El acusado de robar el C¨®dice se desdice y afirma que nunca vio el libro
Casti?eiras dice no recordar su confesi¨®n ante el instructor y afirma que habl¨® entonces porque le amenazaron con encarcelar a su mujer y a su hijo
El ladr¨®n confeso del C¨®dice Calixtino dej¨® de serlo ayer, poco despu¨¦s de las diez de la ma?ana, cuando declar¨® ante el tribunal que lo juzga que no ha visto nunca el valioso manuscrito y que su fortuna (estimada en 2,3 millones de euros) ¡°tiene origen en el trabajo¡±. ¡°Lo que ganaba lo guardaba en casa. En la catedral siempre me pagaban en mano¡±, asegur¨®.
?A los acusados ¡ªel exelectricista de la Iglesia en Compostela, su esposa y su hijo¡ª les quedaba al levantarse por la ma?ana una esperanza, por m¨ªnima que fuera, de que la Audiencia diese la raz¨®n a su abogada y anulase todo el proceso, como pidi¨® esta en la primera sesi¨®n del juicio, bas¨¢ndose en que las pruebas que lo sostienen son ¡°ilegales¡± y en que se han conculcado los derechos m¨¢s b¨¢sicos. Pero las cosas no salieron a pedir de boca. Lleg¨® la segunda jornada, y el presidente de la Secci¨®n Sexta de la Audiencia de A Coru?a, ?ngel Pant¨ªn, anunci¨® que la mayor¨ªa de las evidencias que incriminan a Jos¨¦ Manuel Fern¨¢ndez Casti?eiras segu¨ªan en pie, y que el juicio continuar¨ªa con la declaraci¨®n del presunto ladr¨®n.
Todo el mundo all¨ª esperaba el momento en que el electricista rompiese un silencio que dura desde 2012, cuando reconoci¨® con todo lujo de detalles, primero ante la polic¨ªa y despu¨¦s ante el instructor, Jos¨¦ Antonio V¨¢zquez Ta¨ªn, que se hab¨ªa llevado el C¨®dice empujado por un esp¨ªritu de ¡°revancha¡± contra el de¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªaz. En aquella confesi¨®n tambi¨¦n hab¨ªa admitido que cogi¨® dinero hasta que en 2005 sufri¨® un ictus (pero no despu¨¦s, como s¨ª indicar¨ªan los v¨ªdeos que lo retratan abriendo la caja fuerte) y documentos de la catedral que luego almacenaba sin llegar a leer.
Pero la declaraci¨®n de ayer del electricista, ahora retirado, no se extendi¨® m¨¢s all¨¢ de los 10 minutos. Y habl¨® para desdecirse. Se neg¨® a contestar al fiscal, Antonio Roma, y al abogado que representa a la Catedral, Jos¨¦ Antonio Montero, que ya logr¨® que la Audiencia ordenase hace una semana la transferencia a la Iglesia de los 1,7 millones intervenidos al imputado, supuestamente robados al Cabildo a?o tras a?o. Casti?eiras solo acept¨® responder a preguntas de su letrada, Carmen Ventoso, y eso despu¨¦s de advertir: ¡°Siempre y cuando no sean muchas, porque no me encuentro bien¡±.
Fue entonces cuando empez¨® a desplegarse el plan b de la defensa, una vez visto que las pruebas de cargo no se anulaban: los acusados aseguran que no son capaces de recordar lo que declararon en aquellos interrogatorios de julio de 2012. Y todo porque lo hicieron ¡°bajo presi¨®n¡±. ¡°No s¨¦ lo que declar¨¦. El juez se burl¨® de m¨ª. Me sent¨ª horrible. Me ve¨ªa como una paleta¡±, describi¨® Remedios Nieto, la esposa del exelectricista, con la voz quebrada. ¡°No recuerdo nada. No ratifico mis declaraciones. No lo hice libre y voluntariamente. Me sent¨ª maltratado. Mi mujer e hijo estaban detenidos y me dijeron que ir¨ªan a prisi¨®n si no declaraba. El juez se burl¨® de m¨ª¡±, fue respondiendo, una a una, Casti?eiras, con frases cortas, las cuestiones medidas de su letrada.
Ventoso le pregunt¨® si hab¨ªa visto alguna vez el C¨®dice Calixtino y ¨¦l contest¨® que no: ¡°La polic¨ªa me dijo que lo hab¨ªa encontrado cuando estaba en el calabozo¡±. Seg¨²n ¨¦l, fue as¨ª como se enter¨® de que el tesoro de la bas¨ªlica se hallaba escondido en su garaje, entre sacos de cemento y pienso para conejos, envuelto en peri¨®dicos y en compa?¨ªa de una cornamenta de ciervo y el Libro de las Horas, tambi¨¦n sustra¨ªdo del archivo catedralicio. ¡°Ven¨ªa de tomar un caf¨¦ y me detuvieron junto a la catedral, me metieron en un coche y me llevaron a Milladoiro¡±, cont¨®. A ¨¦l, a su mujer y a su hijo, que llegaron despu¨¦s, les mandaron meterse ¡°en la cocina¡±. ¡°No hab¨ªa ning¨²n abogado conmigo¡±, a?adi¨®.
