El electricista ocult¨® durante 40 a?os su enfermedad mental
Seg¨²n un informe psicol¨®gico, la esposa no detect¨® su s¨ªndrome acumulador
Remedios cos¨ªa y cos¨ªa sin pausa en su m¨¢quina mientras Manolo contaba y contaba en silencio tras el cortin¨®n que ella hab¨ªa hecho para dividir en dos la habitaci¨®n m¨¢s productiva de su casa. Era un tel¨®n tupido, de color ocre dorado, que jam¨¢s se descorr¨ªa y tras el que el exelectricista de la catedral iba escondiendo su tesoro en forma de billetes y cantidad de cartas y documentaci¨®n ajena. En la parte delantera de ese cuarto, en el modesto 1?E que el matrimonio compr¨® con hipoteca a finales de los 70 (el primer edificio alto que tuvo Milladoiro), la modista recib¨ªa a sus clientas, ajenas a la fortuna acumulada en la trastienda. Cada c¨®nyuge ten¨ªa su propia televisi¨®n, ¨¦l con v¨ªdeo y un mont¨®n de pel¨ªculas que no dejaba tocar a nadie. Aquel rinc¨®n tras la cortina, describi¨® ayer el psic¨®logo privado que diagnostic¨® a Manuel Fern¨¢ndez Casti?eiras despu¨¦s de salir de prisi¨®n, era su ¡°sancta sanctorum¡± y lo custodiaba con ¡°celo¡±.
Seg¨²n este mismo especialista, el ¨²nico que lo estudi¨® (porque el electricista se neg¨® al examen del Imelga, pese a que se habr¨ªa podido tener en cuenta a su favor en el juicio), a su familia le ¡°ten¨ªa vetado el acceso¡±. A trav¨¦s de casi 15 sesiones con entrevistas y pruebas en su gabinete de Vilagarc¨ªa, Casti?eiras, que acudi¨® a consulta ¡°obligado¡± por su esposa, fue desvelando episodios de una supuesta enfermedad mental que se manifest¨® en la adolescencia, se sumi¨® en un periodo de latencia durante la mili, y volvi¨® a aflorar ya para siempre al cumplir los 24. Desde entonces y hasta los 63, cuando fue detenido, ingres¨® en la c¨¢rcel de Teixeiro y la polic¨ªa sac¨® a la luz los miles de papeles, divisas y millones de euros que atesoraba, presuntamente nadie presinti¨® su dolencia.
Robado el 4 de julio, al filo de las ocho de la ma?ana
La c¨¢mara de seguridad del claustro que seg¨²n creen los investigadores capt¨® el momento en que Jos¨¦ Manuel Fern¨¢ndez Casti?eiras rob¨® el C¨®dice Calixtino marca una fecha, el 4 de julio de 2011, y una hora, las ocho menos diez. El electricista aparece en el plano de la imagen, el lateral del claustro donde, en ¨²ltimo t¨¦rmino, se sit¨²a la puerta del Archivo; recorre el pasillo arrimado a la pared; entra un par de minutos en un cuarto, probablemente el aseo; y sigue recto hasta el fondo. A¨²n no han dado las ocho cuando desaparece por la puerta cerrada con llave que conduce a la c¨¢mara del C¨®dice y vuelve a aparecer transcurrido algo m¨¢s de un minuto. Despu¨¦s abandona el claustro por el lado opuesto al que ha elegido para entrar y desaparece. En el archivo, adem¨¢s de la puerta principal, ha tenido que superar otra que tambi¨¦n suele estar cerrada con llave, y alcanzar ya sin problema la c¨¢mara, un peque?o espacio blindado que, parad¨®jicamente, seg¨²n relataron ya varios testigos en el juicio, siempre ten¨ªa las llaves puestas. El electricista viste su habitual cazadora, una prenda suficientemente holgada en la que otra c¨¢mara, la del despacho del administrador, ya lo ha inmortalizado muchos d¨ªas atr¨¢s encartando dossieres y libros contables que se lleva a hurtadillas.
En la antepen¨²ltima sesi¨®n del juicio, y pese a la resistencia constante de la abogada defensora (que opina que pudieron ser manipuladas) se vieron todas estas grabaciones; la del claustro y las de administraci¨®n. Cuando Casti?eiras coge fajos de billetes de la caja fuerte, lo hace despacio, en apariencia con una calma extrema y de forma selectiva. No se intuye en los v¨ªdeos la ansiedad o la compulsi¨®n diagnosticadas por el psic¨®logo. Entre 2000 y 2012, seg¨²n un informe del actual administrador de la bas¨ªlica, faltaron 2.129.000 euros.
El perito, que acudi¨® a testificar a petici¨®n de la defensa, dijo que el acusado del robo del C¨®dice y de algo m¨¢s de dos millones de euros de la catedral de Santiago sufre un ¡°s¨ªndrome de acumulaci¨®n compulsiva¡±, una ¡°obsesi¨®n que no puede controlar¡±. Est¨¢ dominado por una ¡°ansiedad¡± que se dispara cuando ve el objeto que desea y solo ¡°baja a niveles normales¡± cuando lo tiene en su poder, explic¨®, ¡°hasta que vuelve a subir¡±. Su trastorno ¡°acaparador¡±, su ¡°coleccionismo patol¨®gico¡±, es de tipo ¡°documentalista¡±, sigui¨® defendiendo el psic¨®logo. Casti?eiras acumulaba papel, y por supuesto tambi¨¦n billetes si eran ¡°f¨¢cilmente asequibles¡± y se le presentaban ¡°sin control¡±. ¡°Si estuvieran bajo llave tendr¨ªamos que hablar de una cleptoman¨ªa¡±, dijo, pero rechaz¨® esa posibilidad en el caso del procesado por robo porque ¡°habr¨ªa tenido problemas legales mucho antes¡±.
Hay dos circunstancias que, sin embargo, no tuvo este diagn¨®stico: la primera, que entre las 105 llaves incautadas por la polic¨ªa, Casti?eiras ten¨ªa copia de la de la caja fuerte del templo y de las del Archivo, donde se guardaba el C¨®dice. Y la segunda, que hac¨ªa una d¨¦cada que el administrador del cabildo hab¨ªa detectado que faltaba dinero una y otra vez (hasta superar el mill¨®n de euros de descuadre entre 2005 y 2007), pero este religioso se lo callaba.
Seg¨²n el psic¨®logo, y aunque estos ¡°acumuladores¡± son ¡°m¨¢s organizados¡± que los enfermos de Di¨®genes, lo normal ser¨ªa que el material hubiese desbordado el cortin¨®n ¡°campando a sus anchas por la casa¡±, ¡°invadiendo el espacio vital¡± y alertando a una familia que, en este caso, tal y como pretende demostrar la defensa para librar a esposa e hijo de un delito de blanqueo, no se habr¨ªa enterado. Pero Casti?eiras, con el tiempo, reparti¨® su fortuna por todos los inmuebles que compr¨®, tambi¨¦n el piso del chico. Y a nadie le llamaba la atenci¨®n. Despu¨¦s, ya preso y vigilado, sigui¨® con su compulsi¨®n: junt¨® todos los tiques de cafeter¨ªa de la c¨¢rcel, y al quedar en libertad provisional se los llev¨® a casa.
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