Un sabroso mejunje

Algunos ya barruntan que Foals ser¨¢ la segunda banda del siglo XXI, tras Muse, en reventar estadios. A juzgar por el n¨²mero e intensidad de brazos dispar¨¢ndose al cielo este s¨¢bado en el Barclaycard Center, no lo descartemos en absoluto. La banda de Yannis Philippakis incurre en un cierto mejunje estil¨ªstico, s¨ª, pero ni la vida ni la meloman¨ªa son pr¨¢cticas a pi?¨®n fijo. Quiz¨¢ los de Oxford solo sean enteramente originales por contar con un jefe de filas griego, pero resultan adictivos. Incluso en contra de tu voluntad, los botes del vecindario durante My Number acabar¨¢n propiciando los tuyos...

El batiburrillo de g¨¦neros era una caracter¨ªstica compartida con los teloneros Everything Everything, el espl¨¦ndido quinteto de Manchester que anim¨® el cotarro con sus falsetes y sus no menos chillonas cazadoras rojas, rosas y naranjas. Pero el aforo de 5.000 espectadores (por la calle vagaban aficionados suspirando por una entrada en la reventa) no se complet¨® hasta el arranque con Snake Oil, pieza tan oscura y pesada como su iluminaci¨®n tenebrista. Una visita al post-punk que no pasa del fogonazo: la segunda entrega, Mountain at My Gates, recuerda tanto a los U2 de Mysterious Ways que solo falt¨® un cameo de Bono.

Foals a¨²n no anda sobrado de repertorio y en la segunda mitad surge alg¨²n t¨ªtulo m¨¢s bien anodino, como ese A Knife in the Ocean que parece un descarte de Simple Minds. Pero en la trituradora de Philippakis caben casi todos los efectismos, incluso los que algunos encontrar¨¢n blasfemos: lo crean o no, Providence equivale a pasar por la pista de baile a los Fleetwood Mac de Peter Green. Quedan las bazas de Spanish Sahara, espl¨¦ndida en su evoluci¨®n de planeante a hipn¨®tica, e Inhaler, cuyo rocker¨ªo bailongo tiene bastante de¡­ Muse. Y vuelta a la casilla de salida en la cocina-fusi¨®n del barbado chef griego.