?Desde donde rehacer el mundo?
Europa debe reforzar sus instituciones, cambiar su pol¨ªtica econ¨®mica y asumir mayores cotas de regulaci¨®n que protejan a sus ciudadanos sin perder los avances conseguidos
La irrupci¨®n de Trump o la reuni¨®n de la extrema derecha europea en Coblenza, son expresi¨®n de que, desde posiciones ultraconservadoras, va cuajando una respuesta a las preocupaciones de buena parte de la poblaci¨®n de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados sobre un futuro amenazante. El diagn¨®stico de partida es sesgado, pero conecta con la percepci¨®n de mucha gente: el mundo est¨¢ cambiando aceleradamente; los centros de poder econ¨®mico no hay qui¨¦n los controle; las viejas instituciones democr¨¢ticas no garantizan los equilibrios que generaban certidumbre; hay demasiada gente extra?a y distinta de ¡°nosotros¡± que va y viene sin el control necesario; los tradicionales sistemas de seguridad no sirven ante las nuevas formas de terrorismo. S¨ªntesis: menos globalizaci¨®n, m¨¢s seguridad y m¨¢s protecci¨®n. Trump se?ala a los vecinos del sur, a los islamistas y la capacidad productiva china como males a conjurar. Los pol¨ªticos reunidos en Coblenza se?alan a la Uni¨®n Europea, al euro y a los inmigrantes y refugiados como enemigos a batir, sin desde?ar unirse a la agenda de Trump. La extrema derecha europea busca crecer en credibilidad de gesti¨®n, concretando en medidas de gobierno lo que hace un tiempo eran simples proclamas ideol¨®gicas y extempor¨¢neas.
?Qui¨¦n hay al otro lado? Las fuerzas pol¨ªticas tradicionales (socialdem¨®cratas, conservadores, democristianos, liberales), van agotando su legitimidad al tiempo que siguen defendiendo los procesos de globalizaci¨®n de mercados y finanzas, y mantienen su apoyo incondicional a las pol¨ªticas de austeridad fiscal y el pacto de equilibrio financiero en Europa del 2012. Su credibilidad va desapareciendo y se mueven inquietas, buscando salida en concesiones hacia los extremos. La nueva izquierda, hija de ese escenario, se ha desconectado de una tradici¨®n que no le sirve, pero ha de demostrar que tiene capacidad de gobierno m¨¢s all¨¢ de transgredir el orden establecido y querer cambiar la historia. Y en este sentido la experiencia municipalista en Espa?a adquiere relieve.
Hemos de entender que, como dec¨ªa Piketty hace poco, el famoso y multicolor ¡°populismo¡± no es m¨¢s que una respuesta, confusa pero leg¨ªtima al sentimiento de abandono de las clases populares de los pa¨ªses desarrollados frente a la globalizaci¨®n desatada y el aumento de la desigualdad. Lo que precisamente distingue a las nuevas formaciones pol¨ªticas progresistas es que siguen incorporando al internacionalismo y a la defensa de la diversidad y de la apertura de fronteras como valores esenciales. Son, de hecho, trincheras muy importantes frente a la xenofobia y al nacionalismo que construye enemigos externos para evitar afrontar sus propias contradicciones. La pol¨ªtica de alianzas en Europa ha de tener en cuenta esos factores si se quiere evitar que la corriente ultranacionalista y racista lo acabe arrastrando todo, y para ello es necesario reconsiderar democr¨¢ticamente la r¨ªgida pol¨ªtica econ¨®mica impuesta por la "troika" bajo el liderazgo alem¨¢n.
En este escenario, Espa?a muestra un perfil propio. Con poco espacio para la extrema derecha, con menos ¨¦nfasis en una seguridad que lo justifique todo, y con una mayor aceptaci¨®n de una heterogeneidad asumida sin tantas prevenciones. Los estudios de valores que se han ido haciendo (como el ¨²ltimo presentado por el Ayuntamiento de Barcelona), muestran que existe consenso en torno a valores cosmopolitas y progresistas, lo que contrasta con otras partes de Europa. Y ello es m¨¢s claro en las franjas m¨¢s j¨®venes. La socializaci¨®n pol¨ªtica del 15M muestra aqu¨ª sus efectos, y enlaza con valores que fueron hegem¨®nicos en la transici¨®n. En Catalu?a, el reforzamiento del soberanismo ha conectado esos dos vectores, dejando a la extrema derecha en posiciones de marginalidad notable. Europa debe reforzar su capacidad para afrontar la triple crisis en la que estamos: financiera, ambiental y social, y hacerlo de manera claramente alternativa a lo que supone el desaf¨ªo ultraconservador, nacionalista y xen¨®fobo que en Coblenza mostr¨® querer convertir el a?o 2017 en su a?o electoral. Para ello ha de reforzar democr¨¢ticamente sus instituciones, cambiar su pol¨ªtica econ¨®mica y asumir mayores cotas de regulaci¨®n que protejan a sus ciudadanos sin perder los avances conseguidos en reconocimiento de la diversidad, en el sost¨¦n de los lazos vitales y de cuidado y los horizontes de valor compartidos. Trump por un lado y las mujeres que marcharon en Washington por el otro, son dos polos en los que inevitablemente nos moveremos.
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