Wiseman en Barcelona
El cineasta independiente norteamericano, al que la Filmoteca dedica un ciclo, ser¨¢ investido doctor ¡®honoris causa¡¯ en la UPF
El cineasta tendr¨¢ el pr¨®ximo martes una jornada rebosante en la ciudad. Al anochecer presentar¨¢ en la Filmoteca, que le dedica un ciclo, una de sus pel¨ªculas capitales, Law and order (Ley y orden, 1969), rodada en la comisar¨ªa de un distrito de alta criminalidad de Kansas City. Al mediod¨ªa, Frederick Wiseman (Boston, 1930) habr¨¢ sido investido doctor honoris causa en la Universitat Pompeu Fabra.
Su obra consta de 44 pel¨ªculas y unas 100 horas de cine, hasta el presente, ya que el cineasta, de impecable vitalidad a los 86 a?os, no est¨¢ ni mucho menos retirado. Sus films son largos; uno de ellos, rodado en un hospital de terminales, dura seis horas. Law and order es casi una excepci¨®n, solodura 85 minutos. Puede que le haga sonre¨ªr de pasmo, pero seg¨²n se mire el independiente Wiseman es un adelantado de las series televisivas de narrativa radical, m¨¢s all¨¢ de que Ley y orden sea asimismo el t¨ªtulo de una serie convencional de largo recorrido. David Simon, creador y productor de The Wire, serie centrada en un ¨²nico lugar, la ciudad de Baltimore, y estructurada en temporadas que tratan un ¨²nico tema (la droga, la prensa, el instituto¡) se reclama de su magisterio, por su observaci¨®n detenida y obstinada del espacio p¨²blico. Wiseman filma las instituciones del Estado democr¨¢tico moderno occidental.
Este es un a?o Wiseman, cineasta independiente por antonomasia. Le ha costado ser reconocido por los grandes medios y no solo por festivales como lo que es, el mayor documentalista en activo y uno de los m¨¢s remarcables, si no el que m¨¢s, de la historia del cine. Aunque le siga costando financiar sus proyectos, la indiferencia cultural ha terminado. No es la primera vez que viene a Barcelona, pero ahora se le espera m¨¢s.
Hablamos de medio siglo de cine. Empez¨® cuando, a sus 36 a?os, se decidi¨® a rodar en una prisi¨®n estatal de reos con trastornos psiqui¨¢tricos. Surgi¨® as¨ª su primer filme y una de sus obras de referencia en distintos ¨¢mbitos culturales y sociales, Titicut Follies, estrenada en 1967 y prohibida en su pa¨ªs hasta 1991. Tambi¨¦n se ver¨¢ ahora en Barcelona. Este retrato implacable y a la vez piadoso de un penal extremo ha marcado algunas obras de ficci¨®n posteriores. Leonardo di Carpio dijo haberla visto varias veces para componer su papel en la paranoica Shutter Island (2010). Y marc¨® a Wiseman el camino a seguir. Sus filmes no tienen voz narradora ni identificaci¨®n de personajes ni nadie responde a entrevistas. Wiseman no interfiere: filma y luego monta.
Compacto y vers¨¢til, su corpus visual es asombroso. Trata los asuntos m¨¢s diversos: el instituto, el tribunal de menores, un hospital, el Central Park, un bloque de pisos, la violencia domestica, una estaci¨®n de esqu¨ª, unos grandes almacenes, la universidad de Berkeley, y as¨ª hasta 44: cada vez cambia de tema y s¨®lo en dos ocasiones ha vuelto a un asunto ya tratado. Sigue un hilo vertebrador: el d¨ªa a d¨ªa de las instituciones de la democracia moderna occidental y por extensi¨®n de la vida urbana, ya sea una agencia de modelos o el trabajo de unos cient¨ªficos. C¨®mo funcionan estos lugares financiados la mayor¨ªa con dinero p¨²blico, c¨®mo tratan a la gente com¨²n y qu¨¦ esperamos de ellos, sus miserias y las nuestras, y la gente decente que los hace funcionar pese a todo. Cuando rueda en Europa, se centra en las instituciones culturales y su cine se convierte entonces en una glosa de la danza, el teatro, la pintura.
El ciclo en la Filmoteca empezar¨¢ el mismo martes pr¨®ximo con el filme que m¨¢s le identifica para muchos espectadores aqu¨ª, National Gallery, retrato del museo brit¨¢nico inaugurado en 1824, ahora con serios problemas de presupuesto y, por ello, de orientaci¨®n. Verlo y pasar a Law and order permite advertir que Wiseman, en su persistencia como autor, ha documentado ¡ªpol¨ªtica y po¨¦ticamente¡ª el Estado del bienestar en su m¨¢s o menos esplendor y ahora documenta y poetiza su quiebra.
Observando, sin juzgar, respetando a sus personajes y sin disimular los absurdos. Tras los pasos de Beckett, se ha erigido en un demiurgo audiovisual de las palabras y los gestos de los dem¨¢s, personas que esperan y desesperan del estado de las cosas.
Como colof¨®n, Wiseman envejece con vigor y alegr¨ªa. Su ¨²ltimo filme, In Jackson Heiths (2015), es una oda a este barrio transcultural neoyorquino, a su emigraci¨®n de nuevo cu?o y a defender de la avaricia urbana que le llega de Manhattan las sensibilidades ¨¦tnicas, sexuales, ling¨¹¨ªsticas y culturales que son su car¨¢cter.
Larga vida, Mr Wiseman.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y profesora de la UPF.
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