A todo jazz en la capital
Arranca hoy el Festival Internacional de Jazz de Madrid, que, hasta el 30 de noviembre, llenar¨¢ salas y espacios de la ciudad
El Festival Internacional de Jazz de Madrid es un ser mutante que cambia de piel cada cierto tiempo. Atr¨¢s quedan los tiempos en que Miles Davis bat¨ªa el r¨¦cord mundial de asistencia a un concierto de jazz bajo techado. Luego lleg¨® la decadencia y el silencio¡
Hace a?os, los organizadores decidieron prescindir de los n¨²meros en plan borr¨®n y cuenta nueva. Desde entonces, cada nueva edici¨®n del antes conocido como Festival de Jazz de Madrid, actualmente JazzMadrid, se conoce por el a?o de su celebraci¨®n. Es as¨ª que el ¨²nico festival de jazz del mundo en contar con tres primeras ediciones ¡ªmisterio que nadie ha podido aclarar hasta hoy¡ª, celebra su presente edici¨®n con un programa diverso, descentralizado y abierto a los nuevos aires del g¨¦nero.
Ser¨¢n ochenta y tantas actividades repartidas a lo largo de 37 d¨ªas, entre el 25 de octubre y el 30 de noviembre. Entre los cabezas de cartel, los nombres de Charles Lloyd, Stanley Clarke o la japonesa Hiromi, quienes, seguro, colgar¨¢n el ¡°entradas agotadas¡± en sus respectivos conciertos. Eso tiene que ver con la notable insuficiencia del Centro Cultural Conde Duque, sede del festival, para acoger a la grey jazz¨ªstica capitalina. Tambi¨¦n con que John Scofield ¡ª¨ªdolo de la afici¨®n local¡ª presente su disco en clave Country & Western en el Fern¨¢n G¨®mez.
Volviendo a la programaci¨®n, no faltan las cantantes de nuevo, o no tan nuevo, cu?o ni el paquete de j¨®venes-pero-suficientemente-preparados representantes del jazz contempor¨¢neo: del indonorteamericano Rudresh Mahanthappa a los habituales Robert Glasper, Christian Scott o Donny McCaslin, saxofonista, devenido en estrella gracias a su participaci¨®n en el disco postrero del malogrado David Bowie.
El lado, d¨ªgase, aventurado del asunto, viene representado por los creadores de la vieja Europa, entre ellos, el guitarrista Terje Rypdal y el trompetista Markus Stockhausen. Habr¨¢ jazzistas polacos y tunecinos, noruegos y benineses, y hasta una blueswoman serbia, Ana Popovic. As¨ª las cosas, el aficionado corre el riesgo de pasar de largo ante esas peque?as delicatesen que todo festival guarda para el disfrute de paladares selectos.
Como es el caso de la pianista Marta S¨¢nchez en su regreso a la ciudad que la vio nacer hace no muchos a?os, convertida en creadora exquisita. O el extreme?o Luis Verde, saxofonista que es la comidilla entre los aficionados capitalinos. O el d¨²o Marc Copland y John Abercrombie, dos ¡°m¨²sicos de m¨²sicos¡± tan apreciados entre sus compa?eros de profesi¨®n como ignorados por el gran p¨²blico; o Laurent Cugny con su homenaje a Gil Evans en el Instituto Franc¨¦s¡ La lista es larga.
El festival madrile?o nunca descuida las actividades paralelas que, adem¨¢s, son gratuitas: charlas, debates y proyecciones. Entre las proyecciones, dos tienen como objeto la historia del g¨¦nero en la ciudad: Club de Reyes, dedicada a Alejandro Reyes y el colegio mayor San Juan Evangelista, y S¨®lo en un d¨ªa, roadtrip improvisado por los lugares que han definido el jazz en Madrid. ?sta ¨²ltima, estreno absoluto.
Habr¨¢ jazz en clubes, con las apariciones estelares de James Brandon Lewis y Daahoud Salim, y una exposici¨®n sobre memoria hist¨®rica del jazz en la capital del Reino, elaborada con los fondos del diario ABC.
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