Pereza intelectual y realidad transversal
Recuperar el denostado eje derecha / izquierda introducir¨ªa sana complejidad en un debate polarizado entre lealtades patri¨®ticas
No es la pol¨ªtica un acelerador de ideas ni un multiplicador de conocimiento. M¨¢s bien lo contrario: la pol¨ªtica gira en torno a la conquista y conservaci¨®n del poder y el que lo tiene lo que busca es no perderlo. Por eso el buen pol¨ªtico es aquel capaz de anticipar el riesgo y adelantarse a las preocupaciones de la ciudadan¨ªa. No abundan. Son los aspirantes los que se permiten ser m¨¢s osados y ofrecer epifan¨ªas que muchas veces acaban estrell¨¢ndose en las rocas del poder. El debate pol¨ªtico en democracia sufre alteraciones en los decibelios ¡ªmomentos de silencio e indiferencia y momentos de ruido¡ª pero solo de vez en cuando se producen situaciones de ruptura: cuando cambia la hegemon¨ªa ideol¨®gica fruto de la evoluci¨®n econ¨®mica, tecnol¨®gica y cultural de la sociedad. Estamos en uno de ellos.
En contextos de incertidumbre, reviven conflictos pol¨ªticos recurrentes que canalizan un malestar todav¨ªa no concretado en forma de alternativa. Y por econom¨ªa de esfuerzo intelectual se tira de t¨®picos, como hemos visto en el caso catal¨¢n. Se recupera todo el arsenal de las peleas entre nacionalismos (entre un nacionalismo con Estado ¡ªque nunca se reconoce como tal porque su condici¨®n se da por a?adidura¡ª y un nacionalismo sin Estado). Sin duda, cierta tradici¨®n carlista puede jugar un papel en el nacionalismo catal¨¢n y, m¨¢s all¨¢ del franquismo, la sombra del autoritarismo es alargada en un Estado en que, hasta 1978, la democracia era una rara excepci¨®n. Y es indudable que todo nacionalismo tiene algo de excluyente, en la medida en que se configura en torno el eje nosotros / vosotros, pero eso vale para todos, como hemos visto con el cierre de filas en defensa de la unidad de la patria espa?ola, p¨²dicamente etiquetado como constitucionalismo. Tanto el discurso de la Catalu?a cerrada, fan¨¢tica, retr¨®grada como la de la Espa?a irredenta e incompatible con la democracia se agotan en s¨ª mismos, pueden dar gusto a los creyentes pero no llevan muy lejos.
Uno de los mitos que no ayuda a avanzar es la homogeneidad de los dos bloques en conflicto. ?Alguien puede creer seriamente que el 47 por ciento de electores que votan a partidos independentistas son conservadores, abducidos por fantas¨ªas del pasado, clases medias que se mecen en el clientelismo, educadas en el odio a los espa?oles? ?O que el 43 por ciento que vota a partidos llamados constitucionalistas son inadaptados, reactivos a todo lo que sea catal¨¢n, henchidos de espa?olismo e incapaces de entender la tierra en que viven? Y, sin embargo, vivimos de estos y de otros muchos t¨®picos. Por supuesto que el lugar en que nacimos y la lengua que hablamos pesan sobre nuestra condici¨®n. Pero intentar encasillar a partir de ah¨ª a porcentajes tan altos de ciudadanos es una simplificaci¨®n que no ayuda. Y que el voto independentista tenga sus bases m¨¢s s¨®lidas en las clases medias y el voto constitucionalista en las clases populares del ¨¢rea metropolitana barcelonesa, no deber¨ªa impedir ver la enorme transversalidad de cada bloque.
Entre el 47 por ciento de electores por probabilidad estad¨ªstica hay de todo. Y adem¨¢s hay constancia de ello: en el independentismo est¨¢n alienados desde neoliberales radicales que sue?an con una Catalu?a desregulada al l¨ªmite, hasta los anticapitalistas de la CUP, pasando por la tradici¨®n del nacionalismo conservador que el pujolismo encarn¨®, por el socialcristianismo y la democracia cristiana, por decantaciones de la socialdemocracia o por la simple adhesi¨®n a un pa¨ªs que se siente como propio. Y lo mismo puede decirse del unionismo, donde sin duda hay fervorosos nacionalistas espa?oles, pero tambi¨¦n una gama muy diversa de personas que, simplemente, no ven la necesidad de romper con Espa?a. Una transversalidad que se traduce tanto en la pir¨¢mide social como en la demogr¨¢fica. Una parte importante del electorado independentista est¨¢ en la franja de los j¨®venes, ?son ¨¦stos los rehenes del pasado que dibuja el unionismo? El constitucionalismo tiene una parte importante de su voto en las clases populares castellanohablantes, ?son estos los neofranquistas que denuncia el independentismo?
En la lucha por el poder gana quien suma m¨¢s y para sumar hay que conocer. Quiz¨¢s recuperar el denostado eje derecha / izquierda introducir¨ªa sana complejidad en un debate polarizado entre lealtades patri¨®ticas, que, parafraseando a Alfredo Pastor, nos presentan como una cuesti¨®n de ser lo que es una cuesti¨®n de poder. Y a los electores libres como creyentes sectarios.
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