La biblioteca de los hombres calvos y otras ideas librescas
Un grupo de artistas utiliza los libros y las estanter¨ªas para crear obras ef¨ªmeras en una exposici¨®n en La Casa Encendida
Si los libros, cada uno, dicen mucho, tambi¨¦n dicen mucho las colecciones de libros. Si quiere usted conocer a alguien mire su biblioteca (y su basura). Las bibliotecas, los libros, tambi¨¦n sirven para imaginar y ser imaginados. Jorge Luis Borges, bibliotecario ciego, imagin¨® bibliotecas infinitas, bibliotecas que contienen todas las combinaciones posibles de letras, escritores que escrib¨ªan otra vez El Quijote palabra por palabra o universos que solo exist¨ªan en las enciclopedias. Los artistas tambi¨¦n imaginan libros y bibliotecas, y de eso trata la exposici¨®n Bibliotecas ins¨®litas, que se puede ver en La Casa Encendida hasta el 10 de septiembre.
¡°Queremos poner de manifiesto cu¨¢l es la situaci¨®n actual de los libros de artista¡±, dice la comisaria Gl¨°ria Picazo. ¡°Esas publicaciones que el artista hace en paralelo a su proyecto art¨ªstico y que en los ¨²ltimos tiempos est¨¢ viviendo un gran auge¡±. Las nuevas tecnolog¨ªas, la autoedici¨®n, facilitan la proliferaci¨®n de este tipo de publicaciones (tambi¨¦n en otros ¨¢mbitos, como la literatura o la fotograf¨ªa). As¨ª, la exposici¨®n transcurre en dos l¨ªneas: el mapeo del libro de artista y los diferentes enfoques a la idea de biblioteca, desde la desaparecida Biblioteca de Alejandr¨ªa a la nube digital, pasando por las bibliotecas particulares de cada lector. Se parte de la idea de la biblioteca ut¨®pica y universal, aquella que contiene todo el conocimiento del mundo, fin que, por cierto, tambi¨¦n se propuso Google con un algoritmo que ordena por relevancia y rastrea informaci¨®n en d¨¦cimas de segundo. Quiz¨¢s sea una amenaza para las bibliotecas hechas de ¨¢tomos y no de bits.
¡°Los artistas tambi¨¦n tienen sus bibliotecas, que contienen sus ediciones art¨ªsticas, pero tambi¨¦n un sinf¨ªn de referencias literarias, filos¨®ficas, pol¨ªticas, sociales¡±, dice la comisaria. En la de I?aki Bonilla hay se?ores sin pelo: presenta aqu¨ª La biblioteca de los hombres calvos, que parte de una colecci¨®n de fotos de algunas de las cabezas m¨¢s prominentes de la historia de la literatura y el pensamiento: Bertrand Russell, John Berger, Baudelaire u Oscar Wilde. Cada libro corresponde a una cabeza.?
En la de Enric Farr¨¦s Duran, una biblioteca sin t¨ªtulos, los lomos de los libros se colocan de cara a la pared, ocultos al visitante. La biblioteca port¨¢til de Javier Pe?afiel viaja en un peque?o trineo. Ant¨°nia del R¨ªo homenajea a todos los libros desaparecidos de la historia con una biblioteca en blanco.
Clara Boj y Diego D¨ªaz, en Data biography, imprimen en una amplia biblioteca toda su vida digital: mensajes, comentarios, fotos compartidas, algo as¨ª como un ejercicio de Big Data autobiogr¨¢fico (durante todo el a?o 2017) y convertido en libros. Ignas¨ª Aball¨ª aporta sus c¨¦lebres listados de titulares de prensa en torno a un tema (la droga, por ejemplo, o lo invisible).
Hay hasta una editorial, la mexicana Alias, que traduce textos fundamentales del arte contempor¨¢neo buscando que cada libro sea un objeto singular: libros de artista en todos los sentidos. Otros participantes son Fernando Bryce, Dora Garc¨ªa, Juan P¨¦rez Agirregoikoa, Francesc Ruiz u Oriol Vilanova.
Aqu¨ª tambi¨¦n hay, como en otras bibliotecas al uso, una sala de reserva (tambi¨¦n conocida como ¡°infierno¡±), donde se guardan libros que no est¨¢n al alcance del p¨²blico general (a veces por irreverentes, sacr¨ªlegos o revolucionarios) y solo del especialista. Se guardan ejemplares singulares, hitos de las historias del libro de artista de los a?os sesenta y setenta (fechas en las que se consolida esta disciplina), obra de autores como Sol LeWitt, Ed Ruscha, Marcel Broodthaers, Isidoro Valc¨¢rcel Medina o Concha Jerez.
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