¡°Aqu¨ª va a haber m¨¢s que sangre¡±, advirti¨® el electricista

El exadministrador Manuel Iglesias, adem¨¢s del exde¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªaz, cuyas declaraciones constituyeron el plato fuerte de ayer, terminaron siendo dos obsesiones para el supuesto ladr¨®n. Al primero lo responsabilizaba del burofax que el 2 de diciembre de 2004 le lleg¨® con la notificaci¨®n de que la seo prescind¨ªa de sus servicios. El electricista ¡ªseg¨²n relata en sus diarios, aconsejado por D¨ªaz, que entonces era solo archivero¡ª peleaba con Iglesias por medio de un abogado para que ratificase un supuesto contrato en el que aparec¨ªa la firma de un anterior de¨¢n (el hoy obispo de Tui-Vigo). Pero el jefe de las cuentas se negaba en redondo. El burofax lleg¨® despu¨¦s de que Casti?eiras acordase con su letrado acudir al juzgado.

Ayer, Iglesias describi¨® ¡°dos conatos¡± de agresi¨®n. ¡°Me dijo que conoc¨ªa todos mis h¨¢bitos de vida. Que le hab¨ªa pagado 300 euros a un marroqu¨ª para que me diese una paliza, y que era el dinero mejor empleado de su vida. Me lo tom¨¦ a broma, pero una vez un hombre con apariencia de marroqu¨ª me dijo en la puerta de la catedral que un d¨ªa tratar¨ªa unas cuestiones conmigo¡±. ¡°Otra vez¡±, continu¨®, ¡°Casti?eiras se present¨® en traje de faena, con un palo, me dijo que no saliera a dar misa y me amenaz¨®: ?Aqu¨ª va a haber m¨¢s que sangre! Al final, termin¨® ayud¨¢ndome, con la funda puesta y todo, en el altar¡±.

D¨ªaz tambi¨¦n cont¨® que el electricista, hasta entonces cordial, se volvi¨® ¡°agresivo¡± con ¨¦l cuando en 2006 fue nombrado de¨¢n. ¡°No entendi¨® que yo no tuviera poder para hacerlo fijo, que el de¨¢n no es m¨¢s que un primus inter pares¡±. La supuesta venganza contra este sacerdote, adem¨¢s de otros presuntos robos en su casa y en el archivo, fue el secuestro del libro: ¡°Quiz¨¢s me oy¨® decir que el mayor disgusto de mi vida ser¨ªa que le pasase algo al Calixtino¡±. Y no debi¨® de tenerlo tan dif¨ªcil como parec¨ªa hasta ahora. Un medievalista del archivo asegur¨® ayer que el manuscrito se guardaba en una c¨¢mara acorazada ¡°siempre con las llaves puestas¡±, tras otra puerta que de d¨ªa tiene la llave colgando, y una m¨¢s, esta s¨ª, cerrada a cal y canto.