El Cru?lla toca la gloria
Lauryn Hill amag¨® con un buen concierto. Franz Ferdinand y Sparks y Damian Marley se llevaron el gato al agua
Un asistente disfrazado de vaca con nulo sentido del rid¨ªculo y una despedida de soltera/o: el Cru?lla, como todo festival que ofrezca ambas estampas, ya es popular. Tanto que en su segunda jornada fue visitado por 22.000 personas, r¨¦cord del festival, que sumadas a las 17.000 visitas del primer d¨ªa arroja unos n¨²meros ya estimables que hacen pensar en que su modelo de festival popular y generalista propuesto con tes¨®n desde hace a?os comienza a cuajar. En lo art¨ªstico Lauryn Hill, responsable del tir¨®n de p¨²blico de la segunda jornada, ofreci¨® un tercio de concierto estupendo que dej¨® entrever lo que puede llegar a hacer en escena, cosa que dejaron patente y a las claras Franz Ferdinand y Sparks en su espasm¨®dica y oxigenante actuaci¨®n conjunta, broche al paso por escena, pulcro sin m¨¢s, de Emel¨ª Sand¨¦ y Aloe Blacc, oscurecidos por un Damian Marley que hizo de su reggae una de las ense?as de la noche. El Cru?lla ha vivido su edici¨®n m¨¢s exitosa.
En consecuencia con ello los responsables del festival tienen que seguir su apuesta y mejorar una producci¨®n que en la noche del s¨¢bado comenz¨® a ver sus costuras peligrar: poco servicio en algunas barras, colas interminables en los lavabos femeninos ya a primera hora y p¨¦sima ubicaci¨®n de alguno de ellos en zonas de tr¨¢nsito que se ve¨ªan yuguladas por las mismas colas. Nada irreparable, pasando por encima de que las mujeres que asisten a un festival deber¨ªan de ser objeto de un homenaje por la paciencia que se les exige en todas ellas a la hora de ir al lavabo (en el Cru?lla no hab¨ªa m¨¢s de un centenar a su disposici¨®n). El festival se est¨¢ haciendo grande y es justo ahora cuando ha de tomar decisiones de liga mayor.
En lo art¨ªstico destac¨® Lauryn Hill, que deb¨ªa hacer un concierto de hora y media. La primera media fue de retraso --a la hora de inicio a¨²n estaba en el hotel--; la segunda, ya en escena, fue de ajuste, con Lauryn dando ostensibles ¨®rdenes para arreglar un desaguisado sonoro que omit¨ªa su voz, enmudec¨ªa a las coristas, empastaba una banda excelente y hac¨ªa pensar en qu¨¦ tipo de prueba de sonido se hab¨ªa hecho antes. Por fin, la tercera media hora fue de concierto, ocupado entre otras por tres versiones (dos obvias de Marley, Jammin y Is This Love, y el Killing Me Softly de Roberta Flack) y una toma sensacional de Doo Wop (That Thing) que ense?¨® lo que podr¨ªa haber sido todo el concierto si Lauryn hubiese querido: simplemente uno de los mejores no ya del festival sino de la temporada. Pero no lo fue. La responsable del tir¨®n popular del Cru?lla se sabote¨® ante una multitud.
Con Damian Marley sonando en condiciones y actuando todo el rato bajo una bandera jamaicana ondeada en escena por si alguien pensaba que es ecuatoriano, el otro gran concierto lo dieron Franz Ferdinand con Sparks. Si Caitlin Moran asegura que la sexualidad masculina es como el My Sharonna de The Knack, estando en el Cru?lla podr¨ªa haber conjeturado que tambi¨¦n la podr¨ªa comparar, por igual de nerviosa, aunque menos compulsiva, elemental y reiterativa, con el repertorio conjunto de FFS. Concierto espl¨¦ndido con temas compuestos para su disco conjunto, versiones de Franz Ferdinand, interminable eyaculaci¨®n precoz adolescente, un ox¨ªmoron, y varias piezas, impagables, del d¨²o norteamericano, sexo marciano en la ¨®pera, hieratismo, el de Ron Mael, junto a la expansividad de su hermano Rusell, posturas imposibles ejemplificadas por lo giros vocales de This Town Ain't Big Enough For Both Of Us, seducciones chocantes como las melod¨ªas de The Number One Song In Heaven o de Achoo y un soterrado sentido del humor autopar¨®dico del espect¨¢culo. Fue un espl¨¦ndido broche, antes de abandonarse a la fiesta completa, para un festival popular donde incluso hay p¨²blico sin tatuajes. Lo de las barbas es en ellos como los pantalones cortos en ellas: una plaga que no computa como descripci¨®n de p¨²blico.
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