Una excitante agitaci¨®n
Jason Kay revive tras nueve a?os sin pisar Madrid y consigue poner a bailar a 15.500 almas
El tiempo es esa cosa que transcurre sigilosa e imperceptible hasta que repasas el calendario y descubres que When you gonna learn, el debut de Jamiroquai, celebra estos d¨ªas sus bodas de plata. Jason Kay, jefe absoluto de todo el cotarro, ha optado por afrontar la evidencia de la manera m¨¢s corajuda: haciendo como si nada sucediera. El mancuniano luce 47 a?os y menos lozan¨ªa que en aquellos tiempos inici¨¢ticos, pero conserva todo lo dem¨¢s: el sombrero estramb¨®tico con lucecitas, la chaqueta del ch¨¢ndal, una estupenda voz negroide. Y, sobre todo, esa arrebatadora capacidad para agitar soul y funk en un c¨®ctel tan energ¨¦tico como explosivo, con el que 15.500 almas se dejaron sacudir este s¨¢bado en un abarrotad¨ªsimo WiZink Center.
Desde el Rock in R¨ªo no le ve¨ªamos por aqu¨ª el pelo (o los gorritos) a Jason, lo que explica en parte este fervor sabatino. Pero no apelemos tanto a la circunstancia como a la esencia: con Jamiroquai no hay manera de permanecer imperturbable. Y eso que empez¨® ligeramente tibio, destemplado, como si le pesaran la responsabilidad o la pereza. Fue un espejismo pasajero. Cuando prendi¨® la llama, el incendio ya fue inabordable.
Puede incluso que el reciente ¨¢lbum Automaton, en el que casi nadie ha reparado, no aporte nada nuevo respecto a sus siete elep¨¦s antecesores. Pero el p¨¢lpito de todo el repertorio es arrollador: esa misma euforia bailonga de la que han terminado tomando nota desde Pharrell Williams a Bruno Mars, Robin Thicke o Mark Ronson.
Con todo, el nombre que m¨¢s ven¨ªa a la cabeza desde el grader¨ªo, incluso por la ambientaci¨®n futurista y rob¨®tica de las impresionantes pantallas gigantes, era el de Daft Punk y, por extensi¨®n, Giorgio Moroder. El despliegue de efectivos (tres coristas, dos guitarras, dos teclados, bajo, bater¨ªa, percusiones) permite la avalancha sonora y la virguer¨ªa. Y anoten algunas sorpresas en el cancionero: a la eficacia incontestable de Alright o Cosmic Girl se sumaron el estreno en vivo de la pegadiza Something about you o el rescate de singles menos frecuentados, desde Runaway al fabuloso The kids, puro Stevie Wonder acelerado con trabalenguas vocales y un final a lo Santana. O el brutal encadenado, ya en el ¨²ltimo tramo, de Canned heat y Lovefool, dos zambombazos imparables.A la altura del ¨²nico bis, Virtual insanity, as¨ª andaba medio pabell¨®n: medio loco tras 112 minutos de excitaci¨®n y agitaciones.
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