Sin convicciones
El delito de sedici¨®n requiere un acto tumultuario, y no hay nada menos tumultuario que una declaraci¨®n en el Parlament
El tren de la desconexi¨®n de Catalu?a avanza veloz contra la unidad de Espa?a. Sus pasajeros son una tropa ut¨®pica, contradictoria y multicolor, y su carga una amalgama de convicciones independentistas y soberanistas, conservadoras y socializantes. Muchos analistas predicen, y algunos anhelan, un choque de trenes. Pero la unidad de Espa?a no es otro tren que avance en direcci¨®n contraria. Es una s¨®lida muralla cimentada en siglos de convivencia no siempre fraterna. Tras la muralla de la unidad de Espa?a parece que nadie tiene inter¨¦s en saber cu¨¢ntos ciudadanos de Catalu?a quieren viajar en el tren de la desconexi¨®n, y cu¨¢ntos no. Es sorprendente y preocupante que no se quiera conocer la voluntad de los ciudadanos de Catalu?a. Mejor dicho, que se quiera no conocer, que es a¨²n m¨¢s grave. Los maquinistas de ese tren aceleran contra la muralla, unos deseando derribarla, otros esperando que en el ¨²ltimo momento se abran sus puertas. Si no hay otro remedio, el tren ir¨¢ a parar contra una muralla formada por bloques gran¨ªticos de leyes prohibitivas y sancionadoras.
Un bloque gran¨ªtico es el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n. Seg¨²n ¨¦l, si una Comunidad Aut¨®noma atenta gravemente contra el inter¨¦s general de Espa?a, el Gobierno puede adoptar las medidas necesarias para proteger el mencionado inter¨¦s general. Ni la Constituci¨®n ni las leyes dicen cu¨¢les ser¨ªan esas enigm¨¢ticas medidas. Pero en ning¨²n caso podr¨¢ ser el cese del Govern ni la disoluci¨®n del Parlament, porque no lo prev¨¦n la Constituci¨®n ni el Estatut. El gobierno, por lo tanto, dif¨ªcilmente podr¨ªa hacer mucho m¨¢s que dar ¨®rdenes a las autoridades y funcionarios de Catalu?a, y esperar que obedezcan.
Otro bloque gran¨ªtico es el C¨®digo Penal. La fiscal¨ªa, ya ha amenazado con acusar por sedici¨®n. Es un dislate jur¨ªdico que no deber¨ªa prosperar en un Estado democr¨¢tico de derecho. El delito de sedici¨®n requiere un acto tumultuario, y no hay nada menos tumultuario que una declaraci¨®n formal y solemne efectuada ordenadamente en el Parlament. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de esta pretensi¨®n desafortunada y desproporcionada, hay otras previsiones en el C¨®digo Penal que dif¨ªcilmente podr¨ªan eludir los "desconexistas", si siguen arreando su tren contra la muralla. Las m¨¢ximas autoridades de Catalu?a, las intermedias, y los funcionarios, si en el ejercicio de sus cargos adoptan decisiones ilegales movidos por sus convicciones y prop¨®sitos secesionistas, pueden incurrir en delitos de desobediencia si desacatan las ¨®rdenes del Gobierno central, del Tribunal Constitucional o de otros tribunales, pueden cometer delitos de prevaricaci¨®n administrativa si adoptan decisiones incompatibles con las leyes vigentes, pueden ser acusados de malversaci¨®n si emplean caudales p¨²blicos en gastos de desconexi¨®n, que nunca est¨¢n previstos en la ley.
Es sorprendente y preocupante que no se quiera conocer la voluntad de los ciudadanos de Catalu?a
Los condenados por tales delitos ser¨ªan delincuentes, pero delincuentes por convicci¨®n, seg¨²n denominaci¨®n acu?ada en los a?os veinte del siglo pasado. Los delincuentes por convicci¨®n son delincuentes sin deshonra. No son como los pol¨ªticos corruptos. No buscan su ventaja personal. Asumen la transgresi¨®n de la legalidad y, en su caso, la correspondiente condena, como sacrificio a favor de lo que consideran un futuro mejor para su grupo humano, su pueblo, su clase, su territorio. Los procesos contra delincuentes por convicci¨®n en vez de disuadir, escenifican la confrontaci¨®n, avivan y multiplican las convicciones criminalizadas, ensalzan a los l¨ªderes procesados. Y si hubiera penas de prisi¨®n, a?adir¨ªan el efecto multiplicador del m¨¢rtir.
Sin embargo, no todo es altruismo en el tren de la desconexi¨®n. En el vag¨®n de primera clase viaja Mas acompa?ado o vigilado por su m¨¢s pr¨®ximo grupo de privilegiados. Entre ellos abundan los delincuentes con deshonra, veteranos del ventajismo, nepotismo y acaparamiento, sospechosos de familiaridad con la vieja cleptocracia, habituales de la impunidad casi total desde hace m¨¢s de treinta a?os. Nunca podr¨ªan llegar a ser honrosos delincuentes por convicci¨®n porque carecen de ella. Son advenedizos interesados, no conversos sinceros. Esperan acaparar el protagonismo como l¨ªderes perseguidos, vender pol¨ªticamente a buen precio su fotograf¨ªa ante el tribunal. Se han colado en el tren de la desconexi¨®n porque es su ¨²ltimo recurso. Saben que carecen de soporte entre el empresariado y el contexto econ¨®mico catal¨¢n, espa?ol y europeo. Pol¨ªticamente desahuciados, y sin convicciones, solo les queda la resistencia numantina a perder los instrumentos pol¨ªticos con que continuar ejerciendo sus poderes f¨¢cticos, sus negocios. Y para eso necesitan que no haya choque. Preferir¨¢n, finalmente, provocar el descarrilamiento, echando la culpa a la tropa ut¨®pica y multicolor que les acogi¨® en su viaje.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena fue fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a.
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