Compostela de dentro afuera
Jos¨¦ Luis Rodrigo, Zumalave y la Real Filharmon¨ªa de Galicia protagonizan un concierto lleno de sentido y sentimientos
A punto de cumplir sesenta a?os (esta es la XIL edici¨®n de su Curso Universitario e Internacional), M¨²sica en Compostela ha vuelto a Santiago con toda su carga de ilusi¨®n y fidelidad a su origen. El curso se cre¨® en 1958 como una idea de Andr¨¦s Segovia (Linares, 1893; Madrid, 1987) apoyada por el Ministerio de Asuntos Exteriores. El objetivo inicial, impulsar internacionalmente a la m¨²sica espa?ola, se ha venido cumpliendo puntualmente desde entonces a trav¨¦s del centenar largo de alumnos, que cada a?o llevan a sus pa¨ªses lo aqu¨ª aprendido.
Y, naturalmete, a trav¨¦s de los profesores. Los m¨¢s prestigiosos m¨²sicos espa?oles han impartido su saber en Santiago desde el momento de la creaci¨®n de M¨²sica en Compostela - el propio Segovia, Oscar Espl¨¢, Alicia de Larrocha, Joaqu¨ªn Rodrigo, Motserrat Torrent, Xavier Montsalvatge- y sus sucesores, alumnos suyos en muchos casos, han garantizado la continuidad de esta riqueza did¨¢ctica y musical.
Dos de los actuales profesores fueron protagonistas del primer concierto de M¨²sica en Compostela de este a?o. Jos¨¦ Luis Rodrigo (Madrid, 1942) es titular desde 1981 de la C¨¢tedra Andr¨¦s Segovia de M¨²sica en Compostela y el m¨¢s genuino depositario del legado guitarr¨ªstico del maestro, a quien siempre muestra agradecimiento por su generosidad en la ense?anza y consejos recibidos.
En el concierto del mi¨¦rcoles toc¨® la parte solista del Concierto de Aranjuez, de Joaqu¨ªn Rodrigo (Sagunto 1901; Madrid, 1999). La versi¨®n de Jos¨¦ Luis Rodrigo de la obra de su hom¨®nimo, pero no pariente, recoge todo el esp¨ªritu de obra cl¨¢sica m¨¢s versionada ¨Cy probablemente m¨¢s difundida- de la Historia. De ella, dec¨ªa el compositor que ¡°es para m¨ª la feliz uni¨®n de lo cl¨¢sico con lo castizo y de lo aristocr¨¢tico con lo popular, tanto de forma como de sentimiento¡±
Y es precisamente esa comuni¨®n de esp¨ªritus ¨Ccuya contraposici¨®n en la tradici¨®n espa?ola es m¨¢s aparente que real- la que informa toda la interpretaci¨®n del artista madrile?o. El primer movimiento, Allegro con spirito, estuvo lleno de viveza; la gracia castiza vertebr¨® el conclusivo Allegro gentile. Y cada nota o cada frase de la obra fueron plasmadas por Rodrigo con esa elegancia de la verdad interior: como la de un Adagio cuya emoci¨®n plena de hondura surgi¨® por su calidad y la ausencia de cualquier exageraci¨®n interpretativa. De dentro afuera.
La versi¨®n de J.L. Rodrigo estuvo, as¨ª, llena del esp¨ªritu que J. Rodrigo insufl¨® a su obra m¨¢s universal. Los solistas de la orquesta -Plamen Velev al chelo; Juan Carlos Otero con el fagot y especialmente, por su protagonismo en el Adagio, el del corno ingl¨¦s de Esther Vi¨²dez- estuvieron a la gran altura requerida-. Fueron como las garras que la engarzaron en el anillo de un adecuado acompa?amiento.
