Seg¨²n el orden del d¨ªa
El bipartidismo ha vuelto a revivir sin hacerse notar, sin ceremonias; eso s¨ª, tras destrucciones y costes muy altos de credibilidad pol¨ªtica
Se acab¨® la aventura y el aventurerismo, se acabaron los proyectos descontrolados; regresa la docilidad democr¨¢tica del reformismo menor, controlado, conservador. La nueva legislatura ha empezado bien y va claramente a mejor. Incluso su reflejo medi¨¢tico m¨¢s generalizado confirma ese tranquilizador regreso de todo a los goznes, h¨¢bitos y rutinas del pasado. No es exactamente espectacular el aumento de la confianza de la poblaci¨®n en la vida pol¨ªtica, seg¨²n la ¨²ltima encuesta del CIS: su descr¨¦dito sigue en porcentajes muy altos, por encima del 70%. Pero al menos no est¨¢ donde sol¨ªa, por encima del 80%. Lo cual no deja de ser un grand¨ªsimo consuelo y quiz¨¢ lo llamativo es la esforzada sobreactuaci¨®n general sobre lo tranquilo que est¨¢ todo de nuevo, tras tantos y tan bruscos sustos.
El control pol¨ªtico ha vuelto a manos de los dos partidos hist¨®ricos porque el PP ha sabido gestionar muy bien su d¨¦bil superioridad parlamentaria y el PSOE ha gestionado a la baja, casi administrativamente, su debil¨ªsima superioridad dentro de las dem¨¢s minor¨ªas. Su mejor imagen es esa desangelada gestora y su discret¨ªsimo auxilio burocr¨¢tico al poder desde la exquisita neutralidad ideol¨®gica. El bipartidismo ha vuelto a revivir, por tanto, o al menos ha regresado sin hacerse notar, sin ceremonias ni protocolos, aunque s¨ª tras numerosas destrucciones (socialistas), y costes muy altos de credibilidad pol¨ªtica. Pero no parece inquietar demasiado a los medios de mayor audiencia, como si para muchos de ellos fuese prioritaria la reconquista restitutiva de un pasado que cre¨ªamos enterrado.
Hoy las complicidades de los dos partidos veteranos no parecen s¨®lo coqueteos o formas de la confluencia en el orden, sino un plan de futuro para orillar a los m¨¢s d¨¦biles del lugar, que son y siguen siendo Ciudadanos y Podemos. ?D¨¦biles? D¨¦biles. Uno surgi¨® muy cerca del laboratorio pol¨ªtico con una finalidad pr¨¢ctica y directa, hoy ya en su umbral de amortizaci¨®n, y el otro surgi¨® como plataforma pol¨ªtica para el descontento con las izquierdas convencionales del votante de izquierdas. Las dos operaciones han cumplido gran parte de sus objetivos porque Ciudadanos no naci¨® con vocaci¨®n de partido de poder sino para impedir el posible poder de Podemos, mientras que Podemos mismo logr¨® lo que no hab¨ªa logrado nadie en tan poco tiempo, sin que ese logro objetivamente impresionante haya logrado cambiar lo que ahora ya todo el mundo parece llamar el tablero.
Los objetivos cumplidos de uno y los incumplidos del otro facilitan el regreso al orden de dos partidos otra vez sosos, peinados y previsibles. La nave del Estado sigue por fortuna protegida de los excesos centristas de la regeneraci¨®n ¨¦tica de unos y de los excesos expresivos y gestuales, y de momento no mucho m¨¢s, de los otros. Da la sensaci¨®n de existir un acuerdo t¨¢cito pero generalizado para transmitir buenas noticias que vayan corrigiendo las malas vibraciones recientes y certifiquen que todo va francamente bien (aunque siempre se puede mejorar). El gobierno obtiene la comprensi¨®n responsable de un partido de Estado o, para ser exactos, de su gestora. Ignoro c¨®mo vive la militancia y los cinco millones y pico de votos este buen rollo que exhibe la gestora con Rajoy, sin rifirrafes ni grandes trifulcas, sin experimentos raros y sobre todo sin gestos nada, nada populistas, geom¨¦tricamente emplazado en el centro de la centralidad traquilizadora.
Ni Ciudadanos ni Podemos parecen pintar mucho en este cuadro, aunque obtuviesen algo m¨¢s de ocho millones de votos (pero m¨¢s obtuvieron PP y PSOE). Yo no s¨¦ si aquel gobierno de concentraci¨®n que sobrevol¨® hace a?os el mapa medi¨¢tico espa?ol ten¨ªa futuro o no lo ten¨ªa. Pero s¨ª parece que sin coalici¨®n ni escenas para las c¨¢maras, el resultado real ha sido el mismo aunque por otras v¨ªas. Y una novedad entonces imprevista y hoy consolidada: la insignificancia ideol¨®gica y pol¨ªtica del PSOE, resignado al nuevo orden y a su nuevo papel subdisiario y discreto, tan discreto que ni siquiera Margarita Robles est¨¢ enterada de las posiciones pol¨ªticas que acuerda la gestora, seg¨²n ha declarado. Como su propio nombre indica, la gestora gestiona y lo hace con comparecencias suficientemente aburridas como para no molestar a nadie y en lenguajes convenientemente sosegados, bien cosidos a la paz gubernamental y esperanzados en un futuro despertar de la ilusi¨®n cuando cambie el orden del d¨ªa. Esperaremos con la ilusi¨®n inc¨®lume la nueva epifan¨ªa.
Jordi Gracia es catedr¨¢tico de Literatura Espa?ola en la Universitat de Barcelona.
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