Vibr¨¢fono con pajarita
El gran instrumentista traza en el Central una in¨¦dita coalici¨®n con el tr¨ªo de Sebasti¨¢n Chames
Oh, esas alianzas m¨¢gicas y fulgurantes que solo son posibles en la ¨®rbita del jazz. A trav¨¦s de un conocido com¨²n (Willie Jones III), el estadounidense Steve Nelson y el argentino-casi-madrile?o Sebasti¨¢n Chames trabaron amistad y el primero se anim¨® a cruzar el oc¨¦ano para utilizar el tr¨ªo del segundo como respaldo en una gira europea. Lo cierto es que el proyecto continental no fragu¨®, as¨ª que esta semana de Nelson y Chames en el Caf¨¦ Central de Madrid constituye, en t¨¦rminos descriptivos, un acontecimiento ¨²nico. Y absolutamente disfrutable, sobre todo porque, tras el fallecimiento de Bobby Hutcherson y con Gary Burton algo m¨¢s retirado del primer plano, cuesta imaginar a un vibrafonista m¨¢s sutil, c¨¢lido y seductor que el gran caballero de Pensilvania.
El vibr¨¢fono es un instrumento que proviene de la ¨®rbita cl¨¢sica y suele asociarse, en la penumbra del club, con la franja m¨¢s acad¨¦mica del jazz. En el caso de Nelson (62 a?os), el poso y la sabidur¨ªa son evidentemente abrumadores, ya sea con Duke Ellington o Cedar Walton entre las manos o cuando llega el momento de reinventar un cl¨¢sico tan inmortal (y a?ejo) como I didn't know what time it was, de Richard Rodgers. Pero las incursiones en un lenguaje m¨¢s contempor¨¢neo no son nada timoratas, como ese Aten Hymn de autor¨ªa propia, palpitante y delicado a la vez, que brill¨® con creces en el primer pase.
Pueden faltar horas de vuelo conjuntas en el t¨¢ndem, como parece l¨®gico, pero ni siquiera el recurso habitual a la partitura adormece el lenguaje. Nelson agita las mazas a ritmo endiablado, pero sin aspavientos ni ¨¢nimo abrumador. Todo es exquisito, elegante, delicioso en los?pianissimos, como si el hombre en mangas de camisa luciera una pajarita imaginaria. Y existe reciprocidad, puesto que Chames cuela hasta tres composiciones propias que su flamante socio abraza con calor y respeto. Ninguna como la bell¨ªsima Blues all the time, claro, la pieza que abr¨ªa el ¨¢lbum (Communications) con el que Nelson se consagr¨® como solista. No hay aqu¨ª el genio y la chispa de su trabajo como lugarteniente del contrabajista Dave Holland, que ya entra dentro del apartado de las palabras mayores. Pero ver tan de cerca a un instrumentista de estas dimensiones ya implica toda una experiencia.
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