Seg¨²n la nueva versi¨®n de Casti?eiras, que pas¨® unos meses en prisi¨®n preventiva, no rob¨® nada de la catedral. Solo dedic¨® su vida a trabajar de sol a sol y a escatimar gastos. Y su esposa y su hijo, Jes¨²s Fern¨¢ndez, viv¨ªan absolutamente ajenos a todo, nunca vieron fajos en casa, nunca tocaban sus cosas porque a ¨¦l no le gustaba (el v¨¢stago lleg¨® a hablar del ¡°gran car¨¢cter autoritario¡± de su padre) y jam¨¢s desconfiaron.
El esp¨ªritu austero era compartido por ambos c¨®nyuges. ¡°Ahorr¨¢bamos y viv¨ªamos a nuestro gusto¡±, resumi¨® la mujer, ¡°mi marido anda con los zapatos rotos por no comprar otros¡±. Seg¨²n el relato que fueron hilando los acusados en sus respectivas declaraciones, en realidad, el electricista que marchaba a trabajar a las seis de la ma?ana, volv¨ªa media hora al mediod¨ªa para comer y segu¨ªa trabajando hasta la hora de la cena (cuando no le llamaba un can¨®nigo a horas intempestivas para ¡°cambiar una bombilla¡±), apenas aportaba nada a la econom¨ªa dom¨¦stica. Cada lunes dejaba en la mesilla de noche de Remedios unos 90 o 100 euros para ir al supermercado. Todo lo dem¨¢s corr¨ªa por cuenta de la esposa, que aun as¨ª, trabajando mucho de costurera para f¨¢bricas de A Coru?a y Milladoiro, lograba ahorrar a fin de mes. ¡°Todo es cuesti¨®n de administrarse¡±, ilustr¨® ella al fiscal, ¡°hay quien gana 500 euros y ahorra 40 todos los meses¡±.
Y eso que consegu¨ªa no gastar, la esposa se lo entregaba a su marido con los ojos cerrados. ¡°Yo pensaba que el dinero estaba en el banco. Alg¨²n d¨ªa lo coment¨¦ con mi hijo, que en qu¨¦ banco estar¨ªa todo lo que ahorraba¡±. Y ¨¦l respond¨ªa: ¡°Mam¨¢, no te preocupes, si le pasa algo a pap¨¢, vamos por los bancos y con el carn¨¦ en la mano, malo ser¨¢ que no nos lo den¡±. ¡°Nunca not¨¦ nada extra?o¡±, concluy¨® la mujer. Casti?eiras ahorraba tanto que a nadie en la familia le sorprendi¨® que comprase pisos.
Anuladas las escuchas en casa del electricista
De la larga lista de pruebas y diligencias que la abogada del exelectricista de la catedral de Santiago acusado del robo del C¨®dice Calixtino intentaba tumbar, solo una se vino ayer abajo: las escuchas registradas en junio de 2012 en el domicilio habitual del acusado en Milladoiro, una medida excepcional, sin precedentes en Espa?a, que tom¨® el juez instructor poco antes de la detenci¨®n. Un grupo de agentes entr¨® en la vivienda del extrabajador de la seo aprovechando la ausencia de la familia e instal¨® micros, seg¨²n las indicaciones del juez V¨¢zquez Ta¨ªn, en aquellas habitaciones no destinadas ¨²nicamente a "actos privados".
El presidente de la sala que juzga al electricista, Jos¨¦ Manuel Fern¨¢ndez Casti?eiras, su esposa y su hijo, dijo, durante la segunda sesi¨®n del juicio en Santiago, que la prueba queda anulada porque ¡°contraviene el art¨ªculo 8 del Convenio de Roma¡± y ¡°no afecta solo al secreto de las telecomunicaciones, sino a la vida privada con una intensidad extrema¡±. Para preservar el contenido de aquellas conversaciones del sospechoso registradas en la intimidad del hogar, Ta¨ªn mand¨® en su d¨ªa abrir una pieza separada. La defensa de Casti?eiras critic¨® que no se le diera ninguna informaci¨®n sobre los agentes que se introdujeron en el piso, sobre c¨®mo entraron y acerca de cu¨¢les fueron los resultados. Varias fuentes aseguran que de aquellas escuchas, en realidad, ¡°no sali¨® nada porque Casti?eiras viv¨ªa encerrado en s¨ª mismo y no hablaba¡±.
Pero la medida tomada por la Audiencia asesta un golpe a Ta¨ªn, que ayer fue rematado tambi¨¦n por el presidente del tribunal al reconocer a la letrada que su queja por el tono del instructor en los interrogatorios de 2012 esta ¡°justificada¡±. Esta diligencia, sin embargo, es v¨¢lida. Ayer, chascarrillos de Ta¨ªn incluidos, volvi¨® a o¨ªrse en la sala aquella declaraci¨®n de m¨¢s de dos horas.
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