El socialismo andaluz se examina

21 de diciembre de 2010. Ese d¨ªa empez¨® todo. Un inspector de la polic¨ªa judicial activa una grabadora en un peque?o despacho de la comisar¨ªa de la calle Blas Infante de Sevilla. Delante de ¨¦l est¨¢ Javier Guerrero, ex director general de Trabajo de la Junta de Andaluc¨ªa. Estaba citado para declarar por las irregularidades detectadas en el ERE de Mercasevilla. En la lista de despedidos se hab¨ªa localizado a un prejubilado que nunca hab¨ªa trabajado en la empresa municipal. Raro, muy raro. Era el primer intruso del caso.

Ese martes, v¨ªspera de la loter¨ªa de Navidad, el antiguo alto cargo de la Administraci¨®n aut¨®noma entre 1999 y 2008 se present¨® a la cita encorbatado, con chaqueta y camisa verde a juego. Al inspector lo primero que le sorprendi¨® fue su naturalidad. Dicharachero. Habla y habla. Explica con desparpajo que durante su etapa como director general en la Consejer¨ªa de Empleo hab¨ªa gestionado una partida presupuestaria que le hab¨ªa permitido repartir discrecionalmente hasta 647 millones de euros entre empresas en crisis. Y suelta una bomba sin ser plenamente consciente del significado. ¡°Era un fondo de reptiles para la crisis, con procedimiento distinto, una masa econ¨®mica para empresas que necesitaban respirar¡±.

Acababa de estallar el caso ERE, un esc¨¢ndalo que ha removido los cimientos de la Junta de Andaluc¨ªa y de la poderosa federaci¨®n socialista. El caso acumula ya 229 imputados y el Tribunal Supremo acaba de iniciar una investigaci¨®n a los expresidentes andaluces Manuel Chaves y?Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, y a otros tres exconsejeros, para conocer qu¨¦ papel tuvieron en la creaci¨®n y mantenimiento de una partida presupuestaria que ha sido clave para mantener la paz social en Andaluc¨ªa.

En 2010 no se sab¨ªa que Guerrero era algo m¨¢s que un p¨ªcaro que incluy¨® a su suegra como intrusa en un ERE. Su querencia por el buen vivir le llev¨® a gastar dinero p¨²blico en coca¨ªna, copas y en noches de fiesta. En sus d¨ªas de gloria, con un gin-t¨®nic en la mesa y un cigarrillo Marlboro en la mano, despachaba en un bar de copas las peticiones de favores. La demanda era enorme y algunos d¨ªas se formaban colas.

Y la bola empez¨® a rodar.

Entra en juego la juez Mercedes Alaya, que en enero de 2011 inicia una investigaci¨®n que tiene su ra¨ªz en la declaraci¨®n de Guerrero y que ha destripado las entra?as de la Junta de Andaluc¨ªa. Desde el inicio de la instrucci¨®n, la magistrada deja claro cu¨¢les son sus intenciones. Seg¨²n su tesis, el caso de los ERE no es solo un episodio de corrupci¨®n en el que se ha hecho un uso fraudulento de una partida presupuestaria, sino un sistema dise?ado por la c¨²pula del Gobierno aut¨®nomo con el fin de repartir arbitrariamente dinero p¨²blico. Desde sus primeros autos, Alaya, martillo de los socialistas, apunta a los m¨¢ximos responsables de la Junta. De su pluma punzante sale el s¨ªmil de la pir¨¢mide: Los intrusos est¨¢n en el nivel m¨¢s bajo y en el m¨¢s alto sit¨²a, poco a poco, a los principales rectores del socialismo andaluz desde 1990.

En la Junta se espantan a medida que se van conociendo detalles del fraude. Est¨¢n en estado de shock. Nadie explica por qu¨¦ Guerrero estuvo una d¨¦cada como alto cargo. Nadie sabe... casi nada.

