Modelando a los usuarios
El ciudadano entrega gratuitamente todo tipo de informaci¨®n sobre s¨ª mismo que, debidamente transformada, le retorna en forma de indicaciones de vida y de consumo adecuadas a la din¨¢mica econ¨®mica
Michel Foucault utiliz¨® el pan¨®pticon, la forma que sirvi¨® a Jeremy Bentham para modelo del sistema penitenciario moderno, para describir el modo de gobernanza que se impuso con la revoluci¨®n industrial y el triunfo del capitalismo. Lo que era una proyecto carcelario, pod¨ªa servir como idea arquitect¨®nica para cualquiera de las instituciones que surg¨ªan en aquel momento con un objetivo: disciplinar la sociedad. La plaza p¨²blica en la que antes se encontraban todos se fue despoblando: los ni?os a la escuela, los j¨®venes al cuartel para el servicio militar, los locos al manicomio, los trabajadores a la f¨¢brica, los delincuentes a la c¨¢rcel, los desamparados al asilo, y as¨ª se iba configurando una sociedad en la que cada cual ten¨ªa un sitio asignado para optimizar el rendimiento del sistema. El propio Michel Foucault describi¨® tambi¨¦n el paso del sistema disciplinario al de control de poblaci¨®n. Ya no se tratar¨ªa tanto de dirigir y situar a cada cual en el lugar adecuado para mejorar la funcionalidad del sistema, como de crear unas condiciones, un medio, en el que los ciudadanos fueran modelados para que sus comportamientos fueran espont¨¢neamente adecuados.
Es ahora, en la sociedad digital, donde este modelo de gobernanza parece adquirir su forma m¨¢s sofisticada. El ciudadano entrega a diario gratuitamente todo tipo de informaci¨®n sobre s¨ª mismo que, debidamente transformada, le retorna en t¨¦rminos de indicaciones de vida y consumo aparentemente ajustadas a su manera de ser y adecuadas a la din¨¢mica econ¨®mica. Para llegar hasta aqu¨ª ha sido necesario consolidar previamente un proceso de individualizaci¨®n. Hacer crear al ciudadano que es un sujeto autosuficiente, capaz de desarrollarse en lucha permanente con los dem¨¢s. Es decir, generar un individualismo radical que debilita el v¨ªnculo comunitario, sin reforzar la condici¨®n del sujeto. Una sociedad en la que s¨®lo existen los individuos.
La culminaci¨®n de este proceso es la tan celebrada figura del emprendedor. Icono empresarial de nuestro tiempo, que tiene en la start up su signo de distinci¨®n con marca digital. El emprendedor es el que se convierte en explotador de s¨ª mismo. Y lo hace con la creencia de que ha llegado a ello por un acto de libertad. Es el grado m¨¢s sofisticado de la explotaci¨®n: sin siquiera derecho a queja (tu eres tu propio due?o, esclavo de tu propia libertad). El periodista Andrew Keen, autor de Internet no es la respuesta, lo dice sin eufemismos: ¡°Somos ratones encerrados en jaulas rodeadas de grandes compa?¨ªas¡±. Como el propio Michel Foucault dec¨ªa, el poder es relaci¨®n y, en este sentido, nunca es absoluto, siempre queda alg¨²n espacio para la resistencia. Todo modelo de dominaci¨®n genera sus contrarios. Y el potencial tecnol¨®gico de las redes ofrece instrumentos poderosos de respuesta.
Esta forma de dominaci¨®n est¨¢ da?ando gravemente la pol¨ªtica democr¨¢tica. D¨®nde la reducci¨®n del espacio de lo posible se hace cada vez m¨¢s evidente, hasta el punto de que el papel ancilar de la pol¨ªtica est¨¢ asumido socialmente: los que mandan son otros. Cualquier intento de reconstrucci¨®n del protagonismo ciudadano, pasa por restablecer v¨ªnculos, es decir, por redimir al homo economicus de su fatal aislamiento. Por eso, es l¨®gico que las formas de acci¨®n pol¨ªtica que luchan por ampliar el espacio de lo posible, es decir, por resistir, se articulen en torno al discurso de lo com¨²n. No para alienar el individuo en proyectos ut¨®picos sino para alejarle de la alienaci¨®n en s¨ª mismo que conduce inevitablemente a la melancol¨ªa y al sin sentido.
Los tiempos pasan pero los planos de la arquitectura de gobierno siguen siendo dibujados por qui¨¦n tiene la hegemon¨ªa, es decir, quien ha conseguido ejercer la capacidad normativa sobre los ciudadanos: que estos mimeticen su conducta. Nadie duda de que hoy est¨¢ en manos del poder econ¨®mico, ?ofrece la sociedad digital la posibilidad de modificar esta hegemon¨ªa o, al contrario, la consolida pero en manos de un grupo m¨¢s reducido que nunca? Dicen que la econom¨ªa digital pone al usuario ¡ªeufemismo para no decir consumidor, pero tampoco ciudadano¡ª en el centro de la escena. ?C¨®mo sujeto o como objeto? Me temo que lo segundo. Y que en manos de unos pocos megaservidores y sus logaritmos est¨¢ la creaci¨®n de individuos adaptados a la nueva ficci¨®n global.
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