MNAC, o un museo 25 a?os en construcci¨®n
Problemas de espacio, econ¨®micos y de definici¨®n marcan la historia del que deber¨ªa ser ¡®El Prado catal¨¢n¡¯
¡°Una considerable multitud de visitantes, en su mayor¨ªa extranjeros¡¡±, inicia el sorprendido periodista hace 25 a?os su cr¨®nica sobre la inauguraci¨®n de la exposici¨®n Prefiguraci¨® del Museu Nacional d¡¯Art de Catalunya, puesta de largo de la que deb¨ªa ser la estrella de la constelaci¨®n muse¨ªstica catalana. El tiempo se congel¨®, dentro y fuera del centro: entre el 55% y el 60% de los 820.516 visitantes que recibi¨® el a?o pasado el MNAC proviene allende los Pirineos, supuestamente no una mala cifra porque siete de cada 10 de los que acuden a museos barceloneses son for¨¢neos. En el interior, en el fondo, la prefiguraci¨®ncontin¨²a un cuarto de siglo despu¨¦s.
La aglomeraci¨®n tambi¨¦n se mantiene, no en la taquilla (zona que aquel d¨ªa a¨²n luc¨ªa un toldo blanco al no estar rematado el techo del vest¨ªbulo), sino en la explanada del Palau Nacional, solicitado mirador de un skyline excepcional de la ciudad. Como ayer. S¨ª hay un cambio signo de los tiempos: las escalinatas que ese verano fueran improvisado y feliz mercadillo de pins ol¨ªmpicos muestran hoy, en cada rellano, la m¨¢s inimaginable oferta mantera: de im¨¢n de nevera y llavero pseudogaudiniano o cul¨¦ a palos de selfie y gafas de sol y gorras y bebidas y bisuter¨ªa hippie, pasando por un desaprensivo que alquila dos palomas t¨®xica-mente pintarrajeadas de amarillo y verde loro tropical a quien quiera fotografiarse con ellas.
Como en 1992, los turistas siguen siendo 1os grandes usuarios del centro
De entre el centenar de piezas hace un cuarto de siglo expuestas, el educado gusto art¨ªstico de J. J. Navarro Arisa destac¨® un capitel califal de C¨®rdoba del siglo X en m¨¢rmol blanco, la Lapidaci¨®n de Sant Esteve, pieza del XII del Mestre de Boh¨ª, y el Martirio de San Bartolom¨¦, del XVIII, de Josep de Ribera, El Espa?oleto. Buen ojo: de las alrededor de 250.000 obras que atesora hoy el MNAC, las tres siguen expuestas (salas 1, 2 y 34, respectivamente). Tambi¨¦n mejoraron las cartelas: ahora ya son pol¨ªglotas y no lucen s¨®lo en catal¨¢n.
¡°Se ha buscado m¨¢s la representatividad que la espectacularidad", dijo entonces el m¨¢ximo responsable del MNAC, Xavier Barral. Un libro-cat¨¢logo de 562 p¨¢ginas de esa muestra y tres directores despu¨¦s (Eduard Carbonell, Maite Oca?a y el actual, Pepe Serra), cuesta hoy visualizar precisamente la representatividad del centro en el imaginario ciudadano del MNAC, museo que debe ser ¡°El Prado catal¨¢n¡±, como sus responsables y la Generalitat han definido m¨¢s de una vez. El argumentario institucional para justificarlo ha sido diverso: por un lado, que, en el fondo, el museo es joven porque sus ricas colecciones no se han exhibido completas y con sentido totalizador hasta 2005; pero a¨²n as¨ª las reordenaciones no han parado: la ¨²ltima es de hace tres a?os, la del arte del XIX, en oto?o se reabren las durante tiempo cerradas salas del Barroco y Renacimiento y ya se prepara el terremoto de la remodelaci¨®n de la se?era sala del Rom¨¢nico, con sus gigantescos ¨¢bsides, para 2020.
El presupuesto y las reordenaciones de colecciones diluyen su imagen
Tambi¨¦n ha sido recurrente aducir el largo pulso conceptual, ya finiquitado, con el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona (Macba) por delimitar d¨®nde acaba y empieza el discurso de uno y otro. La traducci¨®n de ello es que buena parte de los fondos posteriores a la Guerra Civil del MNAC est¨¢n en sus almacenes. De ah¨ª se deriva tambi¨¦n otro lamento: de los 45.000 metros cuadrados del complejo muse¨ªstico, apenas 12.000 son para exhibiciones. Por ello la insistencia en los ¨²ltimos a?os en crecer con, al menos, uno de los dos pabellones (el de Victoria Eugenia y el de Alfonso XIII), sitos a los pies del Palau Nacional, donde desplegar su colecci¨®n de los a?os 1950 a 1970, la de fotograf¨ªa y sus salas temporales, as¨ª como la biblioteca y el archivo. Tambi¨¦n ser¨ªa una manera de acercarse f¨ªsicamente a la ciudad, obsesi¨®n del actual rector del centro.
Por uno de esos motivos, por la combinaci¨®n de varios, o por los recortes presupuestarios (el actual es de 15,2 millones de euros, de los cuales s¨®lo unos exiguos 1,7 millones son para exposiciones), el MNAC ha dejado pasar muestras como la antol¨®gica de Dal¨ª exhibida en el Centro Pompidou y el Museo Reina Sof¨ªa, la de Joaquim Torres-Garc¨ªa proveniente del MoMA de Nueva York o la m¨¢s reciente de David Bowie, ahora en el DHUB. La idea subyacente es, tambi¨¦n, priorizar el fondo sobre el blockbuster. Pero en 2013 se cerr¨® el centro para acoger la boda de la hija de un magnate indio, que dej¨® 300.000 euros en caja. La prefiguraci¨®n, pues, prosigue.
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