¡®The Big Bang Theory¡¯ y su realidad cient¨ªfica
El asesor de la serie, David Salzberg, cuenta algunos de sus entresijos a los alumnos de F¨ªsica de la Universidad de Barcelona
La ficci¨®n ha dado a David Salzberg un p¨²lpito que dif¨ªcilmente le ofrece la clase de su facultad. La f¨ªsica y la astronom¨ªa que imparte en la Universidad de California le han dado la oportunidad de llevar sus investigaciones a la Ant¨¢rtida o colaborar en el experimento del Gran Colisionador de Hadrones. Ese mundo rompi¨® sus costuras cuando en 2006 ¡°el amigo de un amigo de un amigo¡± le pidi¨® que asesorara a los guionistas de la serie The big bang theory, cuya audiencia lleg¨® en la s¨¦ptima temporada los 20 millones de espectadores.
Salzberg volvi¨® a subirse ayer a la tarima de una clase, con mesa, pizarra y proyector. Pero los alumnos de F¨ªsica de la Universidad de Barcelona, que abarrotaron el aula 105, apenas pod¨ªan dejar de escuchar el relato que iba trazando un tipo dicharachero y bromista, que empieza a desgranar un ampl¨ªsimo curr¨ªculo defini¨¦ndose como una ¡°part¨ªcula¡±, lo que por supuesto incluye ¡°la astropart¨ªcula¡±. Salzberg acudi¨® a la facultad aprovechando su visita a la capital catalana para participar en el Sal¨®n del C¨®mic, que este a?o est¨¢ especialmente dedicado a la ciencia ficci¨®n.
El auditorio escuch¨® ensimismado algunos de los entresijos de la serie. ¡°Yo no escribo ni hago los chistes, tal vez uno¡±, ironiz¨® Salzberg. Pero ninguna broma, situaci¨®n disparatada, conversaci¨®n o experimento de Sheldon, Leonard, Raj o Howard no pasan por su mesa. Lo ilustra con alg¨²n video, como en el que Leonard farda ante Penny de poder hacer levitar una aceituna dentro de un vaso que antes se ha encargado de agitar. ¡°Eso es la fuerza centr¨ªfuga¡±, se defiende ella. ¡°Centr¨ªpeta¡±, le replica Leonard. El auditorio, entregado, suelta una enorme carcajada. El profesor afirma que al principio lo ten¨ªa f¨¢cil: los cuatro protagonistas se dedicaban a ¨¢reas del conocimiento que controla. ¡°Los problemas llegaron con los nuevos personajes¡±, admite. Es decir, cuando aparecieron bi¨®logos moleculares o neurocient¨ªficos. Y ah¨ª, reconoce, se cometi¨® alg¨²n desliz.
Los guionistas y los actores acudieron a la facultad de Los ?ngeles en la que imparte clases para departir con estudiantes e investigadores. Incluso visitaron alguno de sus apartamentos para inspirarse para el decorado. Su trabajo, cuenta consiste en atender sus llamadas y correos, indicar d¨®nde pueden comprar materiales o mandar v¨ªdeos o fotograf¨ªas sobre las situaciones que se proponen recrear. Pero la prueba del algod¨®n est¨¢ en el plat¨®. All¨ª se emplean unas tres horas para grabar un episodio de 22 minutos. Y se comprueba si los chistes funcionan o no. A pesar de que, insiste, ¨¦l no escribe los chistes, Salzberg ha logrado hacer gui?os a trav¨¦s de la pantalla. Un d¨ªa, narra, puso en la pizarra del aula a la que acuden los protagonistas la soluci¨®n a un examen de sus alumnos. Otras veces lo hace a trav¨¦s de alg¨²n contenido cient¨ªfico que propone para el guion.
Un estudiante le pregunta si ser asesor de esa serie es lo m¨¢s cerca que puede estar un f¨ªsico de ser famoso. Se rasca la cabeza. Tal vez ¨¦l no lo sea tanto. ¡°Es curioso, entiendo que los actores no tienen su correo al alcance de todo el mundo, pero yo s¨ª. Y no me llegan muchos correos¡±, dice. Pero tambi¨¦n es consciente de que esa serie tiene una audiencia infinitamente superior a la de cualquier trabajo acad¨¦mico. Muchos telespectadores, por ejemplo, deben haber tecleado ya en Google las palabras ¡°materia oscura¡± a la que que se refieren los personajes de la serie. Y pone el ejemplo de una estudiante de secundaria de Chicago, Olivia, que se puso a calcular la velocidad con la que giraba la Tierra alrededor del Sol a partir de una escena. El dato con el que part¨ªa para hacerlo era complicado: los cinco segundos que duraba un beso que Leonard le dio a Leslie. Pero lo hizo. Los c¨¢lculos no le sal¨ªan y mand¨® un correo a Salzberg. Y ¨¦l todav¨ªa lo guarda como oro en pa?o.
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