Los idus de mayo
Puigdemont y Torra persiguen, en un solo movimiento, un jaque mate contra ERC y Colau
La participaci¨®n de ERC y PDeCAT en la sustituci¨®n del Gobierno del PP por otro del PSOE a trav¨¦s de la moci¨®n de censura de junio fue el primer gran gesto de normalizaci¨®n pol¨ªtica del independentismo despu¨¦s de los traum¨¢ticos acontecimientos del oto?o de 2017. Fue su reintegraci¨®n al marco pol¨ªtico espa?ol. El paso que rectificaba aquella afirmaci¨®n de Joan Tard¨¤, portavoz de ERC en el Congreso de marzo de 2016: ¡°Nosotros nos vamos¡±. La reuni¨®n de la Comisi¨®n Bilateral Estado-Generalitat que acaba de celebrarse, aunque no produjera acuerdos ejecutivos relevantes, es la continuaci¨®n de ese inicio de normalizaci¨®n. El impulsor de esta v¨ªa pol¨ªtica es el partido socialista, que ha podido emprenderla precisamente porque ha encontrado complicidad en los sectores l¨²cidos del independentismo.
El mantenimiento de esta complicidad no est¨¢ asegurado, aunque es obvio que a ambas partes les interesa. En un sector del movimiento independentista persiste la tentaci¨®n de la unilateralidad y de sostener con nuevas movilizaciones la fuga hacia adelante iniciada en 2012. No nos rendimos, dicen. Este sector no desaprovecha la ocasi¨®n de mantener viva la tensi¨®n en sus bases, en espera de la idealizada oportunidad m¨¢gica. No es solo la CUP, sino el propio Gobierno catal¨¢n el que se mueve en esta onda. Y una parte de ERC. El presidente de este Gobierno, Quim Torra, insiste en que su objetivo sigue siendo abrir una ¡°ventana de oportunidad¡± para la instauraci¨®n de la republicana catalana.
La idea misma de abrir ventanas de oportunidad invita a los dem¨¢s actores pol¨ªticos a pensar que la incipiente normalizaci¨®n pol¨ªtica pende de un hilo. Torra viene a decirnos a todos: suceda lo que suceda, en lo que de verdad estamos pensando es en un nuevo intento. Con esta actitud, Torra no hace m¨¢s que confirmar la posici¨®n de sus adversarios, y en particular la de aquellos que describen al independentismo catal¨¢n como un movimiento insaciable con el que no hay nada a negociar. Ni la rendici¨®n.
Pese a todo, la precaria normalidad est¨¢ ah¨ª y tiene sus exigencias. Torra ha presentado las elecciones municipales previstas para mayo de 2019 como un eventual momento propicio para proclamar la rep¨²blica catalana si se dan ciertas condiciones. En particular una muy concreta: ganar la alcald¨ªa de Barcelona. Los partidos independentistas llevan ya muchos meses d¨¢ndole vueltas a c¨®mo desalojar a Ada Colau de la alcald¨ªa de la capital catalana y no dejan de barajar nombres de candidatos y f¨®rmulas electorales para intentarlo con alguna posibilidad de ¨¦xito. La Crida Nacional per la Rep¨²blica lanzada por Puigdemont tiene, entre otros, este objetivo. Construir una plataforma electoral que permita sumar todos los votos independentistas en una sola lista electoral en cada localidad es una buena forma para conseguir que sus candidaturas sean las m¨¢s votadas en muchos municipios. Qui¨¦n sabe si incluso en el de Barcelona.
Esta apuesta de Puigdemont-Torra apenas disimula que su objetivo principal es otro. Hablan de independencia, pero en realidad se trata de una ofensiva para mantener la hegemon¨ªa de la derecha exconvergente sobre el conjunto del movimiento independentista, en particular sobre ERC. De momento solo han conseguido imponerse en su propio partido, el PDeCAT, aunque al precio de defenestrar a la antigua coordinadora general, Marta Pascal, que hab¨ªa dirigido la delicada operaci¨®n de aterrizaje del independentismo al realismo pol¨ªtico con ocasi¨®n de la moci¨®n de censura. Insisten en que una ¨²nica candidatura independentista para las elecciones municipales las convertir¨ªa en la so?ada ventana de oportunidad para crear el estado catal¨¢n. Pero, en realidad, es un movimiento que servir¨ªa, como quien no quiere la cosa, para que los exconvergentes mantuvieran la hegemon¨ªa en el mapa municipal catal¨¢n que, seg¨²n los sondeos, ERC est¨¢ en condiciones de arrebatarles.
En cuanto a la ciudad de Barcelona, es posible, pero no seguro, que un esfuerzo de polarizaci¨®n en clave independentista lograra romper la l¨®gica pol¨ªtica local que suele primar en este tipo de convocatorias electorales. El objetivo de los impulsores de la Crida es ahora atacar a Ada Colau por tierra, mar y aire y conseguir que una eventual lista ¨²nica de CDC y ERC sumara m¨¢s votos y m¨¢s concejales que En Com¨² Podem. Para eso necesitan que ERC sucumba y renuncie a su perfil de partido de izquierda. En el esfuerzo para erosionar la figura y el prestigio de Colau, al que tambi¨¦n contribuye la CUP, coinciden con Ciudadanos y el PP. Esa es la m¨²sica que se oir¨¢ incesantemente el curso pr¨®ximo. Todos contra Colau. Hasta mayo.
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