A la Real Filharmon¨ªa de Galicia se le apreci¨® el domino de la obra, de la que acaba de lanzar una grabaci¨®n al mercado. Y la direcci¨®n de Maximino Zumalave estuvo en muy buena l¨ªnea musical. Cuid¨® mucho la din¨¢mica, aunque no habr¨ªa estado mal aligerar algo los efectivos de las cuerdas en la l¨ªnea que el autor describ¨ªa de la orquesta para este concierto: ¡°una orquesta de duraluminio¡±: ligera y resistente. La m¨¢s adecuada a un instrumento como la guitarra que siempre necesita el mayor mimo en la orquesta acompa?ante pese a que, como dec¨ªa Andr¨¦s Segovia con una cierta iron¨ªa, ¡°no suena d¨¦bil sino lejana¡±.
La implicaci¨®n de Maximino Zumalave (Santiago, 1956) en la g¨¦nesis de dos de las obras del programa hacen del profesor de sinfonismo de M¨²sica en Compostela y director asociado de la RFG su int¨¦rprete m¨¢s conspicuo. O mencer dos so?os, encargo de de la Exposici¨®n Universal de Hannover (2000) a Xavier de Paz (A Coru?a, 1963), est¨¢ dedicada al director compostelano, quien la estren¨® el 14 de octubre de ese a?o y posteriormente la grab¨®.
Desde su camer¨ªstico inicio a cargo de dos violines y dos violas, m¨¢s la delicadeza de las cuerdas sobre los pulsos del bombo percutido con los dedos, la obra recibi¨® un apropiado tratamiento en su desarrollo, con l¨®gica en esa sucesi¨®n de cl¨ªmax y momentos de placidez que llevan hasta un final que hace honor al apellido de su autor. A lo largo de la interpretaci¨®n se pudo apreciar el bello color de las secciones de la Real Filharmon¨ªa.
La segunda parte se inici¨® con otra obra emblem¨¢tica en el repertorio de la RFG y muy en particular de Zumalave, que fue profesor de piano de su autor, Xan Via?o (Ferrol, 1960; Vigo, 1991). Nubes brancas fue escrita por su autor cuando este ya sab¨ªa que estaba gravemente enfermo, como parte de un proyecto m¨¢s amplio (probablemente en tres movimientos: Nubes brancas; Nubes grises, Animatto y Nubes brancas).
Zumalave transmiti¨® ese peculiar sentimiento de melancol¨ªa y tristeza contenidas de unha forma que solo puede hacerlo quien, como ¨¦l, conoce una obra en toda su profundidad. Como el amigo que fue de quien hab¨ªa sido su alumno y era su colaborador; y como su m¨¢s destacado int¨¦rprete. La brevedad de la obra permiti¨® concentrar la apreciaci¨®n de su belleza por el auditorio.
Y es que Zumalave interpreta solo Nubes brancas, la m¨²sica que Via?o dej¨® acabada a su muerte -adaptaci¨®n para orquesta de cuerdas del Adagio final de su obra para piano Visi¨®ns serias, de 1988-, sin meterse en las partes inacabadas. El solo de viol¨ªn de la concertino, Adriana Winkler, puso el punto de estremecimiento que, como un escalofr¨ªo, recorre la espalda de muchos oyentes al acabar esta obra.
La Sinfon¨ªa en re de Juan Cris¨®stomo de Arriaga (Bilbao, 1806; Par¨ªs 1826) complet¨® el programa. Su limpia escritura fue interpretada por la RFG y Zumalave con tersura de sonido y con toda la gracia, vitalidad y dramatismo que contiene su partitura. Los solos de Laurent Blaiteau a la flauta, Beatriz L¨®pez al clarinete y Christina Dominik al oboe prestaron el punto de delicada brillantez requerido por la m¨²sica.
En resumen, fue un concierto en el que el profundo conocimiento del repertorio, el buen hacer y la sensiblidad de los int¨¦rpretes lograron versiones como solo pueden hacer quienes tienen muy bien interiorizadas las obras. De dentro afuera.
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