Rodoreda en la Mir¨®
Dos obras de la escritora forman parte de la exposici¨®n dedicada al ajedrez y su influjo en el arte del siglo XX desde Marcel Duchamp
Por fin, me dije al verlas. Por fin alguien se ha decidido a mirar la obra pl¨¢stica de Rodoreda m¨¢s all¨¢ de su condici¨®n de escritora superlativa, las ha considerado por s¨ª mismas y las expone junto a las de artistas de alto vuelo, a los que Rodoreda sigui¨® con atenci¨®n en los a?os 50, en su exilio de Par¨ªs: Kandinsky, Klee, Mir¨® siempre. Dos obras suyas, una acuarela y una aguada, forman parte de la exposici¨®n Duchamp, el ajedrez y las vanguardias, que puede verse en la Fundaci¨® Joan Mir¨® de Barcelona hasta el 22 de enero.
El atrevido es el curador Manuel Segade (A Coru?a, 1977), a quien todav¨ªa se le considera un ¡°joven¡± a pesar de un largo recorrido por estos mundos del arte contempor¨¢neo. S¨ª que esta es su primera exposici¨®n con artistas historiados sobre los que parece que ya est¨¢ todo dicho. Qu¨¦ va, de ninguna manera. Al contrario: las miradas frescas aqu¨ª no pueden m¨¢s que provenir de los historiadores, cr¨ªticos y curadores de arte que se fijan en aspectos, indicios y rastros que los artistas dejan en sus obras y en sus trayectorias como algo sustancial, aunque no siempre se vea en primer t¨¦rmino. En este caso, la presencia del ajedrez en el arte del siglo XX entre las corrientes art¨ªsticas a las que llamamos vanguardias. Un influjo que tuvo su traducci¨®n en el cine, en la propaganda militar nazi, en el mobiliario sovi¨¦tico de primera hora e incluso en el campo de concentraci¨®n de Argel¨¨s, donde el prisionero Dam¨¤s Calvet Serra construy¨® uno con lo que pudo.
Vayan a ver la expo, que lo vale justo por eso: por el atrevimiento de plantear algo distinto sobre cuestiones redichas, en este caso que un consumado jugador de ajedrez (durante a?os, en Cadaqu¨¦s) fue Marcel Duchamp, padre muy primero del arte contempor¨¢neo. No estamos ante una tesis que deba convencer sino ante una forma de mirar y de reunir obras a partir de algo com¨²n a artistas y espectadores: el juego. Descubrimos as¨ª que el ajedrez, tan mental, ha tenido momentos muy populares, que muchos lo han jugado aunque ahora parezca que pas¨® a la historia. Los juegos actuales, ?dar¨¢n tanto arte como el ajedrez? Probablemente, s¨ª. Cualquier d¨ªa alguien nos lo har¨¢ ver, si no lo ha hecho ya y servidora, que poco sabe de videojuegos, no se haya enterado.
Y Rodoreda, ?qu¨¦ hace ah¨ª? Las dos obras son sobre papel, nunca pint¨® al ¨®leo. Las hac¨ªa sobre su mesa en el peque?o apartamento que ocupaba en Par¨ªs, en los a?os 50. Las dos est¨¢n firmadas, algo poco frecuente en su obra pl¨¢stica. Firmaba con su apellido en letras capitales y de imprenta. En estas dos obras, el motivo del damero del ajedrez, los cuadros blancos y negros, est¨¢n ah¨ª, rimando la composici¨®n del cuadro con seguridad compositiva.
Cuando reun¨ª algunas de sus obras en la exposici¨®n L'altra Rodoreda en 2008, en entresuelo de la Pedrera (fue la ¨²ltima exposici¨®n en esta sala, ahora dedicada a un caro bar tur¨ªstico), el damero del ajedrez aparec¨ªa con cierta frecuencia, sobre todo en algunos (auto)retratos alucinados de una cara de mujer, pero no estaban firmados. Rodoreda se dedic¨® a la pintura unos pocos a?os, de manera seria, tanto como pudo, con decisi¨®n creadora, tambi¨¦n como forma de ganar alg¨²n dinero en aquellos a?os infames.
Estuvo a punto de exponer, en la sala Mirador, en Par¨ªs, y en una muestra en Barcelona. Firm¨® obras para esas dos ocasiones que finalmente no cuajaron. Olvid¨® la pintura cuando la ocasi¨®n de volver a publicar literatura se di¨® en 1957, en Barcelona. Ella ya estaba en Ginebra. Su dedicaci¨®n a la pintura le di¨® aliento para lograr las formas, renovadoras y genuinas de la posguerra, en las novelas que a partir de aquel a?o emprendi¨®, por fin.
Manuel Segade ha llegado a Rodoreda, cuenta, por la voluntad de reunir obras de contexto catal¨¢n y querer contar con mujeres surrealistas. S¨ª, por supuesto, Rodoreda tambi¨¦n es surrealista. M¨¢s que en las obras presentes aqu¨ª, en algunas otras. Las de esta expo son muy controladas, elaboradas con mucho tiento. Debi¨® de creerlas vendibles si expon¨ªa. Decisivo para que Rodoreda est¨¦ en esta interesante exposici¨®n ha sido Salvador Saura, artista ¨¦l mismo y reputado dise?ador de cat¨¢logos, tambi¨¦n el de esta muestra. Conoce bien la obra pl¨¢stica rodorediana por haberse encargado con su compa?ero de siempre, Ramon Torrente, del libro que la re¨²ne, tan al completo como se conoce, recientemente editado por la fundaci¨®n que gestiona su legado.
Salve, Rodoreda, entre pintores y escultores.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y profesora de la UPF.
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