La marca de g¨¦nero
Fue revelador observar c¨®mo 300 adolescentes se rend¨ªan al discurso sobre identidad sexual de la fil¨®sofa norteamericana Judith Batler. Qued¨® claro que es algo que les concierne
Cu¨¢l es la primera pregunta con la que recibimos a un reci¨¦n nacido? Invariablemente esta: ?Es ni?o o ni?a? La medicina permite ahora adelantar la respuesta a la primera ecograf¨ªa, pero es lo mismo. En esa pregunta se condensan todas las expectativas que cada sociedad tiene para la persona que acaba nacer. La primera marca que se le impone es la marca de g¨¦nero. As¨ª arranc¨® Judith Butler ante un auditorio muy singular reunido en el CCCB de Barcelona. Fue revelador observar c¨®mo 300 adolescentes se rend¨ªan al discurso de la fil¨®sofa y feminista norteamericana. ?Qui¨¦n dijo que los estudiantes de ahora son incapaces de mantener la atenci¨®n m¨¢s de treinta minutos? Hora y media estuvieron siguiendo con atenci¨®n, sin removerse en la silla, la conversaci¨®n entre la fil¨®sofa y el soci¨®logo y activista trans Miquel Miss¨¦. Cuando el acto termin¨®, quedaban brazos en alto pidiendo intervenir.
Era evidente que lo que all¨ª se hablaba era algo que les concern¨ªa. Porque al nacer se impone una marca de g¨¦nero, pero hay un 10% de las personas no se identifican o no se sienten c¨®modas en el sexo atribuido y muchas otras, aun identific¨¢ndose con ¨¦l, no se sienten c¨®modas con el rol que se les atribuye. Y esas discrepancias se dirimen muchas veces en la adolescencia. Por eso Judith Butler ha decidido adaptar su libro Gender Trouble para lectores j¨®venes. Si en alg¨²n momento es oportuno reflexionar sobre g¨¦nero es en esa edad en la que muchos dudan sobre su identidad sexual y algunos toman caminos diferentes del esperado, un proceso casi siempre doloroso por el rechazo que genera, y con muchas dudas. Lo expres¨® muy bien Miquel Miss¨¦: ¡°Yo nac¨ª como una ni?a, en el instituto decid¨ª vivir como un chico y ahora tampoco s¨¦ si soy del todo un chico... Nunca acaba de estar claro.¡±
Cuando se anuncia el sexo de un reci¨¦n nacido se crea una expectativa, una historia de vida posible. En palabras de Butler, ¡°son los factores culturales los que hacen que los dem¨¢s proyecten c¨®mo ser¨¢ tu vida mucho antes de que t¨² puedas siquiera imaginarla¡±. Con la asignaci¨®n del sexo vendr¨¢n prefigurados unos roles, unas formas de comportarse, de sentir, de vivir y hasta un itinerario vital posible. Todo ello fruto de una construcci¨®n social que nada tienen que ver con la biolog¨ªa porque la naturaleza es diversa y no cabe en solo dos categor¨ªas. Se puede nacer con los ¨®rganos de un sexo y sentirse del otro, o ni de uno ni de otro, en un intermedio con muchos gradientes.
Pero las normas de la predicci¨®n resultan performativas. En el parvulario, lo ni?os se abrazan y se besan sin problema, pero un d¨ªa dejan de hacerlo porque han percibido que es inapropiado besarse con los del mismo sexo. Lo mismo ocurre con la ropa y otros signos externos de la feminidad y la masculinidad. As¨ª es como se han perpetuado unos moldes de g¨¦nero seg¨²n los cuales los ni?os ten¨ªan que ser fuertes y esconder sus sentimientos y las ni?as ser bellas y esconder su inteligencia. Judith Butler record¨® que cuando de ni?a, antes de salir de casa, su madre le dec¨ªa ¡°espera un momento, cari?o, que me tengo que poner la careta¡±, y comenzaba una meticulosa operaci¨®n de maquillaje, hasta que lograba parecerse a alguna de las estrellas del cine que entonces marcaban la pauta de la feminidad.
En todas las culturas hay, seg¨²n Butler, una concepci¨®n conservadora que considera que solo hay una forma de ser hombre o ser mujer. El problema surge cuando el miedo entra en escena. El miedo de quienes ven al diferente como una amenaza para sus seguridades interiores. Mucha gente tiene miedo de quienes se desv¨ªan de las normas de g¨¦nero, incluidas las mujeres que no aceptan los roles asignados a su sexo, y por eso con frecuencia, al sertirse amenazados en sus convicciones, reaccionan con violencia y discriminaci¨®n.
La reacci¨®n social provoca tambi¨¦n miedo en el que se siente diferente. Miedo a la transgresi¨®n y a lo desconocido. Solo aquellos muy resilientes, que se sienten seguros de sus opciones, salen indemnes. Pero hay muchos j¨®venes que viven con verg¨¹enza y miedo las dudas que tienen en relaci¨®n a su identidad sexual. Hay mucho sufrimiento en torno al g¨¦nero y eso es algo que se vive cada d¨ªa en los institutos pero ni los profesores ni los alumnos saben muy bien c¨®mo abordarlo. Judith Butler y Miquel Miss¨¦ coincidieron en la receta: hablar, hablar y hablar. Crear grupos de reflexi¨®n en los que se puedan expresar abiertamente sentimientos y dudas. Hablar es el mejor ant¨ªdoto contra la incomprensi¨®n, la mejor manera de crear din¨¢micas de aceptaci¨®n y protecci¨®n de los que son diferentes.
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