El juicio del C¨®dice se enfanga en un aluvi¨®n de facturas del electricista
La defensa lo f¨ªa todo a demostrar la autenticidad de recibos y contratos con la Iglesia para probar que los ingentes ingresos de Casti?eiras eran fruto de un intenso trabajo
Las puertas de los juzgados de Santiago, atoradas hace una semana de enviados especiales y unidades m¨®viles que empezaban a hacer guardia a las siete de la ma?ana para entrar en directo en un sinf¨ªn de programas, amanecen ahora desiertas porque el inter¨¦s por el caso C¨®dice se ha desplomado y -con excepci¨®n del electricista, su familia y la catedral- apenas importa a nadie lo que pase all¨ª. Ya no es necesaria hoy la nube de polic¨ªas nacionales que custodiaban la entrada, y los guardias civiles encargados del control de accesos les conocen de sobra la cara a los pocos periodistas que siguen yendo a diario. El juicio (que la primera semana sorprendi¨® cuando el supuesto ladr¨®n que en su d¨ªa hab¨ªa confesado se declar¨® completamente inocente, o cuando desde el seno de la propia Iglesia se reconoci¨® que se ocultaba la desaparici¨®n de millones de euros) se ha quedado reducido a una cuesti¨®n de facturas. La abogada de Jos¨¦ Manuel Fern¨¢ndez Casti?eiras, y de su mujer y su hijo (que tambi¨¦n se sientan en el banquillo por un supuesto delito de blanqueo) se lo juega todo a demostrar que el que fue electricista aut¨®nomo de la catedral de Santiago trabajaba sin tregua, y que la fortuna amasada procede en buena parte de lo que cobraba por ello a los curas.
La finalidad es salvar lo que pueda del dinero incautado en los registros policiales (1,7 millones) y las dos propiedades inmobiliarias de la familia que podr¨ªan ser subastadas para saldar el supuesto lavado de capitales (el ¨¢tico en A Lanzada y el piso del hijo en Milladoiro). Por eso las preguntas de la letrada a los testigos tienen como objetivo demostrar la autenticidad del aluvi¨®n de facturas que present¨® como prueba durante la instrucci¨®n. La mayor parte del tiempo se va en buscar los folios dentro del sumario y en exhib¨ªrselos a los can¨®nigos que van pasando por la sala para que admitan que es su firma la que va al pie de los documentos de cobro. Y casi todas las veces lo hacen: en su momento dieron el visto bueno a numerosas facturas que les iba presentando el electricista por trabajos en las ¨¢reas que les correspond¨ªan dentro de la catedral. Fueron much¨ªsimas, incluso varias cada mes durante a?os, aunque la abogada Carmen Ventoso no ha podido presentar originales de todas ellas, sino fotocopias, y el letrado de la acusaci¨®n, Jos¨¦ Antonio Montero, puso ayer en duda varias por aparecer duplicadas o sin firmar. ¡°No tenemos un archivo de todos los originales de los documentos que demuestran lo que este se?or gan¨® desde 1970¡±, protest¨® la defensa.
De todas formas, el vetusto sistema el¨¦ctrico de la bas¨ªlica compostelana fallaba mucho y requer¨ªa constante atenci¨®n. Lo confirmaron ya varios religiosos. ¡°La catedral es un monstruo, con todo el aparato t¨¦cnico que requiere¡±, lleg¨® a describir Alejandro Barral, que fue can¨®nigo presidente de la Comisi¨®n de Cultura y director del museo. Cuando el cabildo acord¨® despedir al aut¨®nomo y le notific¨® que en adelante prescind¨ªa de sus servicios, seg¨²n Barral ¡°no fue porque no estuvieran satisfechos¡± con Casti?eiras: ¡°No fue un asunto de malquerencia sino de necesidad t¨¦cnica lo que produjo el cambio¡±. Quer¨ªan confiar el mantenimiento el¨¦ctrico a una empresa ¡°porque era necesaria una atenci¨®n de 24 horas los 365 d¨ªas del a?o¡±.
Entre los trabajos facturados, que pagaba siempre el administrador en mano, hay muchos por valor de entre 200 y 400 euros, pero tambi¨¦n otros de presupuesto m¨¢s alto, como uno del a?o 2000 por importe de m¨¢s de 1,2 millones de pesetas. El can¨®nigo Ramiro Calvo, que tambi¨¦n compareci¨® como testigo, cont¨® que Casti?eiras hac¨ªa muchos trabajos por iniciativa propia. Los religiosos llamaban a su exelectricista ¡°cuando necesitaban algo¡±, aunque ¡°pr¨¢cticamente siempre actuaba por su cuenta, porque para eso estaba ah¨ª", dijo el sacerdote: ¡°?l andaba por all¨ª y ¨¦l ve¨ªa lo que hab¨ªa que arreglar¡±.
Junto a la ingente documentaci¨®n que blande Ventoso para demostrar todos los servicios prestados por el electricista, hay varios contratos que la Iglesia no reconoce. Considera que fueron redactados por el propio Casti?eiras en su constante empe?o por conseguir regularizar su situaci¨®n laboral con un puesto indefinido (o ¡°vitalicio¡±, como llega a recoger uno de los presuntos contratos). Lo intent¨® tanto en la catedral como en el seminario mayor. Ayer, Manuel Ferreiro, antiguo rector de esta instituci¨®n eclesial, reconoci¨® su firma en un contrato que present¨® en su d¨ªa Fern¨¢ndez Casti?eiras para pedir a otro rector posterior una indemnizaci¨®n por despido. No obstante, Ferreiro neg¨® con rotundidad haber rubricado ese escrito porque ¨¦l no se encargaba de eso, sino ¡°la gestor¨ªa¡±, y nunca hab¨ªa ¡°contratado a ninguna persona¡±. Tambi¨¦n rechaz¨® la autenticidad de un presupuesto para electrificar el claustro con membrete de una firma compostelana de instalaciones el¨¦ctricas que supuestamente habr¨ªa subcontratado los trabajos a Casti?eiras. Ese contrato no fue posible porque, durante el tiempo que ¨¦l fue rector, el seminario ¡°rompi¨® relaciones¡± con esa conocida empresa de la ciudad. La abogada lleg¨® a llamar a Casti?eiras a su mesa para que confirmase si el sello que aparec¨ªa en el papel era el del seminario mayor, y el electricista dijo que s¨ª. Efectivamente, era uno de los sellos del seminario, pero Manuel Ferreiro, que hab¨ªa sido solicitado como testigo por la defensa, volvi¨® a poner en evidencia los papeles: ¡°Mientras fui responsable, este sello no rigi¨®. Lo recuperaron despu¨¦s de irme yo¡±.
Entre las personas que testificaron ayer, tambi¨¦n lo hizo Ram¨®n Yzquierdo, director t¨¦cnico del Museo Catedralicio. Reconoci¨® varias carpetas de documentos correspondientes a su departamento que hab¨ªan desaparecido y fueron halladas en los registros del domicilio habitual de Casti?eiras. ¡°Not¨¦ bastantes veces que faltaba documentaci¨®n que le llevaba al de¨¢n de entonces, Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªaz¡±, explic¨®. ¡°De hecho, al final no le llevaba nunca los originales porque le desaparec¨ªan. Hubo que repetir documentos bastantes veces¡±.
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