La Dharma sigue igual
Fiesta, nostalgia y reivindicaci¨®n pautaron la noche en la sala Oval
Han pasado cuarenta a?os, pero la Dharma sigue igual. S¨ª, es cierto, no hay tantas melenas propias de Angela Davis, ahora quedan dos pero mucho menos salvajes, y faltan f¨ªsicamente dos miembros que han desdibujado el contorno de grupo familiar que a pesar de todo a¨²n mantiene la banda, pero en la fiesta de celebraci¨®n de cuatro d¨¦cadas de m¨²sica, hab¨ªa momentos en los que nada parec¨ªa haber cambiado. No en lo externo, l¨®gicamente, pero por lo que hace al entorno ideol¨®gico del grupo y a su forma de expresarlo, como si la justicia fuese los m¨¢s natural en la sustancia humana y la injusticia un maquiav¨¦lico invento de cuatro se?ores muy malos, s¨ª se pod¨ªa palpar una suerte de deliciosa ingenuidad hippie. Los tiempos han cambiado y se imponen sarcasmo y descreimiento, pero la Dharma no entiende de otra cosa que no sea un humanismo reivindicativo ahora acunado por un independentismo que parece la purga de Benito. Cuatro d¨¦cadas no les han movido. ¡°Contra el fusell un somriure¡±.
Y en estos cuarenta a?os la Dharma ha ido acentuando poco a poco su car¨¢cter festivo, de rondalla, de marching band made in Sants. Todo y que la sala Oval del MNAC tiene de festivo lo que la Dharma de heavy metal, el grupo de los Fortuny conect¨® con el p¨²blico cuando esas melod¨ªas que da igual se titulen Inanna, Correfoc o Ball llun¨¤tic porque todo el mundo las reconoce como Dharma, incitaban al p¨²blico a ponerse en pie. Lo hizo por vez primera con Carlos N¨²?ez, uno de los invitados de la noche, quien con su gaita insufl¨® ¨¢nimos a un p¨²blico ya granado que lleg¨® al concierto con una retenci¨®n de palmas a las que hubo de dar salida durante la actuaci¨®n. Es cierto que el sonido no ayud¨®, sonorizar un espacio como la Oval es muy complejo, pero tampoco result¨® tan lamentable como para que la fiesta resultase incompleta.
Entre lecturas de poemas del desaparecido Josep Fortuny ¨Cse encargaron Muriel Casals, Empar Moliner y Montserrat Carulla- y el desfile de invitados ¨CToti Soler, Blaumut y el antedicho N¨²?ez- la fiesta s¨®lo tuvo como ligero contratiempo la ejecuci¨®n de composiciones menos bailables, dictadas por un entorno no tan favorable a ellas como el aire libre. A¨²n con todo, las sillas se hicieron innecesarias a partir de la mitad del concierto y ya todo fue celebraci¨®n. Celebraci¨®n y recuerdo a los que ya no est¨¢n, otro de los lugares comunes de un grupo realmente ins¨®lito. Han conseguido ser para muchos tan representativos de Catalunya como las tres ¡°P¡± de Sisa: ¡°Patir, pagar, pencar¡±.
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