Brassa?: la mirada sin filtros sobre Par¨ªs
La Fundaci¨®n Mapfre de Madrid dedica hasta septiembre una retrospectiva de 200 obras al fot¨®grafo m¨¢s importante de la Europa de entreguerras
La ciudad de Par¨ªs ha sido motivo de inspiraci¨®n permanente en la obra de una gran parte de los artistas del siglo XX, independientemente del medio de expresi¨®n que utilizaran. Su arquitectura y sus pobladores han fascinado a pintores, escultores o fot¨®grafos. Puede que, entre estos ¨²ltimos, ninguno haya conseguido un retrato tan perfecto y completo como el realizado a lo largo de d¨¦cadas por el h¨²ngaro Gyula Hal¨¢sz, conocido como Brassa? y al que Henry Miller apod¨® ¡°El ojo de Par¨ªs¡±. Sus im¨¢genes diurnas o nocturnas, pobladas de prostitutas, maleantes, polic¨ªas o enamorados conformaron el mito literario que a¨²n pervive sobre la capital francesa. Una parte esencial de la ingente obra realizada por Brassa?, unas 200 piezas (fotograf¨ªas de ¨¦poca, varios dibujos, una escultura y material documental) integran la exposici¨®n que la Fundaci¨®n Mapfre dedica al artista desde este mi¨¦rcoles 30 de mayo hasta el 2 de septiembre. La muestra, procedente de Barcelona, viajar¨¢ en oto?o al Museo de Arte Moderno de San Francisco.
Nacido en 1899 en Brass¨®, Transilvania (hoy Ruman¨ªa), como Gyul¨¢ Hal¨¢sz, adopt¨® el nombre de Brassa? en la firma de sus primeros trabajos. Hijo mayor de un profesor de literatura francesa, su amor por Par¨ªs arranc¨® cuando su padre le llev¨® a la capital francesa para celebrar su cuarto cumplea?os, y en 1924 se instal¨® definitivamente para tomar clases de pintura, su primera vocaci¨®n. Pablo Jim¨¦nez Burillo, director cultural de Mapfre, explica que en esos a?os las fotograf¨ªas estaban sustituyendo a las ilustraciones tradicionales en peri¨®dicos y revistas, de manera que el joven espabilado que era Brassa? no dud¨® en dejar aparte la pintura para montar su propia agencia de servicio de im¨¢genes.
Sin embargo, tal como se ve en la exposici¨®n comisariada por Peter Galassi, exconservador jefe del Departamento de Fotograf¨ªa del MoMA de Nueva York, Brassa? no fue nunca un reportero. Le interesaba narrar la vida de la ciudad, pero sin la captura improvisada de im¨¢genes que mov¨ªa la c¨¢mara de sus colegas europeos o americanos. El estilo Brassa? consist¨ªa en hacer que la ciudad posara para su objetivo. Los protagonistas de sus bell¨ªsimas im¨¢genes, trasnochadores de caf¨¦s, prostitutas bailando o desatascadores de pozos negros, sab¨ªan siempre que estaban siendo retratados e incluso se sol¨ªan prestar a formar parte de la composici¨®n. Para ¨¦l, la espontaneidad era algo ajeno a su mundo. Lo suyo eran las im¨¢genes n¨ªtidas, pensadas y estables. ¡°Sobre todo despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial¡±, explica Peter Galassi, ¡°huye del reporterismo y trabaja para revitalizar la rica mitolog¨ªa de personajes que ya exist¨ªa en la literatura¡±. Aunque tampoco altera la realidad, salvo en una de las im¨¢genes donde su ayudante se hace pasar por cliente de un burdel.
Gallassi concluye asegurando que Brassa? fue el aut¨¦ntico pintor de la vida moderna parisina. Al igual que antes hicieron Rembrandt, Goya o Toulouse-Lautrec, lo que hace el fot¨®grafo es dar un car¨¢cter universal a personas cuya vida es ordinaria: ¡°Cuando vemos a un trabajador del Mercado de Les Halles, a un personaje travestido o a un cofrade en Sevilla, no vemos tipos individuales, sino que ante nosotros tenemos a un colectivo dignificado. Ese es el gran talento de Brassa?¡±.
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