Compartir al perro cuando acaba el amor
Crecen los casos de tenencia compartida del animal dom¨¦stico en caso de divorcio
Los animales dom¨¦sticos son, por ley, ¡°cosas¡± de las que uno puede ¡°apropiarse¡±. Para sus due?os, sin embargo, son mucho m¨¢s: seres queridos, parte de la familia. Por ello, cuando un matrimonio se rompe, perder el contacto con el perro o el gato puede ser casi tan traum¨¢tico como perder la custodia de un hijo. Hasta ahora, los tribunales hab¨ªan otorgado el cuidado de los animales a su propietario administrativo. Pero esa tendencia est¨¢ virando: hay sentencias que subrayan el v¨ªnculo afectivo con los animales y apuestan por la ¡°tenencia compartida¡±. Adem¨¢s, los convenios matrimoniales contemplan cada vez m¨¢s esa opci¨®n en caso de separaci¨®n.
¡°Las sentencias van en esa l¨ªnea, aunque en algunos casos se aplica a las mascotas el mismo plan de visitas de los ni?os¡±, se?ala Leire L¨®pez, abogada experta en derecho de familia de Vosseler Abogados. L¨®pez agrega que el espinoso asunto (?qui¨¦n se queda a la mascota cuando acaba el amor?) ¡°se plantea abiertamente cada vez m¨¢s en los procesos de separaci¨®n¡±. Aunque admite que la definici¨®n del C¨®digo Civil (el perro como un mero ¡°bien mueble¡±) impone algunos l¨ªmites, Marita Candela, catedr¨¢tica de Derecho y directora del International Center for Animal Law and Policy (ICALP) de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, cree que Espa?a corregir¨¢ pronto esa anomal¨ªa y se situar¨¢ al nivel de pa¨ªses como Francia, ¡°que consideran a los animales dom¨¦sticos seres vivos dotados de sensibilidad¡±.
Candela recoge en su web las sentencias sobre ¡°tenencia compartida¡± de animales y tambi¨¦n constata que el asunto aparece con frecuencia creciente en el ¡°convenio regulador¡± del matrimonio. ¡°Antes quiz¨¢ no se plasmaba por escrito, pero s¨ª se verbalizaba¡±. La novedad ahora, insiste, es que el amo quiere tambi¨¦n que su mascota sea ¡°parte interesada¡± en el proceso porque ¡°desempe?a dentro del n¨²cleo familiar algo m¨¢s que el valor econ¨®mico: es el centro de una serie de relaciones de afecto¡±.
¡°A veces se aplica a mascotas el plan de visitas de los ni?os¡±, se?ala una letrada
Paqui Barrios se hizo famosa, sin quererlo, en 2010. La mujer present¨® una demanda para reclamar la ¡°tenencia compartida¡± con ¡°iguales periodos de tiempo¡± de Lauda, el perro sin raza que ella y su pareja hab¨ªan recogido nueve a?os antes de la calle y disfrutaron mientras vivieron juntos. El hombre se lo qued¨® cuando acab¨® la relaci¨®n. ¡°Me lo quit¨® y no me lo dejaba ver; me hizo mucho da?o¡±, dijo entonces Paqui. Por primera vez, un juez accedi¨® a otorgar la ¡°tenencia compartida¡± en una sentencia pionera y repleta de alusiones al v¨ªnculo hist¨®rico entre el hombre y el perro.
Las fotograf¨ªas que aport¨® la mujer con Lauda ¡°ponen de manifiesto la posesi¨®n compartida¡± del animal, recogi¨® la sentencia. Adem¨¢s, no se pudo constatar que fuera ¨¦l quien encontr¨® al perro, de modo que la ¡°tenencia compartida¡±, concluy¨® el juez, es la mejor opci¨®n. Sobre todo si se tiene en cuenta que el perro, pese a ser un bien mueble, es ¡°indivisible¡±. Tras recordar que el hombre ha estado ¡°al lado de los humanos desde la Prehistoria¡± y que de su compa?¨ªa ¡°nacen grandes y sentidos afectos¡±, dict¨® que Lauda deb¨ªa pasar medio a?o con cada uno.
En casi uno de cada dos hogares espa?oles hay una mascota
Seis a?os despu¨¦s, el abogado de Paqui, Carlos Franco, a¨²n recuerda esa historia. ¡°Me siguen llamando abogados de todos lados para saber c¨®mo enfoqu¨¦ el tema. La sociedad espa?ola est¨¢ m¨¢s sensibilizada, es rara la familia en la que no hay un animal¡±, dice Franco (en casi uno de cada dos hogares espa?oles hay una mascota). ¡°Hay gente que quiere dejar claro en los convenios matrimoniales que, en caso de divorcio, se queda al perro. Y tengo otros conocidos que, expresamente, pactan el plazo de tiempo que pasa con cada uno¡±, agrega.
El proceso de separaci¨®n de Eva Mu?oz, abogada de 54 a?os, fue m¨¢s traum¨¢tico. El juez le otorg¨® la custodia del hijo en com¨²n y una pensi¨®n de alimentos. Pero no mencion¨® qui¨¦n deb¨ªa quedarse con Estel, la perra de la familia, de 11 a?os. ¡°La recogimos de la calle cuando ten¨ªa dos¡±. El padre recurri¨® la resoluci¨®n para poder gozar de un ¡°r¨¦gimen de visitas, por meses alternos¡± y ver no al ni?o, sino al animal. La Audiencia de Barcelona rechaz¨® su petici¨®n y concluy¨® que el debate sobre el perro, considerado como un ¡°bien mueble¡±, debe dirimirse en otro tipo de proceso.
Pero esa segunda sentencia, dictada en 2014, va m¨¢s all¨¢ al admitir que ¡°entre la mascota y todos los miembros de la familia se crean lazos afectivos¡± y que privar al animal a uno de ellos ¡°produce sentimientos de tristeza, desasosiego, ansiedad y a?oranza¡±. Los jueces recuerdan que, como ¡°bien mueble¡±, un perro puede ser de titularidad ¡°exclusiva o compartida¡±, pero matizan que no cabe en procesos de divorcio porque asimilarlo al r¨¦gimen de visitas de los hijos es ¡°improcedente¡±.
Eva explica que su marido, arquitecto, solo pretend¨ªa ¡°hacerle da?o¡± al mencionar a Estel porque sabe lo ¡°importante¡± que es la perra para ella. ¡°Se usa a los perros igual que se usa a los hijos¡±. Ella tambi¨¦n cree que debe cambiarse el C¨®digo Civil. Pero aprovech¨® esa circunstancia a su favor, ya que ella era la propietaria administrativa. ¡°Hice lo imposible por quedarme con ella. Para m¨ª es esencial, primordial. No es igual que un hijo, pero pr¨¢cticamente. Mi hijo llama a la perra Tata¡±, explica la mujer. Su devoci¨®n por Estel no alberga dudas: ha pasado 22 meses llev¨¢ndola cada d¨ªa a curarle unas heridas en una pata delantera. La perra va ahora con arn¨¦s. Eva la lleva en volandas. Duermen juntas.
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