Turistas contra turistas en Lavapi¨¦s
Una manifestaci¨®n concentra a un centenar de personas para quejarse de la "turistificaci¨®n" del centro de Madrid
"En mi edificio hay un AirbnB", dice una ciudadana. "Pues en el m¨ªo tres", responde la otra. La conversaci¨®n se escuch¨® en la manifestaci¨®n que tuvo lugar en Lavapi¨¦s la tarde del mi¨¦rcoles. A su alrededor m¨¢s de cien manifestantes, algunos disfrazados de turistas, corr¨ªan por las callejuelas del barrio haciendo carreras de maletas con trolley. El particular sonido de las ruedas sobre el empedrado, para muchos s¨ªmbolo sonoro de la denominada turistificaci¨®n, retumbaba en las castizas fachadas de las edificios. "Me encanta Lavapi¨¦s, solo voy a estar dos d¨ªas y no pienso conocer a ning¨²n vecino", comentaba, con retranca y acento extranjero, uno de los turistas manifestantes.
"Nos es una manifestaci¨®n contra los turistas sino contra la proliferaci¨®n desmedida, salvaje y descontrolada de un turismo depredador en los centros de las ciudades", cuentan desde el colectivo Lavapi¨¦s, ?d¨®nde vas?, organizadores de la marcha, y formado por miembros de los movimientos sociales del barrio. Esta manifestaci¨®n tiene la particularidad de tener una gran carga r¨®nica: pide lo contrario de los que realmente reivindica. Su t¨ªtulo es Manifestaci¨®n internacional por los derechos del turista, y propone cosas tan surreales como m¨¢s establecimientos de fast food, calles empedradas para que los ruedines de las maletas hagan ruido potente, el cierre de los bares tradicionales con camareros feos y con chaquetilla, que los castizos hagan francachelas a los visitantes, un hotel en cada manzana, la reconversi¨®n de cada local en micromuseos de arte contempor¨¢neo o la creaci¨®n en las aceras de un carril exclusivo para turistas con maleta. As¨ª, algunos de los esloganes que se escucharon fueron: "10, 100, 1000 centros comerciales"; "El turismo se queda en Lavapi¨¦s" o "Un desalojo, otro AirBnB".
En realidad los manifestantes est¨¢n preocupados precisamente por esos fen¨®menos asociados a la gentrificaci¨®n y turistificaci¨®n que se vive en Lavapi¨¦s as¨ª como en otros barrios del centro de Madrid. Un fen¨®meno que muchos temen lleven a una degradaci¨®n del espacio p¨²blico similar al que viven otras ciudades, como Barcelona, y a una expulsi¨®n de los vecinos, dada la fuerte subida de los precios de los alquileres, provocada por la proliferaci¨®n de pisos tur¨ªsticos. En el ¨²ltimo a?o el precio del alquiler en el centro ha experimentado una subida media del 15%. En la ¨²ltima d¨¦cada el distrito centro ha perdido un 10% de su poblaci¨®n y la viviendas tur¨ªsticas se han doblado en solo dos a?os. La ciudad se vac¨ªa de vecinos y ese espacio se rellena con fugaces turistas.
"La presi¨®n especulativa es muy fuerte desde antes de la rehabilitaci¨®n del barrio, despu¨¦s de la rehabilitaci¨®n, durante la burbuja y despu¨¦s de la burbuja", explica Carlos, uno de los promotores de la marcha y?que no quiere dar su apellido. "Hay gente que ha obtenido valor vendiendo sus casas pero, adem¨¢s, se ha puesto en marcha una burbuja especulativa que ha convertido los sitios donde pod¨ªas vivir en sitios de lujo". Lo que antes era una infravivienda de veinte metros cuadrados, se?ala, ahora es un estudio de lujo solo apto para personas de rentas elevadas. Tienen registrados m¨¢s de mil pisos tur¨ªsticos en Lavapi¨¦s. En ellos se solapan los propietarios, que alquilan ocasionalmente su vivienda, con los grandes fondos de inversi¨®n, que compran pisos, y hasta edificios enteros, para dedicarlos al negocio del alquiler tur¨ªstico.
?Qu¨¦ hacer? "No lo sabemos muy bien", dice el portavoz, "hay gente que piensa que hay que plantear una intervenci¨®n administrativa, mientras que otras piensan que hay que plantear una movilizaci¨®n ¨¦tica: que la gente no caiga en la trampa del mercado". La manifestaci¨®n, en ambiente festivo y ante la mirada extra?ada de algunos turistas de carne y hueso, que no comprend¨ªan muy bien el asunto, lleg¨® a su fin delante del frecuentado supermercado 24 horas que ocupa el centro del barrio. "Queremos d¨ªas de 25 horas para que el supermercado abra m¨¢s", dec¨ªan.?
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