Un bosque en el palacio
El espacio fue bautizado con el nombre de uno de los acontecimientos m¨¢s ¨¦picos de la ciudad: la resistencia ante los ¨¢rabes
Hay quien asegura que, al caer la tarde, escucha a¨²n relinchar caballos y rugir lanzas en el Campo del Moro. En el verano de 1109, el rey de los almor¨¢vides trat¨® de reconquistar la plaza sin ¨¦xito. Al¨ª Ben Yusuf destruy¨® los muros de la ciudad cristiana, salv¨® el r¨ªo Manzanares y acamp¨® sus huestes en la ladera del Alc¨¢zar, lugar que hoy ocupa el Palacio Real. Siglos m¨¢s tarde, sobre la sangre derramada brot¨® uno de los espacios m¨¢s extraordinarios de la capital: los jardines del Campo del Moro. Para bautizarlo, sus creadores tomaron la referencia hist¨®rica que Mesonero Romanos invoca en su obra Antiguo Madrid.
Un peque?o muro y una verja de dos metros de altura separan la ciudad de los jardines, que ocupan 20 hect¨¢reas. Para adentrarse en ¨¦l hay que dirigirse hasta el paseo de la Virgen del Puerto, donde el Manzanares acaricia el Madrid de los Austrias. Se accede por una estrecha puerta de forja. Nada hace presagiar lo que viene a continuaci¨®n. Los visitantes han agotado ya todos los calificativos y ahora se aferran a onomatopeyas. Desde un peque?o mirador se observa el Palacio Real, que se difumina en el horizonte, ba?ado por los contrastes de las plantas que crecen a su alrededor. ¡°Si esto no es el para¨ªso, se le parece¡±, sentencia Luc¨ªa.
La mujer no ha reparado en los carteles de prohibido pisar que minan un recinto declarado de inter¨¦s hist¨®rico-art¨ªstico en 1931. Posa sobre el c¨¦sped, impoluto, para fotografiarse. Un guardia de seguridad motorizado le pide que abandone la zona. ¡°Hay muchas restricciones. Tampoco pueden entrar perros ni bicicletas¡±, revela el agente. Los canes se prohibieron para que pavos reales, faisanes y patos vivieran tranquilos, pero los m¨¢s peque?os los persiguen sin tregua. Gema, de 11 a?os, nunca vio un pavo tan de cerca. Le procura migas de pan junto al estanque.
Una orograf¨ªa abrupta
Dos fuentes, la de las conchas y la de los tritones, tra¨ªdas desde otros palacios, delimitan la franja central de los jardines, construidos en desnivel y coronados por la residencia real, con acceso restringido. La orograf¨ªa era a¨²n m¨¢s abrupta en el siglo XVI, cuando Felipe II compr¨® los terrenos colindantes al Alc¨¢zar, destruido en un incendio en 1734. Sobre sus cenizas se edific¨® el Palacio Real, que Carlos III convirti¨® en su hogar. El Campo Moro era entonces un bosque. Aunque exist¨ªan proyectos para levantar jardines, nunca se iniciaron. ¡°No hac¨ªa falta porque ya exist¨ªan unos preciosos al otro lado del r¨ªo, en la Casa de los Vargas¡±, explica Mar Garc¨ªa, ingeniera forestal de Patrimonio Nacional. La Casa de Campo era entonces un ap¨¦ndice del palacio.
Los jardines del Campo Moro comienzan a levantarse en 1844, durante el reinado de Isabel II. Narciso Pascual Colomer traz¨® un dise?o de avenidas rectil¨ªneas que hoy permite dar largos paseos sin llegar al mismo sitio. Para salvar el desnivel se permiti¨® enterrar los escombros de las casas derruidas para ensanchar la Puerta del Sol. ¡°Parece mentira que estemos a unos metros de Gran V¨ªa¡±, afirma Israel Recalde. Originalmente era un espacio barroco, pero ha pasado por varias fases y hoy combina estilos dispares. En 1890, la regente Mar¨ªa Cristina encarg¨® su redise?o a Ram¨®n Oliva, que cre¨® una zona para celebraciones. Tambi¨¦n se levantaron estructuras a la moda de la ¨¦poca y un campo de tenis que no se conserva.
