Y al tercer d¨ªa...

El calendario, caprichoso, ha hecho coincidir el Domingo de Gloria con los seis meses del Domingo de la Ira. Aquel 1 de octubre que el independentismo pretend¨ªa festivo y las fuerzas del orden convirtieron en una fecha para la verg¨¹enza, el dolor y la rabia. Una jornada en el almanaque del oprobio por el que nadie ha pedido disculpas y del que nadie asumi¨® responsabilidades. Como si las fuerzas de seguridad no hubieran recibido ¨®rdenes y su actitud represiva hubiera sido el resultado de la reacci¨®n espont¨¢nea de un grupo de agentes descontrolados que respond¨ªan a sus propios instintos vengativos. Comandos aut¨®nomos fruto de la improvisaci¨®n, la descoordinaci¨®n y la falta de criterio.

Parece que as¨ª fue seg¨²n algunos polic¨ªas implicados pero, al no admitirse oficialmente, nunca const¨®. Al contrario. Se describi¨® un relato alejado de la realidad atribuyendo a las redes sociales manipulaci¨®n, divulgaci¨®n e intoxicaci¨®n. Pero la verdad siempre aflora. Un ex alto cargo del ministerio del Interior avala que una decisi¨®n de carga contra una multitud la ordena el ministro personalmente. Y a pesar de las explicaciones nada convincentes que el se?or Zoido ha dado a Congreso y Senado, a pesar de sus justificaciones medi¨¢ticas a una estupefacta opini¨®n p¨²blica, la imagen que dio la vuelta al mundo le sigue persiguiendo y se esparce sobre todo el gobierno manchado con la sangre derramada, dolido por los golpes descargados y ruborizado por la contundencia aplicada.

No conozco a nadie que no siga avergonzado medio a?o despu¨¦s independientemente de su posici¨®n pol¨ªtica. Nadie con quien he hablado desde entonces en lugares diversos y alejados ha evitado preguntarme con reprobaci¨®n por aquellas im¨¢genes que las cadenas internacionales de noticias siguen proyectando para ilustrar el vivo conflicto catal¨¢n para desesperaci¨®n de canciller¨ªas y desasosiego de embajadores.

Ojal¨¢ los aires de Pascua resuciten en el Gobierno el aut¨¦ntico esp¨ªritu del Jesucristo al que la ministra Cospedal ha rendido tributo en los cuarteles izando la bandera a media asta durante Semana Santa. Ser¨ªa l¨®gico en quienes le profesan leg¨ªtima veneraci¨®n que no adaptaran a sus conveniencias las lecciones del Redentor. Ser¨ªa coherente que siguiendo el camino del Calvario redimieran sus propias culpas m¨¢s all¨¢ de las que las encuestas les advierten. Porque, si seg¨²n el Evangelio, es la verdad la que nos hace libres, seg¨²n el c¨®digo democr¨¢tico es la libertad la que nos hace iguales.

En las calles de Derry, Irlanda del Norte, los murales pintados en honor de las v¨ªctimas del Bloody Sunday se mantienen intactos. Otro domingo ¡ª30 de enero de 1972¡ª convirti¨® el barrio republicano en el escenario de una jornada sangrienta. Cargas policiales que empezaron con agua, acabaron con fuego real. 13 muertos. Ninguno armado. El rostro sonriente de los seis menores ca¨ªdos esbozan una ingenuidad congelada por la pintura gris¨¢cea cuatro largas d¨¦cadas despu¨¦s. Caras inocentes ante corpulentos polic¨ªas amenazantes con armas y m¨¢scaras anti-gas. Otros adultos corren descamisados llev¨¢ndose el pa?uelo a la boca para evitar el ahogo irritante.

Retengamos las im¨¢genes para record¨¢rselas a aquellos que llevan meses advirtiendo del riesgo de la ¡°ulsterizaci¨®n¡± de Catalu?a. Aquel no puede ser el camino aunque algunos lo intenten. Tengamos presente la tragedia de aquel pa¨ªs dividido por sus discrepancias y sus anhelos, sus esperanzas y sus deseos antag¨®nicos para desterrar cualquier veleidad violenta, provocativa, reaccionaria, insensata. Que no sea la fiscal¨ªa solo quien se lo recuerde a los autoproclamados CDR. Que sus amigos se lo expliquen si la historia les pilla lejos y la sensatez les ha abandonado. No es as¨ª como se defiende una rep¨²blica nunca proclamada, ni se construye un estado nunca dibujado, ni se argumenta un derecho nunca estructurado.

Aquel 1 de octubre de triste memoria el independentismo perdi¨® la pen¨²ltima oportunidad de reconducir su hoja de ruta. Lo ten¨ªa todo a favor: la contundente derrota moral del gobierno de Rajoy, la imagen internacional de su desvar¨ªo, la reacci¨®n ejemplar de la ciudadan¨ªa de Catalu?a, la excusa l¨®gica, leg¨ªtima y legal de no dar por bueno un escrutinio inviable, con centenares de colegios electorales cerrados o vulnerados, un censo inasumible por universal, un resultado imposible aunque significativo por solidario m¨¢s que por oficial, un relato eficaz que no hubiera mejorado el m¨¢s imaginativo guionista y un aire de grandeza democr¨¢tica desaprovechada a causa de una temeridad mal calculada.

Pero como de poco sirve lamentarse de aquello que pudo haber sido y no fue, la met¨¢fora del Domingo de Resurrecci¨®n asoma para superar el dolor del G¨®lgota y recuperar la fe y la esperanza en un pa¨ªs posible y viable, s¨®lido y potente, capaz de liderar unas instituciones que trabajen con normalidad, alejar riesgos mayores y reconsiderar si no es momento de reconducirlo. Artur Mas y Pere Aragon¨¨s parecen dispuestos. Ser¨¢ por la obligada contrici¨®n del primero y el misticismo encarcelado de Junqueras, l¨ªder del segundo. Ser¨¢.