El quinto amanecer de Hogar Social Madrid
El colectivo neonazi okupa el palacete que alberg¨® a los mutilados de guerra y lugar donde muri¨® Mill¨¢n Astray
La bandera del colectivo ultraderechista Hogar Social Madrid ondea sobre el front¨®n de un palacete en la calle de Vel¨¢zquez 107, a cuyo interior ha accedido EL PAIS. Desalojados de su ¨²ltima sede el 23 de noviembre es, desde el 4 de diciembre, su nuevo cuartel general, el quinto desde que comenzaron su andadura okupa en la capital. No obstante, la okupaci¨®n del inmueble que aloj¨® a los mutilados de guerra y donde muri¨® el general golpista Mill¨¢n Astray no se hizo p¨²blica hasta el pasado domingo. Durante los primeros d¨ªas, los miembros del colectivo neonazi se han afanado por ¡°recuperar un edificio abandonado¡±. Son ya 10 las familias que lo habitan. ¡°Llegar¨¢n m¨¢s, pero antes hay que saber las plazas disponibles¡±, anuncian mientras barren el parqu¨¦ de sus largos pasillos y amontonan documentos y bolsas de basura.
¡°Es un edificio enorme. Entraron hace unos d¨ªas y ah¨ª siguen¡±, cuchichean en la calle cuatro personas. Sobre ellos, la atenta mirada de varios miembros de Hogar Social. Nadie los ve porque est¨¢n detr¨¢s del enorme port¨®n negro que da acceso al edificio. Solo abren cuando llega un ¡°patriota¡±, como se autodenominan. La tarde empieza a caer y, sin embargo, la actividad es fren¨¦tica en esta amplia avenida del distrito de Salamanca. En ella se concentran varias embajadas, selectos comercios y reside parte de la flor y nata de la capital. Una motocicleta verde chill¨®n se detiene en la entrada. Su conductor se identifica como comandante retirado del Ej¨¦rcito del Aire: ¡°He hablado esta ma?ana con un coronel y quedamos en que me pasar¨ªa a certificar que no hay documentos sensibles¡±. Sale media hora m¨¢s tarde prometiendo volver.
El port¨®n se ha abierto y los miembros del colectivo salen t¨ªmidamente a la calle. Un hombre muy repeinado y de mediana edad se les acerca y les felicita por su trabajo: ¡°Vivo en Lagasca, ah¨ª estoy para lo que necesit¨¦is¡±. Hogar Social es famoso por ofrecer vivienda y alimento solo a espa?oles en situaci¨®n de necesidad. ¡°No me considero nazi, soy patriota. En Madrid hay 175 asociaciones que ayudan a inmigrantes, pero ninguna a espa?oles. Eso es lo que hacemos nosotros y cada vez tenemos m¨¢s seguidores¡±, explica un estudiante de aeron¨¢utica que forma parte de un colectivo con m¨¢s de 150 militantes. Ayudan a m¨¢s de 300 familias espa?olas con alimentos que les donan, aunque tambi¨¦n ellos ponen el dinero que pueden. Benigno, de 75 a?os, es un antiguo cocinero del Hospital de La Princesa. Asegura que no le llega con lo que cobra de pensi¨®n: ¡°Estos chicos son buenos, a pesar de lo que se dice de ellos¡±. Sus nuevos vecinos, sin embargo, reh¨²san hablar por miedo a represalias.