El t¨²nel de Bonaparte
Durante su breve reinado, obsesionado por su seguridad, Jos¨¦ Bonaparte mand¨® construir en 1811 un t¨²nel que conectara el Palacio Real y la Casa de Campo, como anta?o. La estructura fue dise?ada por Juan de Villanueva. Durante la Guerra Civil el t¨²nel sirvi¨® para almacenar munici¨®n. Max Aub ambient¨® aqu¨ª una de sus novelas, Campo del Moro, en la que relata la traici¨®n en el bando republicano durante los ¨²ltimos d¨ªas del conflicto. La estructura fue utilizada hasta que comenzaron las obras en la M-30. Ahora Ayuntamiento y Patrimonio Nacional estudian su reapertura.
Los jardines fueron coto privado hasta 1978, cuando se abri¨® al p¨²blico por expreso deseo del rey Juan Carlos, que celebr¨® aqu¨ª su onom¨¢stica durante a?os. En julio de 1992 alojaron la II Cumbre Iberoamericana. Algunos jefes de Estado quedaron maravillados con la rica vegetaci¨®n. De hecho, la Comunidad de Madrid ha catalogado varios ¨¢rboles como especies singulares: secuoyas, tejos y un pino de Jerusal¨¦n. El m¨¢s caracter¨ªstico es un roble de 27 metros de altura y m¨¢s de 150 a?os. Pese a ello, el Campo del Moro es uno de los jardines menos frecuentados de Madrid.
Contrasta con los jardines de Sabatini, un espacio clasicista dise?ado por Garc¨ªa Mercadal, m¨¢s moderno y cercano al palacio. Se construy¨® durante la Segunda Rep¨²blica en el lugar que ocupaban las caballerizas que traz¨® Sabatini. ¡°Venimos cada vez que podemos a admirarlo y a relajarnos¡±, admite Miriam Mu?oz, de Elche. Apenas ocupa dos hect¨¢reas, pero su privilegiada situaci¨®n le convierten en un lugar m¨¢gico. ¡°No se puede describir, solo admirar¡±, dice Alba. Otros prefieren introducir sus pies en el estanque, rodeado de ¨¢rboles y esculturas de reyes castellanos. La estatua m¨¢s simb¨®lica, sin embargo, est¨¢ bajo el acceso de la calle de Bail¨¦n. Se instal¨® en 1966 y fue la primera que Madrid dedic¨® a Carlos III, su mejor alcalde.
Los datos
Superficie: Los jardines del Campo del Moro cuentan con 20 hect¨¢reas, los de Sabatini con 2,6
Administraci¨®n: Los jardines de Sabatini pertenecen al Ayuntamiento de Madrid, mientras que Patrimonio Nacional gestiona Campo del Moro
Horario: La entrada a ambos recintos es gratuita. Sabatini de 9.00 a 21.00 y Campo del Moro de 10.00 a 20.00 hasta el 30 de septiembre. A partir de esa fecha cierra a las 18.00
C¨®mo llegar: Los jardines del Campo del Moro est¨¢n en el paseo de la Virgen del Puerto. Se llega en Cercan¨ªas (Pr¨ªncipe P¨ªo), en Metro (?pera y Pr¨ªncipe P¨ªo) o en las l¨ªneas 25, 33, 39, 41, 46, 62, 75, 138, C1 y C2 de autobuses de la EMT. Para acceder a Sabatini, en calle de Bail¨¦n, 2, Metro (?pera o Sol), Cercan¨ªas (Sol) y bus urbanos: l¨ªneas 3, 25, 39, 46, 75, 138, 148, C1 y C2.
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