Y as¨ª se cierra
Dos brillantes conciertos clausuran la temporada 2027¨C2018 de la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia
La Orquesta Sinf¨®nica de Galicia (OSG), dirigida por Dima Slobodeniouk, ha clausurado su temporada 2017¨C2018 con sus dos ¨²ltimos conciertos de abono, celebrados el viernes 15 y s¨¢bado 16. En programa, de Drifts, de Sebastian Fagerlund (1972) -obra de la que se hac¨ªa su estreno en Espa?a-, el Concierto n? 1 para piano y orquesta en si bemol mayor de P¨ªotr ?lich Chaokovski (1840 -1893), con Khatia Buniatishvili (Batumi, Georgia, 1987) como solista, y La consagraci¨®n de la primavera, de ?gor Stravinski (1882-1971).
Drifts es un encargo de la Orquesta de la Radio de Finlandia, la OSG y la Orquesta Sinf¨®nica de Gotemburgo, compuesto por Fagerlund en 2017 y estrenado ese mismo a?o por dirigida por Hannu Lintu dirigiendo la primera de estas orquestas. La obra, que requiere una calidad orquestal que muestre todas sus facetas t¨ªmbricas, din¨¢micas y expresivas, encontr¨® int¨¦rpretes id¨®neos en la Sinf¨®nica y Slobodeniouk. Su dura oscuridad inicial brot¨® del registro bajo del piano de Ludmila Orlova y del arpa de Celine Landelle como ascendiendo desde el fondo de una sima por los sombr¨ªos pelda?os de las notas pedal de chelos y contrabajos.
La luz, solo fugaz, lleg¨® en el sonido de la campana tubular para iluminar la cuerda aguda en un pronto crescendo rematado con los destellos de la trompeta. La serenidad subsiguiente, turbada por la percusi¨®n, se disolvi¨® en la inquietud de las notas sueltas de las flautas. La lejan¨ªa de la secci¨®n central de la obra (esa secci¨®n de trompas de la Sinf¨®nica, soberbia una vez m¨¢s) fue uno de sus momentos culminantes gracias al gran control de sonido y la gran musicalidad impresas por Slobodeniouk. La alternancia de climas, ritmos y timbres lleg¨® as¨ª a la tensa calma final y su curioso remate en pianissmo por la percusi¨®n,
El Concierto n? 3 de Rajm¨¢ninov, previsto en la primera edici¨®n del libro de la temporada, fue sustituido por el Concierto n? 1 de Chaikovski, una obra bastante m¨¢s popular y por tanto siempre bien acogida por el p¨²blico. La solista, Khatia Buniatishvili, ya era conocida del p¨²blico de A Coru?a por su interpretaci¨®n del Primero de Beethoven de la pasada temporada.
La llamada inicial de los metales al con que comienza el Allegro non troppo e molto maestoso inicial tuvo una luminosidad que arranc¨® de la textura de las cuerdas de la Sinf¨®nica un brillo como de seda salvaje. Sobre esta, destac¨® el poder¨ªo de los acordes de Buniatishvili, rotundos y pulidos como esferas de piedra berroque?a. Tras este inicio la pianista, como en ella es habitual, despleg¨® toda su t¨¦cnica y presencia esc¨¦nica sobre el teclado y sus alrededores.
Su t¨¦cnica es realmente prodigiosa y puesta al servicio de una interpretaci¨®n muy personal. Eso s¨ª, sin llegar a ese grado como de deconstrucci¨®n sonora de Pogorelich, su antecesor en el escenario del Palacio de la ?pera. La georgiana muestra una personalidad interpretativa m¨¢s coherente dentro de un estilo m¨¢s que rom¨¢ntico, como fue el mostrado en la exposici¨®n del primer tema con unos rubati algo carentes de la l¨®gica de ese recurso. Nada que objetar a sus contrastes sonoros, normalmente bien matizados dentro de su ampl¨ªsima gama din¨¢mica.
