Sidonie: Soplo de vida
El tr¨ªo catal¨¢n celebr¨® en la sala El Sol 20 a?os de andadura con un concierto de peque?o formato
20 a?os es un lapso de tiempo perfecto para cerrar el c¨ªrculo. Incluso para intentar su cuadratura, esa quimera. Las matem¨¢ticas son tozudas y, aunque cueste creerlo, los tres integrantes de Sidonie han culminado sus cuatro primeros lustros de singladura y quisieron celebrarlo anoche en El Sol con un concierto en petit comit¨¦ para el que pulverizaron las 300 entradas en cuesti¨®n de minutos. El c¨ªrculo que se cierra: conmemorar la ilustre veteran¨ªa regresando a los or¨ªgenes, al contacto estrecho con ese p¨²blico incondicional que puede escudri?arles, tan de cerca, hasta la ¨²ltima gota de sudor. Y la cuadratura acariciada: sonar en tr¨ªo m¨¢s frescos, c¨®mplices y descarados, pero con el m¨²sculo de la banda que en directo se procura dos o tres refuerzos.
Lo segundo no result¨® del todo factible, pero lo primero fue, desde las diez en punto de la noche, una evidencia. Marc, Jess y Axel quisieron arrancar con On the sofa, que se remonta a su protohistoria en ingl¨¦s y hoy suena como un simp¨¢tico experimento de power-pop con barniz psicod¨¦lico. Habr¨ªa otros ejemplos, desde Feeling down a la deliciosa Standing together. Pero la baza fundamental de los catalanes es su insultante solvencia para el himno pop, para esas canciones con las que seguir desga?it¨¢ndose aunque hayan acontecido a nuestro alrededor en noches dif¨ªciles ya de contabilizar.
Sucedi¨® desde la primera, Nuestro baile de viernes, en lectura cruda, imperfecta y llena de nervio, pero brav¨ªa y desbocada. Y se prolong¨® incluso en clasicos semiolvidados (Sylvia), que la parroquia fiel se sab¨ªa al dedillo. Una pasi¨®n retroalimentada en todo momento, qu¨¦ febril la mirada, por ese Marc Ros que nunca renuncia a la seducci¨®n, la teatralidad, el roce carnal. Siempre fiel a su condici¨®n de El Gran Zalamero.
Llegar¨ªa luego la comuni¨®n de la distancia cort¨ªsima: Giraluna con Ros a pelo entonando entre el p¨²blico, el sitar de Sidonie goes to London con los espectadores acuclillados, una chica bailando en el escenario, el paseo a hombros por la sala... Sidonie son, definitiva, un soplo de vida. Como en el tango. Bueno: casi.
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