Peralada vive con emoci¨®n su primera ¡®Turandot¡¯
Ir¨¦ne Theorin levanta pasiones en un montaje de Mario Gas de corte tradicional, sin riesgos
Acert¨® Mario Gas en su vaticinio. Dijo que su primer montaje de Turandot, estrenado el s¨¢bado en el Festival Castell de Peralada (Girona), pod¨ªa gustar o no, pero, al margen de la propuesta esc¨¦nica, estaba convencido del ¨¦xito del espect¨¢culo por la brillantez del elenco vocal. Y as¨ª ha sido. La ¨²ltima e inacabada ¨®pera de Giacomo Puccini, in¨¦dita en el festival ampurdan¨¦s, ha tenido un bautismo vocal de lujo gracias a la inmensa Turandot de Ir¨¦ne Theorin y la conmovedora Li¨´ de Maria Katzarava, en una versi¨®n teatral de corte tradicional, sin riesgos, bajo la disciplinada batuta de Giampaolo Bisanti.
Turandot encierra muchos misterios. Cuando Arturo Toscanini dirigi¨® su estreno en la Scala de Mil¨¢n, el 25 de abril de 1926, detuvo la funci¨®n tras la ¨²ltima escena que Puccini dej¨® escrita, en la que muere Li¨´. Dej¨® la batuta y, volvi¨¦ndose al p¨²blico, dijo: "Aqu¨ª concluye la ¨®pera porque en este punto muri¨® el maestro. En esta ocasi¨®n, la muerte fue m¨¢s fuerte que el arte". Al d¨ªa siguiente dirigi¨® la ¨®pera con el final del tercer acto completado por Franco Alfano y, desde entonces, Turandot vive en los escenarios sin desvelar su enigma final.
El sue?o de Puccini era culminar la ¨®pera con el m¨¢s hermoso d¨²o de toda su obra, en una escena que hiciera cre¨ªble la transformaci¨®n de la cruel princesa Turandot en una mujer enamorada de Calaf. Ambicionaba glorificar el sentimiento del amor como poder invencible, capaz de transformar al ser humano, pero muri¨® en el empe?o.
Alfano complet¨® la obra sin alcanzar la inspiraci¨®n pucciana , pero, aunque hay otros finales, como el de Luciano Berio, el suyo sigue siendo el m¨¢s utilizado y Gas acierta al presentarlo en una atm¨®sfera casi de versi¨®n concertante. Cuenta la historia con sencillos recursos, dejando el protagonismo a la emoci¨®n del canto, y sorprende con un final muy inspirado gracias a la acertada escenograf¨ªa de Paco Azor¨ªn, una estructura giratoria que evoca el encanto de una pagoda y se hace m¨¢s simple en cada acto, iluminada con sentido po¨¦tico por Quico Guti¨¦rrez.
El vestuario de Antonio Belart resulta algo confuso en una mezcla de ¨¦pocas, desde la China milenaria al esmoquin de los tres ministros, desde la revoluci¨®n de Mao a los gui?os a la est¨¦tica de Juego de tronos.
Musicalmente el montaje funciona bien. Puccini busc¨® una teatralidad distinta que explora el simbolismo de la milenaria f¨¢bula de la princesa Turandot con sensualidad y lirismo; Bisanti fue directo al grano y, dio relieve a la extraordinaria actuaci¨®n del Coro Intermezzo y el Coro Infantil Amics de la Uni¨®, mucho m¨¢s convincentes que la orquesta del Liceu.
Vocalmente, impresion¨® la poderosa Turandot de la soprano sueca Ir¨¦ne Theorin, de vibrantes acentos dram¨¢ticos y s¨®lidos agudos, en la l¨ªnea de las grandes voces wagnerianas que han triunfado en este papel. Algo nerviosa en el primer acto, la soprano mexicana Maria Katzarava se anot¨® un triunfo al final con una interpretaci¨®n de Li¨´ de conmovedores acentos y fuerza teatral.
El tenor italiano Roberto Aronica mantuvo el tipo como Calaf, seguro, aunque poco refinado en los matices m¨¢s l¨ªricos. Bien el bajo italiano Andrea Mastroni, Timur de nobles acentos. Impecables, por voz y acierto teatral, el tr¨ªo de ministros imperiales formado por el bar¨ªtono Manel Esteve y los tenores Francisco Vas y Vicen? Esteve Madrid; tambi¨¦n se disfrut¨® el buen oficio del tenor Josep Fad¨® (Altoum) y el bar¨ªtono Jos¨¦ Manuel D¨ªaz (Mandar¨ªn).
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