Esta vez va en serio
Que el 27-S no se decida el s¨ª o el no a la independencia no quiere decir que estemos ante unas elecciones cualquiera
Los ciudadanos que acudieron a las urnas el 9-N sab¨ªan que con su voto no estaban decidiendo nada y que, saliese lo que saliese de aquel ¡°acto participativo¡±, poca cosa iba a cambiar en sus vidas al d¨ªa siguiente o en las semanas por venir. Algo muy distinto de lo que ocurrir¨¢ el pr¨®ximo 27-S. Esta vez la cosa va en serio.
Solo Junts pel S¨ª y la CUP consideran que lo que tendr¨¢ lugar ese domingo ser¨¢ un plebiscito disfrazado de elecciones auton¨®micas. Las otras cinco candidaturas que se presentan con posibilidades de obtener diputados no lo ven as¨ª, y, por tanto, no leer¨¢n los resultados en esa clave. M¨¢s claramente: son los cientos de miles de catalanes que votar¨¢n a esos partidos quienes no aceptar¨¢n que se haya refrendado nada ese d¨ªa, y no digamos si las papeletas que representan el supuesto ¡°s¨ª¡± no llegan al 50% de los votos. Ah¨ª, amigos, vamos a tener un problema de verdad.
Ahora bien, que el 27-S no se decida el s¨ª o el no a la independencia no quiere decir que estemos ante unas elecciones cualquiera. Esta vez los resultados pueden tener unas consecuencias que vayan mucho m¨¢s all¨¢ de decidir el color pol¨ªtico del Govern para los pr¨®ximos cuatro a?os. Si las fuerzas independentistas suman 68 esca?os o m¨¢s y cumplen lo que tienen pactado, se abrir¨¢ un conflicto pol¨ªtico sin precedentes en las d¨¦cadas transcurridas desde el final de la dictadura.
Se disfrace como se quiera, la ejecuci¨®n de la ¡°hoja de ruta¡± ser¨ªa un ataque directo al orden constitucional, y eso no hay Estado en el mundo que lo pueda aceptar. Quienes han dise?ado el plan lo explican siempre de forma que parecen dar por sentado que el Estado permanecer¨¢ poco menos que cruzado de brazos durante meses viendo c¨®mo se ponen las bases de su futura destrucci¨®n. Se esperan algunas dificultades, por supuesto, pero nada que no sea superable mediante la voluntad de la naci¨®n en marcha, sobre todo si se mantiene unida. Luego vendr¨ªa la ¡°desconexi¨®n¡± sin coste alguno y la llegada a ?taca sin mayor contratiempo.
Las cosas, a nadie con dos dedos de frente se le escapa, van a ser un pel¨ªn m¨¢s complicadas, y estos d¨ªas ya estamos teniendo alg¨²n ejemplo de ello. La electoralista reforma-expr¨¦s de la ley org¨¢nica del Tribunal Constitucional promete grandes emociones futuras, y las contundentes declaraciones de Angela Merkel, por mucho que la vicepresidenta Neus Munt¨¦ haya intentado pat¨¦ticamente darles la vuelta, dejan claras las complicidades internacionales que una declaraci¨®n unilateral de independencia puede esperar.
Mejor no llamarse a enga?o. Dos importantes intelectuales nada sospechosos de espa?olismo como son Josep Fontana y Jordi Borja han recordado recientemente que la independencia de un pa¨ªs solo puede alcanzarse por dos v¨ªas: mediante un proceso pactado con el Estado o mediante una acci¨®n insurreccional. La primera, de momento, parece cerrada. As¨ª las cosas, quienes el 27-S coloquen en la urna la supuesta ¡°papeleta del s¨ª¡± ?son conscientes del precio que tocar¨¢ pagar si de verdad se pone en marcha el plan que avalar¨¢n con su voto?
La ¡°desconexi¨®n¡± indolora y festiva no se va a producir, y quienes nos la venden lo saben perfectamente. Si la hoja de ruta no es un farol, vamos a transitar un camino que, con los jugadores actuales, solo puede desembocar en una situaci¨®n que se resuelva por la fuerza; de la ley y los tribunales en el mejor de los casos; con violencia en el peor. Y llegada esa situaci¨®n, como muy sensatamente se?al¨® Josep Fontana en una reciente entrevista en TV3, no parece que sea ¡°Catalu?a¡± (l¨¦ase, los independentistas catalanes) quien disponga de las mejores bazas.
Alguien podr¨ªa pensar que ah¨ª est¨¢ la clave; que los dirigentes de Junts pel S¨ª no pueden ignorar que eso es lo que va a pasar, y que, por tanto, si nos llevan a todos hacia ese pozo es porque est¨¢n jugando al ¡°cuanto peor, mejor¡±: mostremos el rostro m¨¢s desalmado y represivo del Estado espa?ol, porque puede que esta vez no ganemos, pero lo tendremos mejor para el partido de vuelta. Todo sea dicho, en c¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª, las responsabilidades est¨¢n repartidas; desde hace tiempo, el gobierno espa?ol y su partido comparten esa estrategia: ?qu¨¦ mejor baza para su campa?a electoral de oto?o que un Parlament en franca rebeld¨ªa?
Francisco Morente es profesor de Historia Contempor¨¢nea en la UAB.
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