Algo m¨¢s contrastados fueron sus tempi a lo largo de la obra, como en el acelerado inicio del segundo tema de este primer movimiento. En la secci¨®n m¨¢s lenta los aficionados tuvieron ocasi¨®n de gozar alg¨²n espl¨¦ndido solo de oboe de Iria Folgado Dopico, exalumna de la Orquesta Joven de la Sinf¨®nica de Galicia que actu¨® como solista en esta obra.
El movimiento tuvo en su totalidad una gran tensi¨®n expresiva. Quiz¨¢s fuera esta tensi¨®n -no solo sonora, por otra parte- la que dio lugar a que el entusiasta p¨²blico del s¨¢bado prorrumpiera en unos aplausos de duraci¨®n algo m¨¢s larga que lo habitual en este tipo de manifestaciones entre movimientos de una misma obra.
El Andantino semplice ¨C prestissimo tuvo momentos de enorme emotividad en el precioso clima sonoro creado por el canto de la flauta de Mar¨ªa Jos¨¦ Ortu?o y las cuerdas en pizzicato. El pianos de Buniatishvili, otra vez el oboe de Folgado y las maderas de la Sinf¨®nica dialogaron en un ambiente c¨¢lido y lleno de emoci¨®n. La luminosa levedad del legato y la perfecta regularidad de los trinos de Buniatishvili procuraron alguno de esos momentos dif¨ªciles de olvidar por su sugerente sensibilidad.
El tercer movimiento fue atacado en un tempo m¨¢s cercano al un Presto que al Allegro con fuoco marcado en la partitura. Buniatishvili hizo toda una exhibici¨®n de agil¨ªsma digitaci¨®n y contrastes din¨¢micos. La Sinf¨®nica, brillante tambi¨¦n aqu¨ª, necesit¨® de toda la enorme calidad de sus miembros y de la segura gu¨ªa de su titular para no ¡°derrapar¡± en ning¨²n momento.
Al final de la interpretaci¨®n del viernes y a¨²n m¨¢s de la del s¨¢bado se desat¨® el entusiasmo previsible en esas ocasiones en que una obra bien conocida tiene una interpretaci¨®n espectacular. Las de viernes y s¨¢bado lo fueron, desde luego, y la int¨¦rprete georgiana obsequi¨® al p¨²blico con la interpretaci¨®n de Clair de lune de Claude Debussy y del minueto de la suite en si bemol mayor de Haendel en arreglo para piano de Wilhem Kempff, respectivamente.
Y como verdadero broche de oro de la temporada, la OSG reforzada con miembros de la OJSG hizo una versi¨®n colosal de La consagraci¨®n de la primavera. Un claro concepto de cada uno de sus momentos fue la causa de que una impecable precisi¨®n y una espl¨¦ndida regulaci¨®n de los planos sonoros florecieran a lo largo de la totalidad de la obra. Una vez m¨¢s, todas sus secciones y solistas brillaron con la espl¨¦ndida calidad alcanzada por la Sinf¨®nica a lo largo de sus ya veintisiete a?os de vida.
El canto inicial del fagot de Steve Harriswangler y las cuerdas con precisi¨®n de bistur¨ªes y rotundidad de hachas dieron paso a la mejor versi¨®n de Le sacre escuchada a la orquesta gallega. La solemne serenidad rota por los contrastes que escribi¨® Stravinski, con el ambiente de misterio en toda su extensi¨®n y profundidad. Todas las secciones estuvieron magn¨ªficas, pudiendo incluso destacar la de percusi¨®n comandada en estos conciertos por Jos¨¦ Belmonte, cuyas intervenciones al timbal tuvieron una inmensa calidad por timbre y precisi¨®n. La ovaci¨®n final fue ambos d¨ªas la r¨²brica de toda una espl¨¦ndida temporada de la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia. A algunos ya se les har¨¢ larga la espera hasta la pr¨®xima; toca recordar y esperar.
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