Handel y Savall, en barcaza real

Jordi Savall apost¨® por el Handel m¨¢s popular para cerrar, al frente de Le Concert des Nations, la temporada de m¨²sica antigua del Auditori. Sin embargo, ni el prestigio del director y violagambista catal¨¢n ni el gancho del programa ¡ªdos suites de la M¨²sica acu¨¢tica y la M¨²sica para los reales fuegos artificiales¡ª, lograron llenar la sala Pau Casals. No deja de ser curioso: Savall suele llenar escenarios por todo el mundo, pero no siempre lo consigue en esta Barcelona cada vez menos mel¨®mana.

El cambio de escenario ¡ªla propuesta de origen, descartada hace d¨ªas, era ofrecer el concierto del pasado domingo en el Teatre Grec¡ª puede haber jugado en contra, y tampoco la publicidad que ha rodeado al evento ha sido para tirar cohetes; sea como sea, ver mucha butaca vac¨ªa ante propuestas de calidad resulta tan preocupante como inquietante.

Conoce bien Savall, el artista cl¨¢sico espa?ol que m¨¢s y mejor graba, la necesidad de adaptarse con habilidad y flexibilidad a la ac¨²stica de la salas en las que act¨²a; en la que lleva el nombre de Pau Casals, inc¨®moda para los m¨²sicos, que no se escuchan, y para el p¨²blico, por la confusi¨®n de planos y la excesiva reverberaci¨®n, el veterano m¨²sico catal¨¢n logr¨® una atm¨®sfera no siempre c¨¢lida, pero de razonable claridad y transparencia, y dej¨® volar la elegancia y el impulso r¨ªtmico de un Handel que es pura filigrana.

Cuentan las cr¨®nicas de los diarios ingleses de la ¨¦poca que la Water music del m¨²sico saj¨®n encandil¨® al rey Jorge I en su paseo por el T¨¢mesis celebrado el 17 de julio de 1717. Acompa?aba a la barcaza real otra barcaza con cerca de 50 instrumentistas que amenizaron el trayecto de ida y vuelta, que acab¨® pasadas las tres de la madrugada con el regreso a Whitehall y al palacio Saint James. Largo y pl¨¢cido paseo real que Handel anim¨® desplegando gracia y virtuosismo en una veintena de piezas breves, con profusi¨®n de danzas cortesanas, tradicionales y populares, desde el minuet al hornpipe, el rigaudon o la bourr¨¦e.

Brillaron cornos y trompetas en un itinerario esta vez imaginario y bajo techo, con variedad y suficiente energ¨ªa en la respuesta orquestal de Le Concert des Nations, algo destemplados al inicio, pero bien guiados por Manfredo Kraemer, su concertino. Savall prim¨® la lectura serena, un punto distante en ocasiones, y reserv¨® los colores m¨¢s brillantes y potentes para la espectacular M¨²sica para los reales fuegos artificiales.

Al aire libre, en el Grec inicialmente previsto, esta brillante pirotecnia realzada por trompas, trompetas, timbales y caja, pod¨ªa haber creado momentos de ensue?o. Todo fue m¨¢s previsible en el Auditori, escenario en el que Savall equilibr¨® din¨¢micas, busc¨® la respiraci¨®n natural de las danzas y dej¨® espacio a la finura de los estupendos instrumentistas de su orquesta.