Cuento de lobos a la luz del d¨ªa
Pueblos de Ourense viven alerta por las visitas de una manada que atac¨® varias veces en horario diurno y ha dejado restos de sus cacer¨ªas en un parque infantil
Cuando le preguntan de qu¨¦ color era el lobo que se le acerc¨® a finales de mayo, Juan Carlos Est¨¦vez responde que ¨¦l lo vio ¡°verde¡±. ¡°No puedo decir otra cosa porque a m¨ª me pareci¨® as¨ª¡±, cuenta. ¡°Llov¨ªa mucho¡±. Y eso y la hierba del prado que estaba desbrozando, desmandada por la primavera, debieron de emborronar la estampa del animal, que una vez m¨¢s, con su manada, bajaba al pueblo para hacer la compra, una necesidad acuciante en ¨¦poca de cr¨ªa.
¡°Era lobo porque saltaba mucho, mucho m¨¢s de lo que salta un perro¡±. Juan Carlos tiene un reba?o de ovejas no muy grande que anot¨® nueve bajas, casi un tercio del total, ¡°en cuesti¨®n de 10 d¨ªas¡±. El tercer ataque fue aquel en el que vio al lobo por primera vez en su vida, el lobo de pelo verde que permaneci¨® mir¨¢ndolo a los ojos mientras ¨¦l trataba de espantarlo acelerando al m¨¢ximo su ruidosa desbrozadora. El animal ¡°se deb¨ªa de sentir seguro¡±, arropado por unos hipot¨¦ticos compa?eros en la sombra de la arboleda, porque tard¨® en marchar ¡°a saltos¡±; empe?ado en servir a su prole esa tarde uno o dos corderos, el plato m¨¢s f¨¢cil del mundo para un lobo.
El ganado y los vecinos de Os Casares y Os Garabatos, dos n¨²cleos del municipio ourensano de Amoeiro (2.245 habitantes) muy pr¨®ximos entre s¨ª, han perdido su vida tranquila. Algunos cuentan que los animales echan a correr repentinamente, o dejan de pacer para vigilar, sobresaltados, por si viene ese lobo que rehusa complicarse la tarea con los corzos y los jabal¨ªes, tan abundantes por aqu¨ª.
Miguel ?ngel Rat¨®n pas¨® una semana sin dormir, angustiado por una vaca de raza cachena a la que poco le faltaba para parir y que decidi¨® escapar, poniendo ¡°dos kil¨®metros¡± de tierra de por medio, para proteger del lobo la vida que llevaba dentro. ¡°Ella ten¨ªa miedo, no quer¨ªa venir a casa¡±, cuenta el ganadero, ¡°los animales presienten cu¨¢ndo est¨¢ cerca y se ponen nerviosos¡±. Los agentes del Seprona intentaron reducirla con dardos anest¨¦sicos, pero ¡°solo le dieron en una oreja y no funcion¨®¡±. Tras una larga persecuci¨®n, lograron ¡°entre 16 hombres¡± devolverla a Os Garabatos.
A Miguel, presuntamente la misma manada de lobos le llev¨® aquellos d¨ªas dos becerros rubios. En el monte se top¨® la cabeza suelta, entera, de uno de ellos, y un poco m¨¢s all¨¢, las patas traseras. Les hizo fotos con el m¨®vil como prueba de los hechos y luego las subi¨® al muro de Facebook, pero enseguida se arrepinti¨® y las borr¨® acongojado: ¡°Me dol¨ªa verlas¡±.
?ltimamente, cuenta el alcalde, Rafael Rodr¨ªguez, se registraron ataques ¡ªalgunos denunciados, otros no¡ª en varios municipios cercanos como Maside, donde los vecinos ¡°llegaron a ver a tres lobos¡± que ¡°ense?aban los dientes¡±, y Cea, donde se cuenta que alguno atac¨® sin mucho ¨¦xito un reba?o de vacas. Una de las v¨ªctimas apareci¨® con un cuerno roto, y otra regres¨® a casa malherida, ¡°con el rabo arrancado, desangr¨¢ndose¡±, relata Miguel Rat¨®n. En Amoeiro, hace pocos a?os, otro pastor vendi¨® las ovejas que le quedaban y cambi¨® de vida por culpa de los depredadores. ¡°Viv¨ªa angustiado, dec¨ªa que no le compensaba¡±, recuerda el regidor socialista. Parece que la manada de supuestos lobos ib¨¦ricos ¡°se va moviendo¡±, y que se ha acostumbrado a los ritmos de los humanos, que de noche mantienen el ganado recogido y de d¨ªa, hasta ahora, lo dejaban solo, muchas veces sin perro pastor, en el campo. Hace semanas, a plena luz del d¨ªa, las ovejas, que no son tontas ni desmemoriadas, bajaron corriendo al pueblo en busca de ayuda. Se esfum¨® un cordero, y luego apareci¨® un espinazo, los restos del banquete, en pleno coraz¨®n de Os Casares, el parque infantil.
En Amoeiro, los sucesivos asaltos fueron tan seguidos y tan agresivos, el ganado parec¨ªa ¡°tan estresado¡±, que el consistorio pidi¨® a la Xunta que tomase medidas. Los vecinos reunieron fechas y horas y las plasmaron en una detallada denuncia, aunque creen que pasar¨¢n ¡°a?os¡± antes de que la Administraci¨®n gallega les pague las indemnizaciones contempladas en el Plan de Gesti¨®n del Lobo, aprobado en 2008.
La Xunta calcula que en Galicia hay 96 manadas de lobo ib¨¦rico, y en 2015 registr¨® denuncias de ganaderos por 1.258 animales devorados, entre caballos (124), vacas (315), cabras (117) y sobre todo ovejas (702). En medio de este panorama, en pueblos de toda la comunidad van cuajando los rumores, los cuentos de lobos. ¡°Es la propia Xunta la que los suelta, porque est¨¢n subvencionados por el Estado¡±, asegura un vecino de Amoeiro. ¡°Son lobos de criadero, por eso no le tienen miedo a la gente y bajan hasta las aldeas¡±, comenta otro. Desde la Direcci¨®n de Conservaci¨®n da Natureza niegan ¡°categ¨®ricamente¡±: ¡°Son afirmaciones infundadas, forman parte de la leyenda que acompa?a a esta especie desde siempre¡±.
Aunque los lobos no entienden de denuncias, compensaciones econ¨®micas ni tr¨¢mites administrativos, un sexto sentido debi¨® de empujarlos a replegarse porque desde que el caso enfil¨® el camino burocr¨¢tico, en Amoeiro no se les ha vuelto a ver. ¡°Pero yo sigo sin estar tranquilo. Ya no me atrevo a dejar mi reba?o solo en el prado que est¨¢ a 50 metros de casa¡±, lamenta Juan Carlos. ¡°Los perros ladran distinto¡±, describe Miguel. ¡°Ladran al miedo¡±.
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