El pelirrojo del repertorio result¨®n

Lo que est¨¢ sucediendo con Ed Sheeran es un fen¨®meno asombroso, enti¨¦ndase como afirmaci¨®n literal m¨¢s que enf¨¢tica.

Cerca de 12.000 espectadores, casi todos por debajo de los cuatro lustros, llenaban este martes el Barclaycard Center para seguir a un pelirrojo que se planta en mitad del gigantesco escenario en la m¨¢s completa soledad, respaldado solo por un par de micr¨®fonos y una pedalera de efectos. Podr¨ªamos hallarnos ante el equivalente brit¨¢nico de un cantautor que diera sus primeros pasos en El B¨²ho Real, pero Sheeran es, a sus 23 a?os, un ¨ªdolo de masas que concita m¨¢s cartulinas de adhesi¨®n en la pista del Palacio de los Deportes que en todas las aulas de pl¨¢stica de la ciudad.

No le neguemos su m¨¦rito: lo tiene, y puede que mucho. Otra cosa es que para empatizar con una concepci¨®n tan beat¨ªfica del amor como la que reflejan Kiss me o U.N.I. se requiera una edad manifiestamente biso?a.

Ed practica un pop ultramel¨®dico y optimista, en la l¨ªnea azucarada de James Blunt o Jason Mraz, y lo tamiza con algunos ramalazos de rap y ritmos urbanos que parecen m¨¢s postizos que sinceros. Pero su habilidad para llenar un pabell¨®n sin un solo m¨²sico acompa?ante merece el reconocimiento a su desparpajo y solvencia.

Son ya muchos los trovadores que sobre la marcha graban acordes y ritmos en bucle para acompa?arse. No hab¨ªa hasta ahora ninguno, en cambio, con semejante predicamento popular. Y eso que el recurso, h¨¢bil y atractivo, se vuelve cansino a medida que avanza la noche: despu¨¦s de la brillante Thinking out loud dio la sensaci¨®n de que pod¨ªamos habernos ahorrado el mon¨®tono estiramiento de Give me love o You need me. Pero Sheeran sigui¨® haciendo acopio de suspiro. Quiz¨¢s porque a su repertorio le pase como a ¨¦l: no es guapo, pero s¨ª result¨®n.