Un edificio comprado por la universidad
¡°En Hogar Social casi todos somos j¨®venes, por eso no podemos comprar edificios¡±, relata Sergio, un estudiante de ingenier¨ªa. El de Vel¨¢zquez es el quinto inmueble que okupan desde que crearon la organizaci¨®n en 2014. El primero estaba en el barrio de Tetu¨¢n. De ah¨ª pasaron a la vieja sede del Ministerio de Trabajo, en la calle de Bret¨®n de los Herreros, y al edificio del F¨®rum Filat¨¦lico. A finales de 2015 se trasladaron a la sede del Noticiario Documental (No Do), en la calle de Joaqu¨ªn Costa. Un juez les oblig¨® a abandonarlo el 23 de noviembre. All¨ª conservan colchones y muebles, que pedir¨¢n cuando tengan lista su nueva sede, un edificio de cuatro plantas construido sobre un solar de 1.400 metros cuadrados. Era propiedad del Ministerio de Defensa, pero a principios de diciembre lo adquiri¨® la Universidad Rey Juan Carlos, aunque no revelan el montante de la operaci¨®n. Un portavoz de esta instituci¨®n p¨²blica se?ala que a¨²n no se hab¨ªa decidido el uso del inmueble, aunque s¨ª adelanta que sus servicios jur¨ªdicos han iniciado los tr¨¢mites para desalojar a los inquilinos.
Nada m¨¢s entrar, a la izquierda, unas escaleras dan acceso al palacete. En una parte se amontonan bolsas de basura. En la otra, juguetes y bolsas con la ropa que les ceden. Al fondo hay un patio en el que se observa un distintivo de la asociaci¨®n de inv¨¢lidos y mutilados del Ej¨¦rcito. Junto a ¨¦l, una pancarta de la Legi¨®n con el lema Viva la muerte. La planta subterr¨¢nea, sin luz, sirve de almac¨¦n. All¨ª tienen perfectamente organizados los alimentos no perecederos que ofrecen en sus repartos. En la primera planta las ventanas permanecen cerradas y existe un intenso olor a humedad. No han conseguido instalar a¨²n la electricidad, pero en sus estancias ya duermen algunas personas. Una de ellas es Pablo, un divorciado de 47 a?os que ya pas¨® siete meses en la antigua sede del No Do. ¡°Antes estuve en un albergue de la Comunidad, pero viv¨ªa hacinado y me robaban. Yo los veo como gente normal que ayuda a espa?oles¡±.
Melisa D. Ruiz, l¨ªder del movimiento, explica que la segunda planta se convertir¨¢ en la zona de actividades comunes: sal¨®n, biblioteca, ludoteca y sala de conferencias. Los voluntarios han abierto el cuadro de luz y han conseguido iluminar la zona (es la ¨²nica que tiene electricidad) que est¨¢ y huele a limpio, a pesar de la humedad en las paredes. Tambi¨¦n hay agua en los ba?os, pero a¨²n no se pueden duchar porque no existe calentador. Hay un ascensor, pero Melisa certifica que solo ser¨¢ posible acceder a las plantas por las escaleras de m¨¢rmol, ya que el aparato no ¡°pasa las necesarias revisiones¡±. En una esquina se agolpan bolsas de basura y un buen pu?ado de documentos: ¡°No hemos mirado nada, no nos interesa¡±, subraya un miembro de Hogar Social al que tampoco dice interesarle los partidos. ¡°No nos representan, no creemos en las instituciones, pero alg¨²n d¨ªa quiz¨¢s formemos uno. Primero hay que crear tejido social¡±.
Una acci¨®n reivindicativa
Hogar Social sostiene que la nueva okupaci¨®n es una protesta por la "injusta" expulsi¨®n del Ej¨¦rcito de militares no permanentes cuando cumplen los 45 a?os. Sin embargo, el edificio donado a Mill¨¢n Astray y a la Legi¨®n ya no pertenece al Ministerio de Defensa, ya que a principios de diciembre fue adquirido por la Universidad Rey Juan Carlos. "Hay un maltrato del Estado a estos h¨¦roes que se han jugado la vida por Espa?a. Se les da la patada", explica Melisa. La l¨ªder del movimiento ultra tambi¨¦n denuncia el incumplimiento de medidas de reinserci¨®n laboral para los exsoldados, que "se encuentran en una situaci¨®n muy precaria, por eso muchos de ellos tienen que vivir aqu¨ª".
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