El origen del caso es una declaraci¨®n ante la polic¨ªa de un ex alto cargo

Cuando estall¨® el caso, el PSOE andaluz estaba digiriendo a¨²n el relevo de Manuel Chaves por Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n en la presidencia de la Junta de Andaluc¨ªa, que se produjo en la Semana Santa de 2009. Tras 19 a?os al frente, Chaves dejaba en manos de su amigo el Gobierno aut¨®nomo, pero conserv¨® el liderazgo del PSOE andaluz. Esta bicefalia, en la que pronto surgieron grietas, fue el origen de que se quebrara una amistad de 30 a?os. El caso de los ERE fue la puntilla que rompi¨® la relaci¨®n de los dos dirigentes. Chaves y su antiguo equipo reprochaban a Gri?¨¢n que no hiciera una defensa cerrada de la gesti¨®n de los Gobiernos anteriores. Y Gri?¨¢n y los suyos se quejaban de la herencia envenenada que hab¨ªan recibido.

Gri?¨¢n se rode¨® en el Gobierno de dirigentes de perfil t¨¦cnico de su confianza y en el partido situ¨® en el puesto de mando a promesas procedentes de las Juventudes Socialistas, entre las que se encontraba Susana D¨ªaz, buena conocedora de la maquinaria del PSOE. Pese a que la campa?a de las elecciones auton¨®micas de 2012 estuvo monopolizada por el caso ERE, los socialistas consiguieron conservar, gracias a un pacto con IU, la Junta de Andaluc¨ªa, su gran basti¨®n pol¨ªtico. Tras los comicios, PSOE e IU pactaron una comisi¨®n de investigaci¨®n en el Parlamento sobre los ERE. El cerco de Alaya se fue estrechando y la presi¨®n empez¨® a vencer a Gri?¨¢n. ?l, que se considera un servidor p¨²blico con una intachable hoja en sus 30 a?os de dedicaci¨®n a la pol¨ªtica, no lograba entender que la instructora le se?alase. ¡°Ten¨ªa que haber seguido el rastro del dinero¡±, suele decir.

Desde sus primeros autos, la juez Alaya apunt¨® la teor¨ªa

Finalmente, en el verano de 2013 Gri?¨¢n se dio por vencido: no aguantaba estar en el foco de los ERE. Cre¨ªa que era preciso el relevo generacional y que la persona elegida no tuviera nada que ver con el esc¨¢ndalo. De ah¨ª, entre otras razones, la designaci¨®n de Susana D¨ªaz como sucesora.

La presidenta andaluza ha hecho todo lo posible por marcar distancias con todos y todo lo que estuviera relacionado con el fondo. Su afirmaci¨®n de que los aforados deber¨¢n abandonar el esca?o si son imputados (aunque luego ha matizado que esto solo se producir¨¢ si el Supremo ve delito) ha molestado a los afectados. D¨ªaz sabe lo que representa Chaves en el socialismo andaluz y es consciente de que Gri?¨¢n fue quien le dio el impulso definitivo en su mete¨®rica carrera. Pero tambi¨¦n cree firmemente que no puede titubear en caso de que el Supremo act¨²e contra los aforados.

En las pr¨®ximas semanas, el socialismo andaluz pasar¨¢ probablemente sus momentos m¨¢s duros. Ver a Chaves y Gri?¨¢n (expresidentes federales ambos) haciendo el pase¨ªllo ante el Supremo es una imagen que horroriza al PSOE.

Entre los aforados, los m¨¢s optimistas piensan que el alto tribunal pondr¨¢ orden en un caso que consideran marcado por la "instrucci¨®n pol¨ªtica" de Alaya y acabar¨¢ con su "pesadilla". Otros son m¨¢s prudentes. El Supremo ya ha metido el bistur¨ª en el caso. En contra de la tesis de Alaya, piensa que la causa es perfectamente escindible. Mientras llega el examen final, el PSOE andaluz y el federal aguantan la respiraci¨®n.