No lo descarten
Quiz¨¢ en el sector moderado de CDC, los hay que tiene un plan B, la repetici¨®n de las elecciones catalanas. Y el fin pol¨ªtico de Mas
Se ha repetido en infinidad de ocasiones que, al margen de los estragos que haya podido causar en la propia sociedad catalana, el proc¨¦s ha provocado una fractura en buena parte de sus formaciones pol¨ªticas (PSC, ICV, la propia CiU, primero, y Uni¨®, a continuaci¨®n, Podemos/Podem...). Pero tal vez lo que muy pocos alcanzaban a imaginar es que la din¨¢mica de fractura no se iba a detener en este punto e iba a continuar, afectando incluso a fuerzas que se hab¨ªan alineado abiertamente con el independentismo.
Es el caso de CDC, que, de acuerdo con informaciones period¨ªsticas no desmentidas (m¨¢s bien revalidadas por el conseller Homs, partidario de tomar represalias contra los autores de la filtraci¨®n), tambi¨¦n ha empezado a dividirse. Seg¨²n parece, los sectores m¨¢s moderados de dicha formaci¨®n andan alarmados ante la firme determinaci¨®n de Artur Mas de pagar lo que le pida la CUP, por exorbitante que sea el precio, con tal de mantenerse en el poder, determinaci¨®n inequ¨ªvocamente manifestada en su aceptaci¨®n de la propuesta de resoluci¨®n sobre l?inici del proc¨¦s cap a l?estat catal¨¤.
El problema es que tales sectores carecen de capacidad de influencia en el seno del partido para presionar por un cambio en la l¨ªnea que est¨¢ marcando la direcci¨®n. En esa tesitura, probablemente tengan depositadas todas sus esperanzas en que desde fuera se pueda producir alguna circunstancia que modifique radicalmente la situaci¨®n. Una posibilidad es la que se?alaba hace pocos d¨ªas Jos¨¦ Antonio Zarzalejos, al insinuar que tal vez hubiera quienes en el partido nacionalista acariciaran la idea de que el PP cediera a los cantos de sirena de los sectores m¨¢s ultramontanos y decidiera entrar en Catalu?a como elefante en cacharrer¨ªa a lomos del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n. Una tal intervenci¨®n permitir¨ªa al soberanismo presentarse ante los suyos como v¨ªctima de la secular intolerancia espa?ola, disfrazando de derrota militar su derrota pol¨ªtica y reiterando, para consumo interno, consignas como ¡°hemos hecho todo lo que hemos podido¡±, ¡°nunca Catalu?a hab¨ªa llegado tan lejos en sus anhelos¡±, ¡°tornarem a lluitar¡±, etc.
Pero no descarten que, dentro de ese mismo sector supuestamente moderado de CDC, los haya que tengan un plan B, que ser¨ªa precisamente el de la repetici¨®n de las elecciones catalanas. Ello significar¨ªa, con toda probabilidad, el final de la carrera pol¨ªtica de Artur Mas. No solo porque no habr¨ªa manera de justificar ante la ciudadan¨ªa catalana semejante overbooking de elecciones sino, tal vez sobre todo, porque, de llegarse a dicho escenario, Mas comparecer¨ªa en ¨¦l ya derrotado de antemano.
En primer lugar porque, de producirse la tal repetici¨®n, ¨¦sta acreditar¨ªa el fracaso de la entera estrategia de Mas, la cual, a la luz de semejante desenlace, quedar¨ªa en evidencia que, lejos de contener un dise?o global de la situaci¨®n y de los objetivos ¨²ltimos, no era en realidad otra cosa que un conglomerado de astucias y trapacer¨ªas varias, orientadas al exclusivo prop¨®sito de su supervivencia pol¨ªtica. Porque imaginemos, si no, por un momento que hubiera que repetir elecciones sin haber conseguido iniciar proceso constituyente alguno en Catalu?a. ?Qu¨¦ car¨¢cter cabr¨ªa atribuir a los siguientes comicios?, ?el de un plebiscito bis?, ?c¨®mo se valorar¨ªa un hipot¨¦tico retroceso de las fuerzas independentistas?, ?como una correcci¨®n del resultado del 27-S?, ?en base a qu¨¦ este ¨²ltimo habr¨ªa implicado un presunto mandato democr¨¢tico global y el siguiente, no?
Pero peor a¨²n ser¨ªa la situaci¨®n en la que quedar¨ªa el propio Artur Mas. Porque si, como anticipan las encuestas, el 20-D se produce por fin el anunciado sorpasso de CDC por parte de ERC, esta ¨²ltima en modo alguno iba a aceptar de nuevo una lista conjunta tipo Junts pel S¨ª, y menos una en la que Oriol Junqueras figurara por detr¨¢s de Artur Mas. Ahora bien, su ocultamiento en el n¨²mero cuatro en las pasadas elecciones demuestra que ¨¦ste ya no est¨¢ en condiciones de competir en campo abierto y de aparecer esta vez como n¨²mero uno de la lista de un partido que, por a?adidura, oculta, avergonzado, sus propias siglas. As¨ª las cosas, no le quedar¨ªa otra que renunciar a presentarse, momento que, seg¨²n esta hip¨®tesis, estar¨ªan esperando los moderados de CDC para salir de su particular armario. Se abrir¨ªa as¨ª la posibilidad de empezar la partida de nuevo. Es solo una hip¨®tesis, ciertamente, pero el notorio nerviosismo de Mas y de sus aduladores profesionales en los ¨²ltimos d¨ªas parece hacerla, como poco, veros¨ªmil.
Manuel Cruz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea en la UB.
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