El teatro kabuki exhibe su misterio en Madrid
La compa?¨ªa Heisei Nakamura llega a los Teatros del Canal con la representaci¨®n de dos relatos
El kabuki est¨¢ lleno de c¨®digos culturales que lo envuelven de misterio a ojos del profano: "Nosotros no modificamos nuestras obras para acercarlas al p¨²blico occidental, el hecho de que no se entienda todo tambi¨¦n nos parece interesante, de otra manera podr¨ªa ser aburrido", dice Kankuro Nakamura. "Eso s¨ª, en esta ocasi¨®n hemos primado unas piezas donde pesa m¨¢s la danza que el texto. Creemos que la tradici¨®n del flamenco conecta con el kabuki, ¡ªla m¨²sica, el baile, las palmas, los golpes en el suelo¡ª, y es un punto en com¨²n entre Espa?a y Jap¨®n".
El actor, algo as¨ª como un bailaor del Lejano Oriente, es miembro de la compa?¨ªa Heisei Nakamuraza que, con motivo del 150 aniversario de las relaciones diplom¨¢ticas entre Espa?a y Jap¨®n, trae desde hoy hasta el pr¨®ximo domingo un espect¨¢culo de teatro kabuki a los Teatros del Canal (Cea Berm¨²dez, 1). En cada sesi¨®n de kabuki suelen contarse varias historias independientes, en este caso dos: Fuji musume y Renjishi.
La primera trata sobre un personaje popular en el pa¨ªs del sol naciente llamado la joven de la glicina: aqu¨ª se ofrece la posibilidad de presenciar una particularidad del kabuki, la de los hombres que interpretan a mujeres, llamados onnagata. Se trata de interpretaciones impostadas: movimientos peque?os, gestualidad acentuada y voces en falsete, eso s¨ª, dentro de la delicadeza que se le presupone a lo femenino. Los cambios de vestuarios suceden en el propio escenario, integrados en las danzas, una pr¨¢ctica que se denomina hikinuki. En 1629, durante el shogunato de Tokugawa, se prohibi¨® la actuaci¨®n de f¨¦minas para evitar des¨®rdenes sociales y la frecuente prostituci¨®n de las actrices. "Es interesante poder ver en escena los sentimientos de un hombre y una mujer mezclados e interpretados por un hombre, todo a trav¨¦s de movimientos muy bellos", dice Shichinosuke Nakamura, onnagata.
En la segunda pieza, Renjishi, se recrea el monte de la deidad budista Manjushri, en cuyo camino est¨¢ la frontera entre el mundo de los mortales y el de los esp¨ªritus, guardada por los shishi, animales imaginarios con forma de le¨®n, caracterizados con vistosas pelucas de pelo de yak (a veces se usa pelo de oso o de mono). La leyenda cuenta que un le¨®n arroj¨® a dos de sus cr¨ªas al fondo de un valle: solo cuidar¨¢ al que consiga regresar.
Jap¨®n es un pa¨ªs en el que la rigurosa tradici¨®n y la ultramodernidad tecnol¨®gica y pop se entremezclan, "pero eso tambi¨¦n pasa en el propio kabuki: ya se est¨¢n introduciendo argumentos del manga y otros elementos contempor¨¢neos, bajo el lema 'respetar lo antiguo, introducir lo moderno", explica Kankuro Nakamura, cuya compa?¨ªa ha contratado, incluso, a directores de escena contempor¨¢nea y estrenado en el barrio cool de Shibuya (algo as¨ª como la Malasa?a tokiota). ?Qu¨¦ salud tiene esta disciplina en su pa¨ªs de origen? "Hay muchos japoneses que nunca han visto kabuki, es dif¨ªcil de introducir sobre todo entre los j¨®venes. Pero cuando se aficionan ya acuden con asiduidad", responde el actor.
La preparaci¨®n de un actor de kabuki tambi¨¦n es un espect¨¢culo en s¨ª mismo, como comprobamos en la demostraci¨®n que nos ofrece Ichou Nakamura: en esta disciplina cada actor se maquilla a s¨ª mismo con la proverbial ritualidad nipona, como parte del proceso de construcci¨®n del personaje y preparaci¨®n de la funci¨®n. Despu¨¦s de untarse varios aceites y polvos, Nakamura ya tiene el rostro completamente blanco y fantasmal, luego a?ade los trazos de color: el rojo es para los personajes bueno y heroicos, el azul para los malos, el marr¨®n para los demonios y fantasmas. Nakamura va de rojo, portando un kumadori llamado kaenguma: es un h¨¦roe. En concreto encarna a un personaje que se transmuta en zorro para cumplir las venganzas que le encarga su general.
¡°Durante este proceso siento el peso de la tradici¨®n de toda la historia del kabuki, la memoria de todos los actores que han conseguido que esto se haya mantenido inmutable¡±, dice Ichou Nakamura. No es el ¨²nico peso que llegar¨¢ a sentir: despu¨¦s del maquillaje toca colocarse un complejo atuendo con m¨¢s capas que una cebolla y que puede llegar a pesar m¨¢s de 15 kilos (hasta porta dos katanas); de hecho, es necesaria la ayuda de un asistente para coloc¨¢rselo con eficacia.
Solo la peluca (katsura) puede pesar m¨¢s de tres kilos y son peinadas por un artista especializado llamado toko-yama. ¡°Adem¨¢s de la interpretaci¨®n, el trabajo f¨ªsico es muy importante¡±, se?ala el actor. Y despu¨¦s nos muestra un mie, la curiosa postura dif¨ªcilmente comprensible por el ciudadano occidental, con gesto tenso y los ojos muy abiertos, que se?ala los momentos de apoteosis del h¨¦roe. Es cuando el h¨¦roe se pone bizco.
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