨¦l. Poco tiene que ver la figura hist¨®rica del monarca con la del d¨¦spota crudel¨ªsimo que Shakespeare recrea un siglo despu¨¦s de su muerte, inspir¨¢ndose en la propaganda de los Tudor, vencedores y sucesores suyos en el trono: perdida la guerra, Ricardo perdi¨® su reputaci¨®n. El protagonista de la obra est¨¢ inspirado, en realidad, en la figura del Vicio, que en las moralidades (teatro aleg¨®rico tardomedieval) personificaba lo peor del ser humano.

Esta versi¨®n arranca con el rosario de apariciones de las v¨ªctimas de Ricardo, que en la obra original tienen su sitio l¨®gico mucho m¨¢s adelante (cuando los cr¨ªmenes ya se han cometido) y con el mon¨®logo inaugural dicho desde detr¨¢s de un tel¨®n trasl¨²cido que, utilizado repetidamente, cortocircuita el fluir normal de la energ¨ªa entre actores y p¨²blico. Tampoco la amplificaci¨®n de las voces ayuda a crear intimidad. Juan Diego, int¨¦rprete del rey matapr¨ªncipes, ha cosido las costuras de su personaje con hilo caricaturesco, como si se hubiera dejado contagiar por alguna de las muchas parodias que de malo tan mal¨ªsimo y deforme se vienen haciendo y hubiera renunciado a mostrar su lado seductor y su aplomo entreverado.

Asunci¨®n Balaguer est¨¢ espl¨¦ndida en cada instante del mon¨®logo de bravura que el Bardo le sirve y Terele P¨¢vez inviste de dignidad moral genuina a la Duquesa Viuda de York. Poco a poco, las muchas bondades del texto tiran hacia arriba de la puesta en escena y del reparto en su conjunto y pueden con todo, decisiones de direcci¨®n y circunstancias de producci¨®n incluidas.

RICARDO III.?Autor: Shakespeare. Direcci¨®n y versi¨®n: Carlos Mart¨ªn, a partir de la dramaturgia de Sanchis Sinisterra. Teatro Espa?ol. Hasta el 28 de diciembre